Héctor González Está situado en los aledaños de la avenida del Cid
Campeador, en Valencia, detrás de la Central de Policía Local. En concreto, su
ubicación anida en el Grupo Antonio Rueda de viviendas, a un
lateral de la calle Tenerife, que entronca la citada Avenida del Cid con la espigada calle Tres
Forques. Desde esa posición contribuye a vertebrar la barriada, de la que se ha
convertido en actor fundamental.
El Instituto de Enseñanza Secundaria (IES) Cid Campeador
celebra este curso sus 50 años, las cinco décadas en las que ha formado a miles
de estudiantes. Primero, de Bachillerato y COU; luego, de ESO y Bachillerato. Domiciliado
en la calle Guillem Despuig, 8, por sus aulas pasan cada año alrededor de 600
jóvenes de entre 12 y 18 años. La plantilla docente asciende a unos 60
profesionales.
Este centro ha sido precursor, en Valencia, de intercambios
de estudiantes con otros países. Como ejemplo, desde hace dos décadas realiza ese canje de experiencias con EEUU. Antes ya empezó con otros países como
Francia o Dinamarca. La práctica deportiva forma parte de su labor diaria, en
muchas disciplinas unida a extraescolares.
Este es el contexto objetivo, los datos. No obstante, para
quienes hemos estudiado en ese recinto docente la importancia del IES Cid
Campeador va mucho más allá de su ubicación o de sus cifras. Hablar o escribir
del instituto retrotrae a la adolescencia, a los campeonatos de fútbol, a las
amistades que entablas y que, en algunos casos, te acompañan durante décadas. A
las horas de patio, de bar y, desde luego y creo que por encima de todo, a lo
que aprendes.
Sí, cuando eres estudiante posiblemente ni lo valoras ni lo
aprecias. La perspectiva del tiempo te ayuda a calibrarlo mucho después. Latín,
Griego, Química, Dibujo, Matemáticas, Literatura, Música, Lengua, Física, Historia…enumerar las asignaturas te traslada a sus aulas, a los ejercicios, a los deberes, a aquello
que cada docente te exigía. Al estilo de impartir enseñanza de cada cual. En
algunos casos, te quedas con lo que sufriste para aprobar una asignatura o lo
que se te atragantaba con determinado profesor. En otros, con la facilidad con
la que captabas esos conocimientos. Seguramente porque había un excelente docente
transmitiéndolos.
El IES Cid forma parte de mi vida. Como de la de miles de
personas que han estudiado en él. Con los buenos y malos recuerdos, y con
aquellos incontables momentos que ya no son ni recuerdos. Esos cuatro años de
adolescencia contribuyeron a forjar la personalidad de generaciones de
valencianos. De, sin que durante aquellos años nos diéramos cuenta, ayudar a
hacernos como somos.
Mi felicitación para quienes están y para quienes han
estado. Para los cientos de docentes que han transmitido conocimientos y
vocación desde sus aulas. Empezando por mi padre, Joan, catedrático de Griego Clásico y uno de los mejores profesores
que he tenido (y no es orgullo de hijo), que también, como director durante
seis años, aportó dedicación, sabiduría y sentido común para que el IES Cid se
haya convertido en referente educativo en Valencia. Y para que haya llegado con
salud a celebrar este quincuagésimo aniversario. Enhorabuena.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia