El entrenador del Valencia, Carlos Corberán, en una imagen reciente. EFE/Adrián Ruiz Hierro
En el Valencia, tras la derrota en Mestalla del sábado ante el Villarreal, se encienden ya las alarmas, ya no solo por los resultados, que han llevado al equipo por primera vez en esta temporada a ocupar un puesto en la zona de descenso, sino también por la sensación de impotencia de su juego.
Tras diez jornadas disputadas, el Valencia sólo ha sido capaz de ganar dos partidos y empatar tres, lleva cinco sin conocer la victoria, solo ha sumado dos de los últimos quince puntos en juego y la próxima jornada visita el Santiago Bernabeu y a continuación recibe al Betis, dos compromisos que no invitan precisamente al optimismo y que podrían agravar aún más la crisis valencianista.
El Valencia vuelve a estar, como hace un año, en puestos de descenso, una situación que propició la llegada en diciembre del actual técnico Carlos Corberán, para sustituir a Rubén Baraja.
Corberán, que cayó de pie en el banquillo valencianista la pasada campaña cuando llegó en el mercado invernal y fue capaz de enderezar a un equipo hundido en la clasificación e incluso hacer soñar con Europa, ha visto como esta campaña no es capaz de dar con la tecla.
En la rueda de prensa posterior al duelo autonómico con el Villarreal, insistió en que "la frustración siempre hay que evitarla porque es opuesta al rendimiento. Si hay frustración no hay rendimiento y si no hay rendimiento no se ganan partidos. Dolido es el adjetivo que más define ahora mismo al cuerpo técnico, a la plantilla y al valencianismo".
Pese a ello, admitió que entiende el enfado de los aficionados, que un partido más en Mestalla acabaron silbando a su equipo e incluso, en una escena muy significativa, a su capitán y referente Jose Luis Gayà, que tras ser sustituido tuvo que recorrer gran parte del estadio por la banda, donde fue reprendido por muchos seguidores mientras el futbolista ganaba el banquillo cabizbajo.
Pese al intento de viraje en la política deportiva el club con la llegada de Ron Gourlay a la dirección el club y tras solo vender a Christian Mosquera, retener al resto de jóvenes valores como Javi Guerra, Diego López y César Tárrega, y propiciar la llegada de más jugadores fichados que en calidad de cedidos, el técnico Corberán no ha conseguido encajar las nuevas piezas que tampoco están ofreciendo todavía el rendimiento de los futbolistas que dejaron el club este verano.
La sobriedad del portero Julen Agirrezabala no está dando los puntos que sí daba Giorgi Mamardashvili, en defensa, las actuaciones de Copete están aún muy lejos de las prestaciones un Mosquera que triunfa ahora en el Arsenal, y en el centro del campo Santamaría no ha hecho olvidar, ni mucho menos, al argentino Enzo Barrenechea a por el que el club no se lanzó a por su fichaje y acabó recalando en las filas del Benfica.
Tampoco en ataque el argentino Lucas Beltrán, que este sábado disfrutaba de su primera titularidad, ha ofrecido el espectacular rendimiento de Umar Sadiq en la segunda parte del campeonato tras llegar cedido y que intentó todo para fichar por el Valencia pero finalmente tuvo que quedarse en la Real Sociedad.
Tan solo Arnaut Danjuma está respondiendo. El fichaje estrella del Valencia, un descarte del Villarreal, es una clara evidencia de los nuevos tiempos y el cambio de estatus del club, superado desde hace años prácticamente a todos los niveles por la entidad castellonense.
Mientras tanto, Mestalla ha dejado de ser un factor decisivo como lo fue en la segunda vuelta de la pasada campaña y a pesar de que la afición sigue respondiendo y llenando el vetusto estadio, el Valencia tan solo ha sumado 7 de los 15 puntos que ha disputado como local; mientras que a domicilio sigue mostrando la vulnerabilidad de la que hizo gala la pasada campaña.
Aún queda mucha Liga, pero las alarmas ya se han encendido en un equipo que en las últimas temporadas ya ha coqueteado con el descenso y que no da alegrías a su afición desde la etapa del tándem que formaron Mateu Alemany en los despachos y Marcelino García Toral en el banquillo, y que el expresidente Anil Murthy con la connivencia del máximo accionista Peter Lim dinamitaron.
El técnico que ahora triunfa en su segunda etapa al frente del Villarreal hizo un diagnóstico demoledor tras el partido del sábado de su exequipo: "Es una pena pero el dueño (Lim) lo quiere así. Es una falta de respeto enorme hacia el Valencia como club y hacia la afición. Me tocó vivir cosas maravillosas y esta afición estoy seguro de que no se merece esto. Debe ser triste para todos. Los futbolistas no son los culpables de esta situación".
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