"Nos encontramos ante una dolorosÃsima noticia, se está
haciendo a base de fetos abortado, no podemos alabarlo ni bendecirlo, todo lo
contrario. Primero se le mata y después se le manipula. Tenemos una desgracia
más, obra del diablo, porque el diablo existe".
"Tenemos el grandÃsimo problema de los desempleados. La
EucaristÃa es también paliar el hambre y que haya empleo. Brota de la
EucaristÃa que es amor que hace posible que los hombres vivamos en la unidad.
Que nadie robe o quite la dignidad del trabajo a la persona humana. Es una
exigencia del dÃa de Corpus, del amor fraterno."
Con la catedral a la mitad de su aforo en cumplimiento de la
normativa de las autoridades sanitarias, se celebró la Misa de la solemnidad de
Corpus Christi presidida por el cardenal arzobispo de Valencia, Antonio
Cañizares Llovera, a la que asistieron autoridades civiles, militares y
culturales. Concelebraron con él los obispos eméritos de Zaragoza y Lérida,
Ureña y Piris, y los auxiliares, Escudero y Salinas, además del Cabildo. Todos
los diáconos que le asistieron eran permanentes.
En su homilÃa, el prelado hizo una exposición teológica
eucarÃstica centrada en Jesús verdad, sobre la que descansa sobre la justicia,
el amor y la paz, tan necesarias para esta sociedad instalada sobre la mentira.
La EucaristÃa es el culmen de toda la vida de la iglesia. Celebrarla es
exigencia de unidad de todo el género humano, "que todos sean uno" dijo
Jesucristo al entregarnos la EucaristÃa.
Dijo que en la EucaristÃa construye la Iglesia el amor de
Dios con los hombres. Quien acoge en su corazón a Cristo hace de su vida un don
de amor a los demás. La EucaristÃa nos impulsa a reconocer la dignidad del ser
humano. Quienes compartimos el pan eucarÃstico no podemos ser insensibles a las
necesidades de los demás, máxime en este tiempo de pandemia. La EucaristÃa nos
reconcilia y nos une. Señaló que la Iglesia es EucaristÃa, es amor, no es una
ONG. Las obras de caridad no son una actividad más de la Iglesia, la actividad
esencial de la Iglesia. En este punto enérgicamente dijo que "no podemos
permitir más que se nos impida celebrar la EucaristÃa".
Y prosiguió "Tenemos el grandÃsimo problema de los
desempleados. La EucaristÃa es también paliar el hambre y que haya empleo.
Brota de la EucaristÃa que es amor que hace posible que los hombres vivamos en
la unidad. Que nadie robe o quite la dignidad del trabajo a la persona humana.
Es una exigencia del dÃa de Corpus, del amor fraterno. Caritas Diocesana
expresa lo que es la Iglesia…No podemos vivir sin la EucaristÃa. Hoy dÃa
vivimos tranquilamente sin la EucaristÃa es la vida de la Iglesia, de los
cristianos. Aunque no vaya por las calles, adoremos a Cristo. Lo haremos desde
la bendición que daremos en la puerta de la catedral a toda la Diócesis y la
Iglesia".
El punto final de la homilÃa fue para condenar –de nuevo fue
enérgico- el que se estuviera investigando vacunas contra el coronavirus a
partir de fetos procedentes de abortos. "Nos encontramos ante una dolorosÃsima
noticia, se está haciendo a base de fetos abortado, no podemos alabarlo ni
bendecirlo, todo lo contrario. Primero se le mata y después se le manipula.
Tenemos una desgracia más, obra del diablo, porque el diablo existe", concluyó.
Al término de la Misa, el prelado portando la Custodia con
el SantÃsimo presidió la procesión claustral acompañado sólo por los
concelebrantes y bendijo la Diócesis y Valencia desde las tres puertas de la
catedral abiertas de par en par, sin salir del templo.
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