Nuestra madre Lamberta Soriano Murgui, en el día de ayer nos dijo "hasta la eternidad". Son palabras duras de entender cuando las pronuncia una madre.
Ante la muerte de nuestra madre, no sentimos tristeza, al contrario sentimos paz, tranquilidad y mucho amor, tanto amor como el que ella en su vida derramó con todos nosotros, ese "todos nosotros", lo extiendo a la familia, amigos, vecinos y a todas las personas que durante una vida, han llamado a nuestra puerta.
Hoy desde la serenidad que nos da el deber cumplido, quiero dar gracias a Dios, por el don de nuestros padres Avelino y Lamberta, una pareja tan longeva que el pasado día veintisiete de abril celebraron el sesenta y seis aniversario de su matrimonio. ¡Qué ejemplo de padres!
Después de unos días de enfermedad mi madre ha partido camino de la eternidad.
Estas letras son también de agradecimiento a todas las personas que habéis estado a nuestro lado, que de verdad nos habéis abrazado, que nos habéis acompañado con vuestra presencia, con mensajes, oraciones y eucaristías.
Si algo bueno tiene la muerte es recibir la recompensa de lo que has sembrado en vida y hoy el sentir de nuestra familia es gratitud y paz.
Muchas veces he escrito de muchas personas, hoy al escribir para nuestra madre, solo puedo decir que su vida ha sido servicio, maestría en sus actos, bondad en sus acciones, fidelidad a la verdad, compromiso con su familia y una fe ciega en el Altísimo.
GRACIAS de todo corazón a todos, esa es la palabra que resuena en nuestra mente.
Hoy una amiga, Carmen Torres, me hace llegar una poesía que escribió a su madre y quiero compartirla como el final de esta crónica:
"A MI MADRE:
Qué frío ya tú beso, madre.
Pero te pido:
Que tu ausencia, no apague mi vida.
Que tu bendición, vaya conmigo.
Que tu eternidad, llegue a mi alma.
Que yo viva en tu historia.
Que al abrir mis ojos, siga viendo los tuyos.
Que de vivir contigo, pueda siempre vivir en ti.
En nombre de la familia Murgui Soriano: ¡GRACIAS!
