Eran los últimos años del siglo XX, cuando los Alcaldes y Concejales del Camp del Turia, decidimos organizar un viaje a Roma y otras ciudades italianas, con la finalidad de poder participar en una audiencia con el Santo Padre Juan Pablo II.
Al hacer los trámites y organización del viaje me puse en contacto con Monseñor Vicente Juan, que en aquellos momentos era el Jefe de la Sección de lengua española de la Secretaría de Estado de Su Santidad. Tanto Monseñor Vicente Juan, como el entonces Arzobispo de Valencia, Don Agustín García-Gascó, allanaron todos los caminos para poder participar en solicitada audiencia.
El día 29 de abril de 1998, el Papa Juan Pablo II nos recibió a todos los participantes en aquel viaje, haciéndose eco del momento L´Osservatore Romano Nº 18 de 1 de mayo de 1998 que en su página 3 que decía: “Saludo con afecto a los peregrinos españoles y latinoamericanos; en particular a los sacerdotes que participan en el curso de actualización para el clero diocesano de España y a los alcaldes y concejales de la comarca valenciana del Camp de Turia”.
En ese encuentro obsequiamos al Santo Padre con una imagen de la Virgen de los Desamparados y como no podía ser de otra forma con peladillas y turrones de Casinos. La Secretaría de Estado, Primera Sección, en fecha 22 de junio, me dirigió una carta firmada por S. E. D. G. B. Re, de la que comparto algunas frases:
“Durante un reciente encuentro con el Santo Padre en la Audiencia general del 29 de abril, Usted junto con otros componentes de la Mancomunidad Camp del Turia, tuvo el amable gesto de hacerle entrega de unos apreciados obsequios.
Su Santidad me ha confiado el encargo de expresarles a todos su vivo agradecimiento por tan finas atenciones y, particularmente, por el profundo afecto que las han motivado… “.
Realmente fue el momento que marcó el inicio de una amistad con Don Vicente Juan y Casinos. El día de Santa Bárbara de ese año, Vicente Juan, presidió la celebración de la Eucaristía en nuestra Parroquia de Santa Bárbara.
Siguieron los encuentros en Roma, Valencia o Casinos, en muchas ocasiones nos acompañaba la recordada Paloma Gómez Borrero, naciendo un profundo afecto difícil de olvidar. Siempre que llegábamos a Roma, teníamos un interlocutor muy válido, pudiendo referir multitud de anécdotas que harían interminable este relato.
Como en Casinos, no teníamos reliquia de san Roque, el entonces sacerdote de Casinos D. Víctor Aleixandre le hizo la oportuna demanda y el día 16 de agosto del año 2004 a la hora de la procesión en la ermita de San Roque, llegó Monseñor Vicente Juan, con el Relicario traído desde Roma con la reliquia de San Roque. Fue recibido por las Jerarquías religiosas, Autoridades, Banda de Música de Casinos y pueblo allí reunido, que no tardaron en acercarse a venerarla.
Aquella noche en el programa de fiestas había una cena popular y D. Vicente cenó en nuestro pueblo el bocadillo que repartieron los clavarios, disfrutando de las fiestas de Casinos.
En el año 2005. Siendo ya Obispo de Ibiza, quiso compartir con nosotros el día 18 de agosto, pues él siempre me recordaba que había venido a Santa Bárbara, a San Roque y le faltaba conocer la fiesta del Santísimo Cristo de la Paz, nuestro sacerdote D. Santiago Bohigues, lo invitó y presidió el día de nuestra fiesta principal.
En al año 2007, el día 27 de marzo, nos ofreció su predicación en el Septenario de la Virgen de los Dolores compartiendo esta antigua tradición. En otros momentos también ha estado a nuestro lado, sintiendo los momentos de dolor de personas muy estimadas con las que convivió en esas visitas mencionadas.
El 15 de agosto del año 2009, quiso estar cono nosotros, en la presentación del libro que publiqué: “El Santísimo Cristo de la Paz y Casinos”, vino con su madre y su familia… el tiempo y la historia nos alejan de las personas para encontrarnos en la otra vida.
Recuerdo es la palabra que define el momento. Vivir de recuerdos. Se fue nuestra amiga Paloma, se fue su hermano José Manuel. Se fue su madre: Pepita y ahora nos ha dejado Vicente. La eternidad es eterna y la muerte no conoce a nadie.
Puedo sentirme agradecido por haber compartido con Don Vicente muchos momentos de la vida. A veces los sacerdotes, los obispos, viven momentos de soledad, de tensión (no es oro todo lo que reluce), como los podemos vivir cualquiera de nosotros y es bueno tener “alguien” con quien poder hablar. La confianza es importante en muchos momentos de duda y sentirse abandonado no es bueno.
La salud se pierde, en este caso la vela de la vida, se fue apagando, del Monseñor que conocimos en Roma, al Obispo Auxiliar de Valencia existe una cadena de acontecimientos, marcados por una mermada salud, que han desembocado en rendir este pequeño homenaje a título póstumo al amigo, al Obispo Don Vicente.
Descansa en Paz, ya te habrás encontrado con tus padres, con tu hermano, con Paloma (la Colomba, como le llamábamos entre risas) y con el Padre eterno… Las personas solo estamos de paso, somos un regalo de la vida, del cielo. Nada es para siempre, pero si me tengo que quedar con algo bueno de ti, es que siempre me trataste como a un amigo de verdad o como a un familiar.
Gracias por toda la confianza que me diste, gracias por compartir tantos amigos y tantos buenos momentos y gracias porque juntos muchas veces nos encontramos con un santo llamado Juan Pablo II (cuantas veces me dijiste, enseñándome su foto: “yo solo lo tengo a él y a la Madre Teresa de Calcuta”)… feliz viaje Vicente. Espero hayas encontrado toda la paz que mereces. Nosotros nunca olvidaremos que siempre estuviste atento a cuanto te pedimos y que además de los turrones de yema, querías mucho a Casinos.
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