La crisis sanitaria generada por el coronavirus ha puesto en jaque a las administraciones encargadas de gestionar una situación de tal magnitud. La sensación de cargar con un peso excesivo la han notado de manera especial los municipios pequeños, donde los escasos recursos tanto personales como materiales les han obligado a emplearse a fondo. Es el caso de Emperador, donde en estos meses de pandemia han vivido situaciones complicadas al tener que afrontar la pandemia "con medios caseros".
Así lo explicó en una entrevista en el programa Líderes de Aquí (99.9 Valencia) con Pere Valenciano su alcalde, Alberto Bayarri, quien no dudó en remangarse hasta el punto de ser él mismo quien ayudara a sacar la basura a personas que había dado positivo. Son solo algunas de las situaciones que se han vivido en una localidad donde, en los peores momentos, tenían que convivir sus 700 habitantes en una superficie de 33.000 metros cuadrados. Nueve calles por las que transitar cuando había que guardar distancias en la fases de la desescalada no era misión fácil y practicar deporte se convertía en toda una hazaña para los 'runners'. A la escasa superficie se suma la casi inexistencia de espacios abiertos dentro del término municipal, dado que aunque el pueblo está rodeado de huerta, no es suya.
La convivencia era complicada como también lo era mantener la desinfección de los espacios sin ningún tipo de ayuda externa. "Durante toda la pandemia nos hemos volcado con la desinfección para tratar de frenar los contagios pero no hemos contado con ninguna ayuda de otras administraciones. Se escucharon palabras muy bonitas pero nada más. Estuvimos tiempo esperando la supuesta llegada de la Unidad Militar del Ejército (UME) para reforzarnos con estas tareas de desinfección de calles y espacios públicos, pero no se produjo", relata el primer edil de esta pequeña localidad de l'Horta Nord, quien añade que fue un agricultor el que tuvo que pulverizar las calles de la población con su tractor". "Hay ayuntamientos -añade Bayarri- con más personal y con mejores medios, pero para nosotros ha sido muy complicado".
Y de los primeros meses de crisis sanitaria al momento de reparar las consecuencias económicas derivadas de las restricciones aplicadas por las autoridades sanitarias en los meses más duros. "Las ayudas del conocido como Plan Resistir han venido bien, pero ha habido algo de caos por la premura con la que se ha hecho todo", señala el alcalde, quien después de tener que repartir pronto el dinero entre los comercios afectados que se ajustaban a las condiciones de las bases aprobadas por la Generalitat Valenciana se ha visto sin recursos suficientes para hacer lo propio con otros colectivos que también ha sufrido la dureza de la crisis. "Es horrible salir a la calle y que, por ejemplo, el taxista me diga que en otros municipios están danto ayudas a su sector. A mí se me dijo que lo repartiera todo rápido y no queda dinero para estas situaciones", señala para añadir lo dificultoso que ha sido para una entidad con tan escaso personal tener que mirar factura a factura para poder repartir el dinero de las ayudas lo antes posible.
Respecto a la celebración en los próximos meses de fiestas o actos cultural, Bayarri habla de "incertidumbre" al no disponer de "unas directrices claras" para poder tomar decisiones. "Es un año de no saber qué hacer. ¿Podemos juntar a 700 personas en una plaza? ¿Podemos llevar una banda de música a las comuniones?... "Es una incertidumbre constante", concluye Bayarri.