Cremà municipal.EFE- Juan Carlos Cárdenas ***POOL*** Las llamas han devorado esta madrugada el cuerpo central de la falla municipal de València, el de una mujer en la posición meditativa de loto, pero han respetado momentáneamente su busto sereno, reflexivo y tapado por una mascarilla para simbolizar la resistencia y la templanza ante la amenaza global del coronavirus.
Será el 19 de julio, si se cumplen los pronósticos de las autoridades sanitarias, cuando esa gran cabeza femenina sucumba, también, al fuego purificador en que se basan las Fallas, unas fiestas que son Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad y tuvieron que aplazarse el pasado dÃa 10 ante el avance imparable de la pandemia y sus riesgos ante una convocatoria popular tan masiva.
En una decisión tomada la tarde de este lunes entre el Ayuntamiento y los artistas -Manolo MartÃn y José Ramón Espuig, con el apoyo del diseñador urbano Escif-, se acordó que lo que se ha convertido en un tótem de la lucha popular y cultural contra el COVID-19 goce de una prórroga de cuatro meses y fuera solo su cuerpo el que quedara, en este marzo ya histórico, reducido a cenizas.
Y ha ocurrido como se habÃa anunciado oficialmente, sin aviso previo ni publicidad, con nocturnidad y sin boato. La clave era que nadie se congregara en la plaza del Ayuntamiento, el "kilómetro cero" de las Fallas, para ver cómo se quemaba el monumento más turÃstico y simbólico de cada año en València, que paga el Ayuntamiento -este año, 205.000 euros- y no compite con las fallas de sección Especial.
Las autoridades sanitarias lo habÃan dejado muy claro: las Fallas de 2020 tenÃan que aplazarse por el riesgo de contagio en sus aglomeraciones; en los dÃas grandes de Fallas (del 15 al 19 de marzo) suele reunir a un millón de personas, decenas de miles a la vez en actos como las mascletaes de la plaza del Ayuntamiento, los castillos pirotécnicos del paseo de la Alameda o la Ofrenda a la Virgen.
Y la "Cremà " de las Fallas, el broche final de las fiestas que acaban el dÃa de San José, deja cada año la estampa apocalÃptica de una ciudad con cientos de fuegos por doquier y miles de ninots ardiendo sin cuartel bajo los himnos valenciano y español ante las lágrimas inconsolables de falleras mayores y niños, muchos niños.
Pero este año no será asÃ. Por primera vez en la historia fallera, y bajo la lluvia de las 0.30 horas de este martes, tercer dÃa de confinamiento en España por el estado de alarma ante la crisis sanitaria del Covid-19, la pieza de mayor envergadura de la falla que iba a girar 360 grados sobre sà misma, para dominar con su meditación cada esquina de la plaza del Ayuntamiento, ha ardido de forma espectacular sin más testigos que bomberos y policÃas.
El lema de la falla municipal de este año era "Aixó també passarà " (Eso también pasará) e iba a rozar los 20 metros de altura. Durante los preparativos para su "plantà " -prevista para el pasado domingo- se habÃa dejado el cuerpo por un lado y la cabeza por otro, con una mascarilla como gesto de solidaridad por los enfermos de coronavirus que se improvisó tras el anuncio del aplazamiento por esta pandemia.
Se trataba de un monumento innovador y que iba a girar Ãntegramente cuatro veces al dÃa para reflexionar sobre una realidad efÃmera y pensamientos y experiencias que vienen y van, como hacen las fallas al purificar con las llamas el trabajo de doce meses y, desde el 20 de marzo, subirse al carro primaveral para afrontar un nuevo año de arte efÃmero, satÃrico y evocador.
Y ese es el sentido de estas fiestas, como defendÃa estos dÃas el concejal de Cultura Festiva y presidente de la Junta Central Fallera, Carlos Galiana, al asegurar que "se tienen que quemar" y por eso propuso una cremà "a puerta cerrada" con la del Ayuntamiento y las dos de Especial (Na Jordana y Cuba-Literato AzorÃn) que ya no podÃan ser desmontadas y trasladadas hasta julio a Feria Valencia.
Llega ahora el postre más duro de las Fallas recientes, el "¿y ahora qué?" de un gremio, el de artista fallero, que llegaba ya muy tocado y ha sufrido el mazazo del aplazamiento por la pandemia, con docenas de sus monumentos guardados en naves hasta julio y sin saber cuántas comisiones falleras podrán contratarles para 2021.
Ante las pérdidas millonarias del sector por esta suspensión -media ciudad estaba ya lista en plena calle para las Fallas-, la llegada de la primavera será este año muy poco florida, con más interrogantes que certezas ante una fiesta que nunca se ha celebrado antes en pleno verano. Si el coronavirus le deja, claro.
Carlos Bazarra
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