El Puerto de Catarroja se pudre en la descomposición y la basura por la falta de respuesta institucional

Seis meses después de la devastadora DANA, el Puerto de Catarroja, una joya del Parque Natural de l'Albufera, continúa sumido en un estado de abandono y deterioro alarmante. Lo que alguna vez fue un lugar emblemático para la pesca tradicional y la navegación en vela latina, hoy presenta un panorama desolador: barro podrido, basura acumulada y embarcaciones deterioradas que se pudren en un entorno que huele a descomposición.​

El alud de cañas y lodo que arrasó el puerto ha dejado una capa de hasta un metro de espesor en algunas zonas, creando incluso pequeñas islas que impiden la navegación. La acumulación de residuos industriales tóxicos, arrastrados por las riadas, ha agravado la situación, afectando no solo al puerto sino también a áreas cercanas como el Tancat de la Pipa.​

A pesar de los esfuerzos de algunos vecinos y agricultores locales que, con medios propios, han intentado despejar caminos y accesos, la respuesta institucional ha sido insuficiente. El Ayuntamiento de Catarroja ha aprobado un presupuesto para 2025 que incrementa en 10 millones de euros la partida destinada a la reconstrucción tras la DANA, alcanzando un total de 38,1 millones. Sin embargo, la situación continúa siendo de emergencia y que no se puede hablar de reconstrucción mientras persistan las condiciones actuales.​

La falta de coordinación entre administraciones y la lentitud en la ejecución de las obras necesarias han generado críticas entre los residentes, que denuncian la inacción de las autoridades locales, autonómicas y estatales. La situación del Puerto de Catarroja es un reflejo de la asimetría en la recuperación económica de las zonas afectadas por la DANA, donde la reactivación avanza a diferentes ritmos y muchas empresas y servicios aún operan por debajo de lo normal.​

El Parque Natural de l'Albufera sigue lejos de su estado normal, con la presencia significativa de residuos y una calidad del agua comprometida, lo que pone en riesgo tanto el ecosistema como las actividades económicas y culturales que dependen de él.​