Un equipo de especialistas formado por un forense-psiquiatra, una médico forense y una trabajadora social ha certificado este viernes ante el tribunal del jurado el cruel e intenso maltrato que sufrió durante años la madre del niño asesinado en Sueca por parte de su entonces marido y autor confeso del crimen.
También han explicado que el agresor "no tenía alterada ni la inteligencia ni la voluntad" cuando cometió el crimen; "hay gente mala, y eso no significa que esté enferma", y que dirigió su acción criminal contra el hijo porque "la madre era ya insensible a las agresiones y amenazas. Se llama violencia vicaria. No toleró perder el control sobre su mujer".
Este viernes se ha celebrado en los juzgados de València la cuarta sesión del juicio contra José Antonio A.C., de 47 años, acusado de acabar a cuchilladas con la vida de su hijo de 11 años en abril de 2022 en Sueca (Valencia).
En su comparecencia en calidad de peritos estos especialistas han relatado episodios de agresiones, amenazas, sexo forzado, "indefensión aprendida" y conductas de "restricción social" de las que fue víctima María Dolores, la madre del menor asesinado.
"Este sufrimiento se llevan en soledad y hemos de tener mucha paciencia para que las víctimas nos cuenten sus historias, ya que se abordan asuntos delicados como la sexualidad, que son necesarios para comprobar el maltrato habitual", ha explicado la portavoz de este grupo de especialistas.
En este caso, la víctima -en referencia a la madre del menor asesinado- sufrió daño físico, sexual y psicológico, que empezó cuando dijo al marido que se había enamorado de otra persona y le manifestó su intención de dejarlo. Este hecho fue el que desencadenó que las constantes vejaciones y desprecios diesen paso a agresiones y amenazas.
"Este primer episodio violento fue negado por el acusado. Nos dijo que no era cierto que su mujer se hubiese enamorado de otro, pero posteriormente, en otro momento de la entrevista nos corrigió el nombre -del supuesto nuevo pretendiente de su esposa-", han explicado los peritos.
"Cuando la mujer verbaliza su intención de dejar la relación o cuando se va de casa son momentos delicados. De hecho, el procesado nos dijo que si su mujer no le hubiese dejado todo esto -el asesinato de su hijo- no habría pasado. Esto lo admite abiertamente".
Los especialistas que valoraron la situación de la mujer han detallado varias agresiones en las que el acusado agarró por el cuello a su mujer, la empujó contra la pared, la amenazó con un cuchillo e intentó violarla.
"En otra ocasión el acusado encerró a la madre en casa, le escondió las llaves, la empujó dentro de una habitación contra la cama y trató de quitarle la ropa. Ella le pidió que la dejara, que estaba el niño en casa -en una habitación contigua jugando a un videojuego en línea-. Esta discusión fue oída por los amigos del niño, que relataron lo sucedido en clase y propiciaron que la profesora llamase a la madre para interesarse por lo sucedido", han explicado estos peritos.
La madre "claudicaba" en el aspecto sexual de su relación con el acusado "para evitar daños mayores", exhibiendo una "indefensión aprendida", es decir, que ella había "aprendido a vivir con los insultos, las agresiones y las relaciones forzadas".
Además, el asesinato de su hijo por parte de una persona "con la que mantiene un apego emocional", una persona "de la que se enamoró y con la que hizo planes de futuro" le ha hecho un enorme daño emocional que ha derivado en un cuadro ansioso depresivo. "Ha pensado en suicidarse, no tiene planes de futuro y se siente culpable de no haber detectado antes lo que sucedía".
"La mujer tiene apoyo psicológico y psiquiátrico, se ha de medicar, pero tiene un buen sustento familiar y ha empezado a trabajar, eso le va muy bien, pero seguramente siga con secuelas durante años", han relatado los especialistas citados ante el jurado.
A preguntas del abogado defensor, los mismos peritos han relatado que el día del crimen el padre reclamó a la madre que le llevase al menor para celebrar con el su undécimo cumpleaños, pero que en la casa "no había preparado nada, ni un regalo, ni siquiera había comida".
Otro de los peritos citados este viernes, un médico del centro de salud de Sueca que atendió al procesado el día del crimen, ha explicado que no detectó en él ninguna patología ni daños neurológicos, sino que estaba orientado y consciente y que no presentaba signos de intoxicación de ningún tipo.
También ha intervenido otro grupo de especialistas forenses que examinaron al acusado y que han puesto el foco sobre la "nula reacción emocional respecto al fallecido, su hijo".
"Sin preguntarle nada nos dijo 'soy diabólico, estoy endemoniado' en varias ocasiones", a pesar de lo cual los forenses creen que el acusado ha simulado unos posibles síntomas de enfermedad mental. En el momento del crimen "no hubo ira incontrolable, sino enfado programado".
"Normalmente las personas que sufren patologías mentales mejoran al entrar en prisión por la medicación (antipsicóticos) y suele aparecer en ellos el sentimiento de culpa o de incredulidad por lo que han hecho, pero no en este caso. A pesar de estar tomando esta medicación, tres meses después seguía diciendo lo mismo, que estaba endemoniado", han señalado.
Igualmente, han descartado que el procesado estuviese bajo los efectos de las drogas o mostrase síntomas de dependencia del alcohol, sino que siempre tuvo "un comportamiento coherente" y creen que una evidencia de ello es que en todo momento ha sostenido que fue el niño el que "pagó el pato" -en palabras del acusado- por la separación.