Ricardo Sixto. //EPDA Hace ya cuatro años de las últimas elecciones. El PP las ganó prometiendo en la campaña una serie de cosas que incumplió en cuanto alcanzó el gobierno. La ciudadanía reaccionó al poco y las calles se llenaron con una enorme protesta social ante los recortes y padecimientos de millones de personas que quedaron sumidas en el paro, la pobreza o la exclusión. El 15M había hecho saltar todas las alarmas. La ciudadanía salía a las calles a exigir protagonismo y soluciones sin que fuese convocada por los medios y métodos tradicionales. Parecía que una ola de revuelta popular podría hacer tambalear las bases del sistema.
Cuatro años después nos encontramos con que el sistema ha preparado los recambios necesarios del agotado bipartidismo para garantizar la calma en las calles. Los grandes conglomerados mediáticos han aupado nuevas opciones políticas que según el Presidente de la CEOE garantizan "que ningún partido destrozaría la política económica actual" (El Mundo 07-12-2015: "Juan Rosell: Ya ni Podemos destroza la actual política económica").
Hoy mismo hemos visto como en el debate en Corts Valencianes del Presupuesto de la Generalitat para 2016, el nuevo partido que parecía que iba a cambiar tantas cosas recogiendo los anhelos de los votantes de izquierda, apenas presentaba una treintena de enmiendas y retiraba 16, precisamente las que planteaban mejoras fiscales para los mas desfavorecidos (Levante-EMV 15-12-2012:"Podemos renuncia a eliminar tasas a grupos en riesgo de exclusión social"). El apoyo a gobiernos del PSOE en varias comunidades autónomas como la Valenciana o Aragón, apenas se traduce en pequeños cambios, nada espectacular. Parece que todo hay que fiarlo a una hipotética victoria en las Generales; a un nuevo Gobierno de España que estaría repleto de fichajes estrella, de una "selección de los mejores" realizada por el gran demiurgo de la alternativa. Pero el movimiento se demuestra andando.
La gran lección y apuesta del 15M es que hay que mantener la presión de la movilización ciudadana para conseguir que las cosas se muevan de verdad. Resulta poco creíble asumir que todos los cambios pueden venir del simple empoderamiento de un reducido grupo de líderes mediáticos que una vez investidos del apoyo democrático de las urnas, vayan a enfrentarse y salir victoriosos frente a la oligarquía económico-financiera que ha venido detentando tradicionalmente el poder. La existencia y permanencia de una fuerte presión ciudadana, ideológicamente consciente del poder que engendra su continua presencia en la movilización y su exigencia de cambios, es el único motor que puede evitar que se detenga la voluntad de "poner en peligro la actual política económica". Una política que ha hecho que los beneficios de las empresas del IBEX35 hayan seguido aumentando sin problemas en los años de crisis, mientras la clase trabajadora queda a merced del paro, la pobreza y la exclusión.
Frente a salvadores de la patria de cualquier tipo, otros seguiremos apostando por garantizar el empleo desde lo público, el aumento del SMI, la jornada laboral de 35 horas semanales, la derogación total de reformas laborales de PP y PSOE, una renta mínima garantizada para las personas sin recursos, mayor cobertura del desempleo, la revalorización real de las pensiones, un potente plan de reindustrialización, garantizar el suministro básico de energía a las familias, la dación en pago con efecto retroactivo, una banca pública potente, la nacionalización de sectores estratégicos de la economía como el energético, la salida de España de la OTAN, un nuevo estado federal republicano y laico...en definitiva una propuesta seria y de fondo para ayudar a la gente y cambiar el ciclo económico de crisis caminando hacia una recuperación real que llegue a toda la ciudadanía y no sólo a las cuentas bancarias de los dueños de las empresas del Ibex35.
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