Cuando entró en el paritorio aquel día de abril de 2015, Gloria Fas no se podía imaginar que uno de los momentos más bonitos de su vida, como es dar a luz a su primera hija, iba a convertirse en una pesadilla. Una negligencia médica ha dejado a esta mujer, vecina de de Paiporta, con incontinencia anal y urinaria irreversible, de por vida, y ni siquiera los 100.000 euros que recibirá de indemnización, tras ganar el pleito contra la Conselleria de Sanidad, podrán curar las heridas tanto físicas como psicológicas que han hecho mella en ella y su entorno.
"Yo firmaría por levantarme y que todo esto no hubiera pasado", explica Gloria, que en aquel entonces tenía 35 años. "Siento rabia y mucha injusticia por esta negligencia que me ha marcado para siempre", comenta desolada, recordando el calvario que ha pasado en estos nueve años, con incluso cinco cirugías en un año, por no haber comprobado si existía un desgarro perianal tras dar a luz. Tal y como señala la sentencia, "si se hubiera detectado y reparado la lesión en el momento del parto, Gloria hubiera tenido más posibilidades de curación, de evitar secuelas o sintomatología más leve".
No fue hasta más de un año después e incontables visitas a urgencias por su incontinencia anal, cuando consiguieron detectar la lesión y operarla para repararla. Aún así, los problemas continuaron y en 2018, Gloria paso a estar en listas de espera para implantarle un neuroestimulador que le permitiera hacer una vida medio normal. Esto le provocó secuelas psicológicas como miedo al rechazo social, aislamiento y a evitar toda relación social y sexual, además de insomnio y miedo al futuro.
En abril de 2018, tres años después del parto y después de dar a luz a otra hija, se le hizo el implante, pero con una mejora solo del 60% y tuvo que volver a ser operada para reubicarlo. En todo este periplo de visitas a urgencias del hospital, Gloria ha tenido que oír cientos de veces que lo que ella tenía "se resolverá por sí solo, con el tiempo".
De tener una vida "normal", trabajando en su propia tienda de ropa, la mujer pasó a llevar pañales día y noche, con la estigmatización que implica un problema de salud de estas características. "Cuando salía de casa, por ejemplo, al parque con mis hijas, tenía que estar pendiente de tener un baño cerca y de no hacer esfuerzos por si acaso". Acabó cerrando el comercio porque no podía contratar a una segunda persona que la cubriera y su vida se convirtió en un "infierno", sin posibilidad de seguir con su proyección profesional.
Proceso "muy duro"
Aunque a una situación como esta no se puede acostumbrar nadie, ella explica que ahora se siente "emocionalmente fuerte" pero "ha sido muy duro". A pesar de todo, saca fuerzas para ver el lado positivo que ha sido "poder criar a mis hijas". "Ahora ya me he acostumbrado a vivir con el neuroestimulador y la terapía de irrigación, lo que me permite poder hacer planes, al menos de dos horas", explica.
Tampoco ha sido fácil enfrentarse judicialmente a la administración pública ni a la profesión médica. "Busqué información por mi cuenta y jurisprudencia al respecto porque sabía que lo que me pasaba no era normal", así tomó la decisión y se puso en manos del abogado Jesús Miguel Ballester para presentar un contencioso administrativo. Tras tres años de litigio, ha acabado con una sentencia a su favor, que obliga a la Conselleria de Sanidad, por el Hospital La Fe donde ocurrieron los hechos, a pagar 100.000 euros de indemnización.
"Entiendo porque mucha gente desestima denunciar estos casos médicos, es un proceso dificultoso porque tardan mucho en darte la documentación y se tapan unos a otros, pero yo tengo un sentido muy alto de la justicia y he demostrado que no es imposible", añade.
Cuando le preguntas las causas de aquel nefasto incidente, Gloria cuenta su experiencia de aquel día de abril de 2015 en el paritorio del Hospital La Fe. "Entré de parto un domingo de Pascua, antes del lunes festivo. Solo había un médico adjunto y una residente que estuvieron presentes los últimos cinco minutos. Tuvieron que usar una ventosa, que le dio al médico en la cara y salió de la sala. Acabó el parto la residente sola. Todos le aplaudieron cuando acabó porque era su primer parto, el mío también".