Juan Vicente Pérez, exdiputado Nacional del PP. / EPDA Con la primavera ya entre nosotros, seguimos confinados en
plena crisis sanitaria. Pasaron nuestras fiestas Josefinas y entramos en
vísperas de una Semana Santa de recogimiento, esperando el pico de la pandemia
en nuestro país y rompiendo récords de ineficiencia e irresponsabilidad por
parte de un Gobierno desbordado. Parapetado tras el relato fabricado en los
laboratorios monclovitas, el social-comunismo gobernante sigue su hoja de ruta.
Luchas internas y juego de egos en plena crisis, mientras la sociedad sigue
demostrando porqué somos un gran país, a pesar de nuestros actuales gobernantes.
Un gobierno desbordado que ha puesto de manifiesto la
debilidad de la coalición populista, más preocupada en salvar su imagen y cuota
de poder, que de poner soluciones efectivas encima de la mesa. Con una
cronología de la crisis que pone en evidencia su actuación y que demandará la
asunción de responsabilidades cuanto todo haya pasado, las mismas que ellos
siempre exigen a los demás, seguimos asistiendo a la ceremonia de la confusión
en la que ellos se mueven como pez en el agua. Previsores de la reacción de una
gran parte de la sociedad que exigirá responsabilidades, se han puesto ya en
marcha para generar un nuevo relato que les exima de ellas. Un relato donde el
culpable es otro, donde ellos solo son víctimas del contexto. “Esto no se podía
saber“ nos dicen ahora, preparando ya el terreno para que todos sus altavoces
mediáticos activen el “modo escudo”, derivando la culpa hacía los demás.
Lógico, pues disponen de la inmensa mayoría de Medios a su disposición, rehenes
de su peaje ideológico.
Mientras ellos siguen gestionando el caos, provocado por
ellos mismos, la crisis sanitaria va en aumento. Pero acompañándola, la crisis
económica ya está llamando a las puertas de nuestra economía y tras ella, la
temible crisis social. La ineptitud manifestada tras la demora en la toma de
decisiones estratégicas, desoyendo a la propia OMS y las continuas
rectificaciones, demuestran que este no es un gobierno para gestionar la
crisis, porque es él mismo quien está en crisis, por mucha publicidad que le
hagan.
Una crisis blanqueada por sus efectivos Medios de
comunicación, que cargan sin vergüenza contra aquellos gobiernos autonómicos o
locales gobernados por el PP. Precisamente aquellos que reaccionaron más rápida
y contundentemente, alertando de la gravedad de situación y exigiendo al
Gobierno de Sánchez corresponsabilidad. Pero no solo desde el ámbito político.
Autónomos, trabajadores, empresas han venido alertando de la
falta de agilidad y de previsión. Las decisiones tomadas han quedado en
insuficientes nada más publicarlas en el BOE y su implementación choca contra
ese muro burocrático que su propia improvisación ha generado.
Estamos ante una crisis global que sin lugar a dudas
generará un nuevo orden mundial. Un cambio de paradigma que marcará el paso de
los próximos decenios. Lo han visto todos. Lo han advertido muchos, pero aquí
siguen en su particular revisionismo histórico para aprovechar esta situación y
propiciar un cambio de régimen por la puerta de atrás. Ambición irresponsable
de quien dirige los designios de todos desde la Moncloa, agravada por la letra
pequeña de los pactos con aquellos que buscan esa manipulación política de la
crisis, para quebrar el sistema del 78. Una incomprensible lucha de poder en
unos momentos donde la unidad de acción es imprescindible y la coordinación de
la compleja gobernanza multinivel prioritaria.
Primero los recortes del PP, para seguir con la Monarquía o
a la inversa. El virus populista ya está dispuesto para inocularse en una
sociedad adoctrinada para buscar responsables. Su supuesta superioridad moral
les permite sin ningún tipo de rubor, menospreciando la mínima ética pública,
maniobrar en ese sentido. De ahí la importancia de apuntalar las mismas
cuadernas de nuestro estado social y
democrático de Derecho.
La izquierda populista se exhibe para demostrar que está por
encima de la Ley. Toda una declaración de intenciones ante esta crisis
poliédrica (sanitaria, económica, social y democrática), anteponiendo la
ideología al bien común, al interés general. No nos valen ya medias tintas. Es
tiempo de reaccionar, de estar prevenidos ante el envite. Mientas el COVID-19
pone a prueba nuestras defensas desde el heroísmo de todos aquellos que se
están dejando la piel en combatirlo, preparémonos para esa otra ofensiva, que
como sociedad cosmopolita debemos articular para ganar la batalla a ese otro
virus letal, el virus del populismo que busca sociedades enfermas para
implantar su propia dictadura ideológica. El arma letal de la nueva política
social-comunista y su manual de supervivencia.
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