Vicente Sanchis Gabarda /EPDA Lunes doce de diciembre, apenas son las veintiuna horas y llega un silencioso mensaje con la desgarradora noticia de que nos ha dejado Vicente. Se fue, su dolor silencioso y esperanzador le arrebató la vida, segó su camino y marchó camino de la eternidad.
Recorrió en los mejores años de su juventud, de su vida, de su trabajo, de su experiencia esa autopista que empieza en la tierra, en Casinos y llega hasta esos límites tan altos que nunca queremos alcanzar. Los momentos de duda, de ilusión, de experimentar atractivas mejorías, dejaron paso al silencio, a la impotencia y al desenlace jamás deseado y nunca esperado.
Vicente, se nos han quedado muchas conversaciones a medias, se han quedado muchos momentos difuminados en el espacio, pero lo que nos has dejado es el sello imborrable de tu vida, la pasión que siempre pusiste en todo, el buen hacer que te caracterizó y la integridad con que te diste a todo aquello que te debías.
Discreción, afabilidad, servicio y eficacia, son las palabras que con toda sencillez definirían tus acciones. Acciones que extendías desde tu ámbito laboral relacionado con la sanidad, siempre atento a quien a tu puerta llamaba, hasta los cargos que voluntariamente desempeñaste tanto en AVA – ASAJA, como en las diferentes Concejalías que atendiste en el Ayuntamiento de Casinos.
Tu afición por la música te hizo estar al lado de tu esposa Ana y de tus hijos Claudia y Álvaro, consiguiendo interpretar esa hermosa partitura que está reservada para los más grandes genios, para toda la familia que con ilusión abraza la música.
Siempre unido con ellos al mundo de las fallas, ¡cuántas ilusiones, cuántas lágrimas, cuantos momentos vividos labrados de felicidad y armonía! ¡Cuántas horas dedicadas a todos, a tu familia, a tus amigos, a tu pueblo, atendiendo a quien te ha necesitado!
La vida es así, de la noche a la mañana, te sientes mal, lo grande empequeñece y el mundo se derrumba. Has sido un luchador nato, quisiste correr la carrera de fondo para superarlo todo, pero en ocasiones somos impotentes ante la enfermedad. Hay angustias que superan todos los esfuerzos y la espiral de la vida la absorbe la muerte.
Nunca estamos preparados, nunca. Hay mil preguntas que somos incapaces de responder. Un largo etcétera de “porqués” a los que no encontramos respuesta. Momentos duros, pero los que tenemos fe, un poco de fe, podemos decir que la eternidad nos espera para abrazarnos uniéndonos para siempre.
Al escribir estas letras pienso en toda tu familia, pero es necesario que tenga un recuerdo especial para tu madre, para la tía Fina. En 1991 ya perdió a su hijo Pepe, ahora a su hijo Vicente. Recuerdo mis años de estudios infantiles y juveniles, pasando muchas horas en esa casa; era nuestra segunda casa, siempre llena, siempre abierta, siempre acogedora… hoy veo la casa vacía, admiro la sombra de las grandes personas que la habitaron, siento el dolor recordando a todos los que se han ido.
Seguramente, el tío Pepe, Pepito y Vicente, ya se habrán fundido en un abrazo, ya están en la verdad; aquí quedan la tía Fina, su hija y tu hermana Fina con toda su familia y esa querida familia, tu familia, Vicente, con la que hoy compartimos el dolor de tu ausencia.
No me sale decirte adiós, no. Te digo un hasta luego, porque sé que tienes un corazón generoso, limpio y luchador, lo has demostrado. Cuando una persona joven como tú, se va, deja una estela de paz, un resplandor de fuerza, un legado de esperanza.
Gracias por todo lo que nos has dado, gracias por ser como fuiste, gracias por tu prudencia… gracias por tu generosidad, solo te digo, ¡Hasta luego Vicente!
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