Sergio López, CEO de www.viviendea.comUn buen amigo respondió a esta pregunta de la siguiente manera: "La vivienda no es cara, los salarios son bajos". Desde esta columna ya he mostrado mi opinión en el mismo sentido muchas veces. Puede ser duro, pero es cierto.
Vamos con las "excusas" desde el sector de la obra nueva: El Código Técnico de la Edificación entró en vigor en 2006 sustituyendo a normativas de edificación obsoletas, algunas de ellas databan incluso de los años 70 y 80.
Nada tiene que ver las viviendas de obra nueva que se materializan hoy en día con las que edificamos en los años de la burbuja. El salto de calidad es evidente debido a una normativa más exigente, principalmente en los aislamientos térmicos y acústicos, pero también con mejoras evidentes en la calidad del aire, ventilaciones y salubridad. Este cambio normativo vino acompañado de una nueva normativa que mejoraba las condiciones de habitabilidad delas nuevas viviendas. Mejores y mayores dimensiones y más requerimientos de espacio (basuras, bicicletas, etc
).
Una necesaria que actualización normativa, pensada en años de bonanza, que tuvo (y sigue teniendo) una contraprestación, construir esas viviendas tiene un mayor coste.
Por otro lado, la crisis financiera provocó una sociedad "low cost" con unos salarios cada vez más bajos, que provoca poca capacidad de ahorro y poca capacidad de deuda de las personas que necesitan una vivienda y que se ven irremediablemente abocadas al mercado del alquiler.
Techos de venta cada vez más bajos, costes cada vez más altos y una carga de impuestos en el precio final cada vez mayor (no olviden el dato, en torno al 20% del precio que pagan por su vivienda son impuestos) generan un cóctel explosivo que está expulsando a los promotores inmobiliarios del mercado de compraventa y los está llevando al alquiler. No es rentable materializar vivienda de obra nueva con el riesgo que supone. Con vivienda de segunda mano a un precio netamente inferior al de obra nueva, en muchos municipios no se pueden plantear una nueva promoción, pese a haber demanda. Si a eso le unimos las nulas políticas en materia de Vivienda Protegida y la incapacidad de la administración para movilizar suelo público hacen que sea complicado ofrecer diferentes y accesibles soluciones privadas o públicas.
Siempre he defendido que en el punto medio está la solución. En este viaje no sobra nadie ni nadie es el más importante. En tiempos difíciles la colaboración público privada es parte de la solución, con contratos colaborativos que busquen el bien común, no únicamente el garantizarse votos por un lado o grandes beneficios por otro.
Y para acabar de dar luz al sector se necesita una ya generalizada apuesta por la digitilización para empatizar con todas las partes, el comprador con los agentes de la obra nueva y estos últimos con los primeros. Personas entendiéndose con personas. Porque ya hay múltiples soluciones para múltiples problemas: alquileres con opción a compra, visualización 3D, hipotecas online, vivienda a demanda,... para crear un mercado más transparente y sostenible que no pare, que no dependa de ciclos y que sea motor de una economía que lo necesita, que lo necesitamos, tanto los que necesitan una vivienda como los que podemos materializar esa necesidad.
Porque la vivienda es un derecho que todos hemos de garantizar.