Manuel Civera es el protagonista de un hecho inaudito en la historia del municipalismo español, logró ser alcalde en Llíria (Valencia) y después en la localidad valenciana de Alcublas -EPDATiene "el corazón partido en dos" entre Alcublas y Llíria pero el exalcalde de ambos municipios, Manuel Civera, es consciente de que "es un orgullo" no solo tener dos pueblos, sino haberlos gobernado entre 2007 y 2015, el primero, y desde 2015 a 2021, el segundo.
"Tener dos pueblos, tener el corazón partido en dos pueblos a los que amas y a los que has podido dedicarte es curioso", reconoce el ex alcalde socialista en una entrevista con EFE, pero también es "un orgullo, una suerte muy grande" haber repartido su tiempo entre su localidad materna y la suya propia.
La casualidad y la "suerte" de estar en el lugar adecuado y en el momento adecuado, "en el momento en que te toca y te lo encargan", está detrás de esta trayectoria política, según Civera, que es un caso único en España, como han reconocido sus propios compañeros de viaje institucionales.
"La legislatura pasada estuve en la Federación Española de Municipios y Provincias, con alcaldes de todos los partidos, y lo comentamos: nadie tenía constancia de que eso hubiera pasado antes", relata.
Del trabajo cotidiano como alcalde destaca la "pasión con la que se puede vivir el día a día en el municipio": "Lo tocas todo, aprendes de todo y puedes tener la oportunidad de ver cómo se transforma el día a día, de ver cómo resuelves un problema cada día".
Una de las bases de la tarea de un alcalde, afirma, es "cumplir con los plazos, que la Administración cumpla", y asegura que es "gratificante" cuando, gracias a la agilidad en el consistorio, "ves que el sueño de otro también se cumple".
En sus años como munícipe, que terminaron en 2021 cuando, en virtud del acuerdo de legislatura, dimitió de la Alcaldía de Llíria y cedió la vara de mando a Compromís, socio de gobierno, asegura que ha disfrutado con la gente que le ha rodeado.
"He tenido equipos muy fuertes, muy potentes, y hemos trabajado con la filosofía de decir: 'hacemos lo que podemos para dejar esto mejor a los que vengan detrás'", manifiesta.
Para Civera, no fue lo mismo gestionar Llíria, con 24.000 habitantes, que Alcublas, con 607, y de ese contraste destaca la "nobleza y voluntariedad" del mundo rural.
"Hay un ejército de alcaldes y concejales del mundo rural a los que siempre hay que aplaudir, porque en estas zonas existe un 20 % de personas que sostiene el 80 % del territorio", considera.
En una ciudad de tamaño mediano, destaca la importancia de aunar fuerzas entre el equipo político y los funcionarios; sobre todo, de que los primeros sean capaces de "ilusionar" en la localidad y de que los segundos "se sientan útiles, estén cómodos y sepan que tienen una obligación pero también las herramientas para ejercerla".
Manuel Civera se declara muy político "desde joven", cuando tomó la decisión de ser funcionario de la Generalitat y, más tarde, de aceptar presentarse a la Alcaldía de Alcublas.
"Cuando pensaba que no podía estar más en ningún sitio me lo propusieron en Alcublas, y creo que fue la experiencia más bonita que he tenido, más interesante personalmente", asegura.
Para este alcalde, en el mundo rural "se aprende mucho": "Estás en la calle, con la gente, viendo lo que pasa cada día; no tienes funcionarios, te llevas al trabajo a casa y haces lo que puedes".
El cambio a gobernar Llíria, de mayor tamaño, trajo consigo el descubrimiento de que en una ciudad "es difícil salir del despacho", aunque concluye que, ya sea en el ámbito urbano o en el rural, un alcalde sigue siendo un alcalde, y "la manera de entender los problemas y de entender cómo resolverlos en el menor plazo posible es la misma".
