Chelo Poveda
8M En una etapa de la madurez de mi vida, en las puertas de la senectud reflexiono sobre este movimiento transversal y arrollador que es el movimiento feminista.
La lucha de nuestras madres y abuelas nos trajo avances sociales para las mujeres como el derecho al voto, al divorcio o al aborto, pero ¿cuál será nuestro legado que sin duda las que nos sucedan van a continuar?
- Ser libre e independiente económicamente: Aún resuena en mi cerebro un lema machacón que escuchaba de pequeña “hija fórmate y se capaz de ganarte la vida de forma independiente, que no tengas que depender nunca económicamente de un hombre”. Por suerte en mi caso pude seguir ese consejo de manera individual y lograr ese objetivo, pero sigue pendiente de conseguirse de manera colectiva a día de hoy. Pienso en la gran cantidad de mujeres que se ven sometidas a violencia física y psicológica, explotación sexual y laboral a consecuencia de esa falta de independencia y de la precariedad.
- Conseguir la corresponsabilidad: Que no recaigan sobre nuestras nietas las tareas y los cuidados, como nos ha ocurrido a las mujeres de mi generación. Nosotras hemos soportado el peso en primer lugar como madres criando a nuestros hijos y ahora lo estamos soportando como abuelas cuando las fuerzas ya flaquean. Situación agravada durante la pandemia y el confinamiento, una época en la que las cifras indican que son de nuevo las mujeres las que más han sufrido sus efectos adversos (incremento de la brecha salarial o la priorización del trabajo de los varones que ha sobrecargado a las mujeres con el trabajo doméstico).
- Tener relaciones de pareja sanas: Vivir relaciones basadas en la igualdad y el respeto, alejadas del mito del amor romántico, compañeros en este transitar por nuestra existencia, no buscamos un Príncipe Azul que nos tutele y proteja.
- Decidir sobre su cuerpo: Dar oportunidad a nuestras nietas de decidir sobre su propio cuerpo que es su templo, alcanzando también el derecho a la libre determinación de la identidad de su género.
- Elegir libremente la profesión: Favorecer que nuestras nietas puedan elegir su profesión alejándolas de factores culturales, los estereotipos sobre los roles de la mujer y acercándolas a los modelos a seguir: científicas, investigadoras, astronautas o formar parte de un consejo de administración de una empresa sin que ello suponga una rareza. Sin embargo, esto tampoco será plenamente alcanzable mientras las mujeres no puedan compartir de manera equitativa la carga doméstica, del cuidado y la gerencia del hogar, ello nos hace volver a la casilla de la desigualdad en la que volvemos a caer cada vez que movemos ficha.
Sigamos repitiendo de forma machacona a nuestras nietas: “sé independiente económicamente para ser libre, exige la corresponsabilidad en las tareas domésticas y de cuidados, no busques un Príncipe Azul sino un compañero, sé libre para determinar tu identidad de género y tu profesión”.
No será fácil, pero ellas seguirán luchando y muchas lo conseguirán.
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