Las vistas al inicio de la ruta. EPDA.
Embalse de Loriguilla visto desde arriba, en la mitad del trayecto. EPDA.
Uno de los puentes colgantes. EPDA.
Chulilla, al salir de la senda. EPDA.El paraje natural de La Serranía, como bien se sabe, tiene mil rincones por descubrir. Algunos se esconden de la mirada, mientras otros, como la ruta de Los Calderones -o los Puentes Colgantes- de Chulilla, son de sobra conocidos por los vecinos de la comarca. No por ello uno se cansa de visitarlos. Esta ruta cuenta con algunos de los reclamos más interesantes para los amantes del senderismo; desde impresionantes paisajes de montaña, con un cañón cuyas piedras discurren hacia el abismo, hasta curiosos retazos de historia con paredes teñidas de pinturas rupestres. Un viaje al interior de La Serranía-
1: Inicio de la ruta
El punto de partida más usual es el aparcamiento situado al inicio de la ruta, pues con unos pasos estaremos ante la primera señalización de Los Calderones. En este punto, el senderista decidirá si prefiere seguir la ruta corta -unas dos horas de duración-, o la más larga -algo más de cuatro horas, con pinturas incluidas-.
2 y 3: Los miradores
Tras caminar unos diez minutos se encuentra el primer paisaje espectacular, con un mirador hacia el cañón de piedra. Se trata del Mirador de la Carrucha, desde el cual se observa el Charco Azul y El Salto. En el fondo, discurre un arroyo, rodeado de verde y aromas naturales. Para los más reacios al vértigo se recomienda no asomarse demasiado, porque uno de los puntos interesantes de la ruta es la adrenalina de tener que caminar a poco menos de un metro del borde de las rocas que bordean el despeñadero. Si dejamos de mirar el suelo por un momento, podremos admirar la variada vegetación que viste de lado a lado la zona.
4. Hacia los puentes
Esta etapa de la ruta es la que dará el popular nombre de “los puentes colgantes”. Y es que, tal como explica el cartel que encontraremos al inicio del recorrido, este camino fue creado debido a la necesidad de que los obreros pudiesen recorrer la zona para la construcción del embalse de Loriguilla en los años 50. No obstante, estos puentes fueron destruidos por una riada de finales de la década. No ha sido hasta 2013 cuando se han reconstruido estas infraestructuras. Por tanto, su uso a nivel turístico continúa siendo seguro. El primero de los puentes tiene una longitud de 20 metros y una altura de 15 metros sobre el río. Al atravesarlo podemos notar que el puente se tambalea, sobre todo si varias personas se mueven a lo largo del mismo, pero sus cables de acero se encuentran anclados a las rocas que los sujetan. El segundo puente discurre por debajo del río,
5. El embalse
Una vez cruzados los puentes, la ruta continúa hasta llegar al embalse de Loriguilla. En este punto se da la vuelta al recorrido para llegar a la zona de las pinturas. En este lado del recorrido podremos observar mucha más vegetación, dejando atrás los despeñaderos. Así, la continuación de la ruta será en sentido ascendente, a través de caminos marcados mediante señalización a través del monte. Una de las vistas más bonitas se encuentran en este punto, pues al subir hacia la montaña iremos dejando el embalse atrás, y tendremos una panorámica de todo lo subido. En este punto podremos seguir el camino rodeando las montañas o a través de la naturaleza, pues se puede seguir la senda por diferentes lugares.
6. Las pinturas
A lo largo del recorrido a través de las sendas boscosas, encontraremos la señalización que nos llevará a las pinturas rupestres. Habrá que atravesar un sendero a la derecha para llegar a ellas. Desde lejos se ven ciertas sombras que dejan entrever los dibujos rupestres, pero no será hasta acercarnos cuando podremos comprobar las figuras que completan los animales representados.
Este será uno de los puntos más conflictivos para ascender, ya que está situado por encima del sendero, y para llegar al abrigo de roca que alberga los dibujos tendremos que subir por una escalinata de madera. Según los investigadores, este estilo corresponde al arte rupestre levantino, del período epipaleolítico, que se extiende desde algo después del3.500 al 2000 a.C. Aunque no ha existido una gran investigación sobre estas pinturas del Barranco de Falfiguera, este tipo de expresiones artísticas representaban situaciones comunes de caza, batallas o rituales. Una magnífica oportunidad para trasladarse al pasado sin salir de la Comunidad, disfrutando de los secretos guardados entre las rocas de Chulilla.
7. Fin del trayecto
El trayecto finaliza volviendo al sendero principal, que acaba enlazándose a la carretera que lleva a Chulilla, por lo que durante el regreso al pueblo, el cual atravesaremos para volver al aparcamiento, podremos tener una vista completa de Chulilla. Una experiencia para disfrutar sin irse lejos de Valencia.
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