JUAN PLANES Dicen que “de ilusión también se vive” cuando la realidad no ha proporcionado lo que anhelamos, pero las pequeñas ilusiones pueden ser una fuente consistente de felicidad.
Toda tu semana es mejor si el lunes ya sabes que el sábado por la noche tienes una cita romántica con una persona que te gusta mucho, tu primavera es mejor cuando sabes que para verano tienes contratado el viaje de tu vida, las semanas previas a una final que juega tu equipo el fútbol te parece maravilloso. Eduard Punset nos dice que “la felicidad se encuentra en la antesala de la felicidad” y es que la ilusión previa a un momento que creemos que va a ser feliz siempre es dichosa, luego la cita romántica puede acabar en drama, el viaje en una decepción y la final en una dolorosa derrota, pero la antesala de “aquello” siempre resulta gozosa.
Plantearse pequeñas metas que te ilusionen es una manera inteligente de mejorar tus niveles de felicidad. Que en tu vida haya pequeños objetivos eleva nuestro niveles de dopamina, lo que nos hace vivir más motivados y mejora cómo nos sentimos. Plantearse metas de forma inteligente, consiste en proponerte metas que, por una parte, te ilusiona alcanzar y que, por otra parte, sabes que si te lo propones las vas a alcanzar; así, vives “la antesala de la felicidad” y evitas la frustración de la decepción de no alcanzarlas.
Uno debería andar siempre con objetivos planteados, de diversión, como planificar una escapada con toda la familia o celebrar una gran fiesta de cumpleaños, de mejora personal, como aprender a bailar salsa o superarte como cocinero. o de bienestar, como perder 5 kilos o salir a correr cada día.. Tener objetivos te hace sentir vivo, te hacen sentir que estás creciendo como persona.
Dicen que la felicidad está en el camino más que en el destino, pero para sentir que estás recorriendo un camino es necesario que hayas planteado un destino. Plantearse pequeñas o grandes metas, te hace sentir que tu vida se dirige hacia adónde tú te has propuesto y, no, que ésta es dirigida por el viento y la marea. Y cuando te sientes en control de tu destino, vives más tranquilo, más ilusionado y más en paz. La magia, y el gozo, se dá cuando somos inteligentes para proponernos metas cuyos caminos nos resultan placenteros, naturales y divertidos.
Las personas felices suelen serlo independientemente de las metas que alcancen. El matrimonio, una meta, solo nos hace más felices que la soltería durante dos años, luego regresamos a nuestro nivel habitual de felicidad. Si eras un soltero feliz, ahí permaneces, y si eras un soltero triste, ahí vuelves. Lo que sí sabemos, es que el año de antes de casarte, tener un nuevo proyecto de vida, te hace muy feliz. ¿Y si la clave de la felicidad fuera sentir que estás en el camino que te lleva a la felicidad?
Comparte la noticia