Imagen de archivo de un supermercado. /EPDA ¿Cuál será el futuro de los consumidores europeos una vez que expire la Nueva Agenda del Consumidor diseñada para el período 2020-2025? Este ha sido el foco de la reunión informal de los representantes de Consumo de los Estados miembros llevada a cabo en Bilbao. Adoptada en 2020, la Agenda introduce una visión política de los consumidores basada en algunos ámbitos clave como la transición ecológica, la transformación digital, la defensa de los derechos de los consumidores, las necesidades específicas de determinados grupos de consumidores y la cooperación internacional. Con la mirada puesta en la redacción de la próxima Agenda, el evento ha servido para analizar el éxito de las iniciativas puestas en marcha durante este período marcado por circunstancias extraordinarias como la pandemia de la Covid-19 y la guerra en Ucrania.
El foco de la reunión ministerial de Consumo celebrada en la ciudad vasca estuvo puesto principalmente en dos cuestiones: el consumo sostenible y los derechos de los consumidores. Con respecto al primer punto, el secretario general de Consumo y Juego, Rafael Escudero, aseguró que en los próximos meses se aprobarán medidas destinadas a impulsar el consumo responsable y sostenible, en línea con las prioridades de la Presidencia Española del Consejo de la Unión Europea. Según Escudero, la totalidad de las delegaciones se han puesto de acuerdo sobre la necesidad de adoptar políticas de consumo destinadas a abordar la emergencia climática y la lucha contra el cambio climático.
Entre las propuestas que se han debatido ha destacado el expediente legislativo sobre alegaciones ecológicas. Se trata de la Directiva sobre nuevas normas para fundamentar las alegaciones ecológicas, conocidas también como ‘green claims’, que tiene como objetivo establecer pautas contra las declaraciones medioambientales engañosas y contra las prácticas empresariales de ‘green washing’ o blanqueo ecológico. Esta iniciativa prevé un mayor control y transparencia con respecto a las etiquetas utilizadas por fabricantes para promocionar sus productos.
Garantizar que los consumidores reciban información medioambiental fiable, comparable y verificable. Ese es el principal objetivo de la propuesta de Directiva adoptada por la Comisión Europea en marzo de este año y que apunta a incrementar el empoderamiento de los consumidores.
“Permitir a los consumidores tomar decisiones con conocimiento de causa” es una de las metas de la adopción del etiquetado ambiental. Una frase que recuerda a otro proyecto que ha resonado en los últimos años en el seno de la Comisión, el del etiquetado nutricional. La semejanza no es casualidad ya que la propuesta de alegaciones ecológicas se enmarca dentro de la hoja de ruta del Pacto Verde Europeo que reagrupa otras estrategias como la capacitación de los consumidores para la transición verde y la estrategia “De la Granja a la Mesa”. Bajo esta última se plantea la propuesta de un etiquetado nutricional obligatorio y armonizado a lo largo de la UE en la parte frontal de los envases.
Por el momento, la implantación de un etiquetado nutricional en los mercados de la UE es de carácter voluntario ya que la Comisión aún no ha presentado una propuesta.. La elección de un único modelo no está resultando sencilla debido a la gran oposición que hay contra el sistema que había ganado espacio, el semáforo nutricional de colores y letras, conocido como Nutri-Score.
España fue uno de los mercados en los que se introdujo el etiquetado NutriScore de manera voluntaria y luego se dio marcha atrás. En julio de 2021, todos los grupos de la diputación aprobaron de manera unánime la moción
presentada por el PP para detener la aprobación del sistema NutriScore como sistema de etiquetado nutricional frontal en España con el fin de defender los alimentos tradicionales españoles. En octubre de ese mismo año, la Comisión de Sanidad y Consumo del Senado aprobó la moción para detener la implantación del sistema con el objetivo de “evitar las incertidumbres a las empresas del sector alimentario y la confusión a los consumidores”. En lugar de empoderar al consumidor, esta etiqueta acaba generando confusión.
La Directiva sobre etiquetado ambiental busca frenar el “greenwashing” y por ende, obliga a los fabricantes a justificar el uso de etiquetas con términos como “ecológico” o “natural”. Mientras tanto, el uso que se le está dando al etiquetado nutricional es exactamente el opuesto. Periodistas, expertos en nutrición y científicos han manifestado su preocupación debido a que algunos fabricantes de productos alimenticios utilizan el etiquetado nutricional para “blanquear” la imagen de sus alimentos, a tal punto que califican al NutriScore como una “herramienta de marketing” o de “health washing”.
En una
publicación, Stephan Peters, director científico de la Asociación Holandesa de Productos Lácteos demuestra cómo los productos logran obtener una mejor nota en el Nutri-Score, sin mejorar su composición nutricional. Para ello utiliza el ejemplo del fabricante de los cereales Nesquik para niños, promociona la etiqueta NutriScore A para alegar que el producto, con azúcares añadidos, es saludable.
Mientras la UE comienza a pensar en los puntos prioritarios de la Agenda que se adoptará a partir de 2025, está claro que el empoderamiento de los consumidores debe estar en el centro de cualquier estrategia. Así como también queda claro que las etiquetas engañosas deben formar parte del pasado ya que va en contra del principal objetivo de empoderar al consumidor.
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