Persona realizando tareas a distancia. EFE. Caminar con una taza de café a través del pasillo, encender el ordenador, mirar por la ventana, fijar la vista en la pantalla y, de repente, el teléfono. La jornada laboral comienza y seguimos en el mismo punto, en casa. Para muchos, un momento agónico en el que el trabajo y el descanso parecían entremezclarse sin sentido. Para otros, los meses de confinamiento fueron una oportunidad para volver a los pueblos, y alejarse del intenso ruido de las ciudades.
Aún a día de hoy, muchos empleados no han vuelto a sus puestos presenciales, y es que algunas empresas comienzan a darse cuenta de los beneficios del trabajo a distancia. En la Unión Europea ya se habían puesto las pilas en este sentido: la media teletrabajadores es de 21,5%. Mientras, la Comunidad Valenciana ha aumentado en 32.400 empleados que se suman a esta fórmula, aunque lejos del incremento del 74% de media en España.
“Había mucho miedo al teletrabajo, porque se esperaba que llegara dentro de algunos años, y la pandemia lo ha acelerado. Muchas empresas se han dado cuenta de las ventajas que ofrece, y tengo algunas que lo están insertando como algo permanente, aunque sea de forma mixta”, explica Ximo Escamilla, presidente de la Asociación de Comerciantes de Vilamarxant. Ante esta nueva ventana que, aunque predecible, aparece como consecuencia de la digitalización, solo cabe preguntarse qué consecuencias podría traer en un futuro. De momento, parece observarse una vuelta al entorno rural.
Aquel que se abandonó ante el deslumbramiento de los centros comerciales, las oportunidades y el bullicio urbano, se convierte ahora en refugio en el que respirar aire puro. “Tenemos pueblos con un carácter muy residencial, y la pandemia nos ha dado la visión de disfrutar de la calidad del medioambiente y de vida”, defiende Chelo Herráez, directora del departamento de Promoción Económica del Camp de Túria.
Así, comenta que se está evidenciando un incremento en la compra de chalets en la comarca, “incluso en Gátova u Olocau”, con familias que se desplazan a trabajar “favorecidas por el trabajo a distancia”. La directora insiste en definir bien los conceptos: “Teletrabajo es cuando utilizamos las herramientas tecnológicas, mientras que trabajo a distancia es estar fuerza de la oficina”. No obstante, ambos pueden darse a la vez, sobre todo en los empleos que tienen simplemente una cara online.
Así pues, la apuesta por el trabajo a distancia podría convertirse en una oportunidad para las comarcas y los pueblos con menos habitantes, que han sufrido un éxodo rural en busca de otros trabajos. “Lo que quiere la gente que teletrabaja aquí es mantener una calidad de vida sin perder sus ingresos”, concreta Herráez.
Este cambio ya se había comenzado a producir, ya que el Camp de Túria había aumentado un 10% su población en los últimos 10 años, aunque como señala la directora de Promoción Económica, la mayoría de municipios tienen un carácter residencial, como L’Eliana o Bétera, e industrial, como Riba-roja. La tecnología avanza hasta el punto en el que muchos de los empleos ya tienen que ver con la Información y Comunicación. Los términos “community manager”, “programador” o “diseñador digital” ya no suenan tan lejanos. “Las nuevas generaciones ya han nacido con una interacción constante con la tecnología, y es posible que se normalice el trabajar desde casa con estas herramientas”, señala Ana García, secretaria de Formación y Empleo de Comisiones Obreras del País Valencià.
La digitalización ya se estaba observando en los trámites bancarios, y también en el comercio, pues con el Covid-19 la venta electrónica en España ha sufrido un aumento del 36%, situándose como el tercer mercado que más rápido ha todo el mundo, según un informe de eMarketer.. “Mucha gente que no había comprado nunca online se lanzó a hacerlo. Sin embargo, uno de los problemas de esta digitalización es que los comercios aún no están preparados, porque hace falta formación en comunicación, control de stock y demás”, advierte Escamilla.
“Hacer vida rural no significa dedicarse a pastorear ovejas, quiere decir tener una pequeña empresa que interactúa por Internet y puede trabajar a distancia porque tiene un despacho en casa”, matiza Manolo Martínez, alcalde de Gátova. En su municipio son conscientes de que hace faltar fijar a los vecinos en el pueblo, y por ello están desarrollando un proyecto con la Agència Antidespoblament de la Generalitat Valenciana. “Queremos captar a la gente que está harta de vivir en la ciudad y quiera cambiar de vida”, señala.
Así, en el municipio implantará una iniciativa en la que se ofrecerán casas de alquiler subvencionadas a las personas que decidan trasladarse allí. “Hay gente que antes solo venía al pueblo en vacaciones, y ahora teletrabaja desde aquí. Todo esto nos ha dado una nueva oportunidad, y en cinco años podremos ver si han venido para quedarse”, valora el alcalde de Gátova. Y es que la concentración de empresas de corte burocrático, digital o del sector servicios en Valencia es evidente: en 2019 la capital tenía 66.526 sociedades, mientras Riba-roja o Bétera apenas sobrepasan las 2.000, según los datos de Epdata. “Cualquier ciudad grande es el centro del huracán que atrae a todo lo que hay alrededor”, señala Lídia Díaz, presidenta de la Asociación contra la Despoblación. El mundo empresarial está cambiando, y puede que el trabajo a distancia consiga que esta transformación llegue también a las comarcas.
“Creo que es muy bueno que los jóvenes salgan para estudiar, ya sea Formación profesional o en las universidades, pero lo que es importante es darles la oportunidad de que vuelvan a los pueblos, para que puedan poner en práctica lo que han aprendido”, apunta Díaz.
“El problema es que no vuelven. Se pierden trabajos profesionalizados y no hay una renovación generacional”, lamenta. Según la experta, se deben poner los recursos necesarios para incentivar el asentamiento, como buenas conexiones a Internet, carreteras y trenes adecuados, entre otras mejoras. “Lo que tampoco se puede pretender es poner cosas y que no haya nadie para utilizarlas, tiene que ser un compendio, por eso tiene que haber un plan”, añade.
Los problemas
Sin embargo, no todo en el mundo del trabajo a distancia son ventajas, sino que el coronavirus también ha dejado al descubierto algunos problemas, y muy graves, que tiene esta modalidad laboral. “Antes de la pandemia había una regulación mínima del teletrabajo, y cada uno se ha pagado sus propios medios. Le hemos llamado teletrabajo pero hemos trabajado desde casa”, asegura la secretaria de Comisiones Obreras PV.
“Las empresas han visto que se pueden reducir los gastos fijos, así como los accidentes de trabajo, incluidos los de transporte”, enfatiza.
Por ello, la implantación del teletrabajo en muchos sectores de una manera forzada y sin formación ha dejado en situación de desamparo legal a muchos profesionales. “El hecho de estar en un entorno conocido como el domicilio puede llevar a que no se pare nunca de trabajar. También está el hecho de la promoción digital, porque en España existe una cultura del presentismo muy fuerte”, defiende Ana García. Añade además una consecuencia negativa dentro de la conciliación familiar, porque puede suponer una doble carga de trabajo en casa. “Es importante que el hecho de estar en el domicilio no significa que la empresa no tenga que poner todos los medios como si estuviera en la empresa, con conexión y las herramientas tecnológicas concretas”, recalca.
Comparación con Europa
España no era uno de los países con más implantación del teletrabajo. La vinculación del territorio con el empleo turístico y la industria había atrasado este proceso, que ya se podría observar en otros países. Así, antes de la crisis económica, España contaba con un 15,4% de personas empleadas en teletrabajo, que ha subido hasta el 30,2%. Por otra parte, los países más avanzados en este campo eran los Países Bajos (30%) , Francia (26,4%) o Luxemburgo (20,8%). Sin embargo, el Covid ha cambiado el terreno de juego, y ha igualado la apuesta por el teletrabajo en los demás países.Así, ahora los líderes en esta modalidad son Finlandia (59%), sigue Luxemburgo con un 56,8% y D namarca, Países Bajos, Francia o Irlanda.
En España, la Ley de Teletrabajo se estableció en septiembre del año pasado, aunque casi un año después la UGT denunció que algunos de sus requisitos, en la mayoría de los casos, no se estaban cumpliendo, como puede ser que la empresa facilite la conexión a Internet y los recursos tecnológicos.
“Ahora sí que tiene una regulación específica que tenemos que trasladar a la negociación colectiva, y la empresa tiene que cumplir una serie de cuestiones para que los trabajadores no tengan riesgos”, recuerda Ana García.
“Todas estas cuestiones que vemos como riesgos se pueden convertir en oportunidades si se negocian, porque el teletrabajo puede aumentar la productividad y ayudar en la repoblación de las comarcas, además de reducir el impacto ambiental del transporte”, recalca la secretaría de CCOO.
Lo mismo opina Chelo Herráez: “Si esto se alarga, habría que educarnos para mantener el equilibrio entre la vida laboral y personal”. Así, tanto las fórmulas mixtas como el trabajo a distancia al 100% pueden suponer una oportunidad de volver a valorar los recursos naturales y la tranquilidad de las comarcas, que en la Comunidad Valenciana tienen un gran valor. No solo para el turismo de interior, que también ha crecido en estos meses, sino para disfrutarlos por los propios vecinos, para que no opten por marcharse ante la falta de expectativas.
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