Antonio Sanchis delante de la urbanización Valle del Túria. EPDA. Comenzando por tu vertiente educativa dentro de la Universitat Politècnica de València, ¿Cómo se vive el día a día como subdirector de tu escuela?
Es bastante difícil, sobre todo en los últimos años, porque la pandemia ha cambiado mucho las cosas. Hemos tenido problemas con los aforos, con los exámenes, hemos organizado el pabellón, y ha sido bastante duro. Llevo 11 años en la subdirección, y hay mucho trabajo detrás; he estado llevando los horarios de la escuela con mayor número de alumnos, y es tener que cohesionarlo todo. También he que coordinar los idiomas transversales de toda la UPV, es decir, aquellos que se pueden cursar en cualquiera de las titulaciones.
¿De qué maneras ha influido el Covid?¿Se podría decir que la desestabilización que ha producido se ha solventado?
El Covid ha afectado a la parte administrativa y docente. El profesorado de la Universidad se puso de inmediato a colaborar para asegurar que la calidad de la enseñanza no disminuyese. Tenemos un personal de administración que no ha escatimado esfuerzos tampoco. En marzo, cuando se cerró la universidad fue toda una experiencia a la que tuvimos que adaptarnos, cambiar la forma de comunicarnos. Al profesorado le gusta estar en contacto con los alumnos, porque hay una parte de la reacción de los alumnos hacia lo que explicas que se corta. También con los exámenes, pues hubieron dificultades para adaptarse. Al año siguiente las cosas tenían que cambiar, así que hicimos clases y exámenes presencialmente, excepto casos puntuales. Ha sido una experiencia, no sé si buena o mala, pero hemos tenido que organizarlo todo. Afortunadamente ya hemos vuelto a la casi normalidad.
La Universidad si algo tiene es la necesidad de estar en contacto con las demandas del mundo actual. ¿Crees que la UPV está preparada para los retos en materia de innovación o tecnología?
Nuestra escuela tiene un alto prestigio. De hecho, cuando nuestros alumnos salen al extranjero las empresas los reclaman. Otra cosa es que, evidentemente, al alumno le falta experiencia en empresa. Los estudiantes notan que les falta esa parte, aun haciendo prácticas en empresas. Sí pienso que el alumno está preparado para el futuro laboral, porque preparamos a ingenieros industriales, biomédicos, químicos, de organización industrial, de la energía, además de a profesionales con unos másteres que completan una buena formación para la inserción laboral.. No estamos de espaldas al mercado laboral.
¿Qué camino se debería seguir para asegurar la buena formación en la UPV?
Cuando el alumno sale fuera, compara los programas educativos, y ve que en el extranjero se hacen bastantes más prácticas en empresas que en España. Debemos tender a eso. La UPV no escatima en medios innovadores, y tenemos que seguir innovando el enfoque, y posiblemente deberíamos aumentar las ofertas de empresas, para que adquiera más experiencia laboral a la hora de salir. Es uno de los retos que tenemos que hacer.
¿Qué proyección del futuro tiene de la escuela de la que es subdirector?
En la escuela, sobre todo en los últimos dos años, ha perdido su visión como colectivo. Es decir, los alumnos vienen con mascarilla, se juntan menos, el hecho de que el año pasado no todos los alumnos pudiesen asistir a clase y que los departamentos fuesen de toda la universidad se ha perdido el espíritu de escuela, de formar una familia. Uno de mis deseos es trabajar para que se recupere el espíritu de escuela, que en los últimos dos años ha empeorado mucho. Cuando fui alumno formé parte de la comisión de cultura e hicimos que la escuela se sintiese como una familia, y quiero recuperar eso. Por otra parte, me gustaría que hubiese más transparencia y comunicación con esa comunidad, que la gente pudiese tener un rápido acceso a los presupuestos y que las actas de los órganos fuesen públicas lo antes posible. La idea también es que los estudiantes se sientan orgullosos de su escuela, que al salir y trabajar en diferentes puestos puedan saber que ha sido y es una escuela con prestigio, como sucede con otras escuelas en el extranjero, para hacer visible el esfuerzo que se está haciendo.
Has comentado que el Covid ha cambiado bastante el paradigma de la administración de la universidad. Además de la formación, también eres presidente de la urbanización Valle del Túria. ¿Cómo ha afectado a la ciudadanía y a la administración?
Ha sido menos duro que en otros sitios, porque en la urbanización tenemos diferentes viviendas unifamiliares, por lo que comparados con otras zonas de España éramos privilegiados. El Covid ha paralizado un poco la actividad, el año pasado tuvimos que marcar zonas en la piscina, y en general se trataba de ir cumpliendo las normas que se iban anunciando.
¿Cómo ha mejorado la zona de la urbanización respecto a cómo te la encontraste al entrar en la presidencia?
En el último tiempo se ha recuperado alguna tradición, como la recogida de caramelos de Halloween o la merienda, aunque es verdad que la comunidad ha perdido un poco el espíritu de comunidad. Cuando entré de presidente teníamos muchos problemas, y se han resuelto todos. En el año 2001 hubo desprendimientos a partir de una lluvia torrencial, habían problemas de construcción, e incluso con problemas judiciales de por medio. La comunidad se hizo cargo y entregó al Ayuntamiento la zona de la urbanización, por lo que pasó a ser público, tras pagar el alumbrado y otras mejoras. Mi objetivo como presidente ha sido que se pueda entregar la urbanización al Ayuntamiento en perfecto estado. Cuando iba a ceder el mando, al estar todo resuelto, justo nos pilló la pandemia.
¿Cómo es la relación de la urbanización con el Ayuntamiento?
Desde que fui presidente hemos estado en contacto permanente, el Ayuntamiento sabía los problemas que habían, y no nos ha puesto ninguna traba, pero tampoco ha asumido ningún trabajo que pudiese perjudicarle. Hasta que no ha estado todo solucionado ha exigido lo mínimo que debía, ha intentado facilitar la transición.
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