Imagen de una de las calles de Aldaia. EFE/Inmaculada Martínez En el municipio de Aldaia sienten que están abandonados. Necesita camiones con volquetes para retirar los muebles y enseres inservibles que se acumulan en las calles y que los vecinos siguen sacando de sus bajos, enfangados, y necesita vigilancia porque por las noches se convierte "en una ciudad sin ley".
Es el clamor que recoge la indignación de todos y que verbaliza su alcalde, Guillermo Luján, quien afirma que para el CECOPI el sector Torrent-Aldaia-Alaquás tiene una afección baja tras la DANA.
Para Luján es "ofensivo" ante la situación catastrófica que sufre esta población de l'Horta Sud y transmite la sensación de que no envían recursos de otras administraciones porque "piensan que tenemos afección baja, como si Aldaia estuviera bien", además de la falta de vigilancia: "No hay farolas, es peligroso, una ciudad sin ley" cuando se va el sol y anochece.
No es personal humano lo que hace falta, en todas las calles afectadas del pueblo se afanan en sacar barro junto con los restos de bienes dañados, en retirar el fango de las puertas de las viviendas y en ir limpiando lo poco que ha quedado útil, desde los bancos de la iglesia de la Anunciación y la pila de agua bendita hasta los bajos de un coche, mientras voluntarios reparten mascarillas después de cuatro días de lodo y agua.
Hasta que la maquinaria no saque todos los enseres de las calles no se puede empezar con la retirada de coches por parte de grúas, que también se requerirán, ya que Luján calcula que el 80 % del parque automovilístico está en la calle e inutilizado.
Además de los cinco fallecidos del municipio y las personas desaparecidas, existe una gran incertidumbre respecto al aparcamiento del centro comercial Bonaire, totalmente inundado. "Es una incertidumbre, podemos tener malísimas noticias", señala el alcalde.
El desvío del barranco de La Saleta
Cada año Aldaia registra una o dos actuaciones por inundación de agua de lluvia, por lo que sus vecinos saben estar preparados, pero el pueblo lleva 40 años reivindicando soluciones para el barranco de la Saleta, en Aldaia, una derivación del barranco del Poyo, situado al lado de las vías del tren, que cuenta con un proyecto realizado y costaría 50 millones de euros.
Luján recuerda una conversación de 2022 con la exalcaldesa de Quart de Poblet -municipio vecino- Carmen Martínez sobre el barranco y la pérdida de oportunidad que supuso no llevar adelante el proyecto de canalización subterránea gracias a los fondos europeos puestos a disposición tras la covid, en la que comentaron que algún día tendrían que lamentar víctimas mortales: "Dijimos que era una oportunidad que lamentaríamos. Pues ha llegado, ha habido cinco muertos y personas desaparecidas".
La solución que plantean los proyectos de la Conselleria de Medio Ambiente y la Confederación Hidrográfica del Júcar, unificados en uno, es la canalización subterránea desde la zona norte de Aldaia, por el cinturón verde, la torre girada de Alaquàs y la huerta de Xirivella, para evitar inundaciones.
La integración paisajística del proyecto ha determinado la paralización de la actuación y Luján se pregunta si priorizamos "las lechugas o las personas", aunque también reconoce la disposición del Gobierno valenciano de "matizar" el proyecto para que finalmente pueda ejecutarse, y desde el Ministerio de Transición Ecológica no han puesto ningún problema.
"Llevamos 40 años de reivindicación de todos los alcaldes y alcaldesas que ha tenido el pueblo, de todos los partidos políticos, en eso no ha habido color, y siempre ha habido dificultades", unas veces económicas como en la crisis de 2008, pero la pandemia abrió una oportunidad para mejorar la situación gracias a los fondos europeos que se atascó por la conciliación de la canalización subterránea con la huerta.
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