La decisión de crear una empresa siempre es complicada, implica comenzar un camino sin apenas manual de instrucciones, para el que no todo el mundo está preparado. La posibilidad de que años después el mundo se vea azotado por una crisis pandémica lo hace incluso más complicado. Pero, si además de todo esto, la empresa se sitúa en una zona rural, el reto de prosperar comienza a verse como un camino inalcanzable. Son muchas las trabas que se esconden tras emprender en los pueblos ―mala conectividad, estar alejado de las instituciones, poca densidad de población, entre otros― y mientras, los negocios “de siempre” dejan de tener un relevo generacional, con una población que envejece. “El acceso a una conexión a Internet de calidad no está cubierto en todos los territorios de interior. Además, en muchos casos las comunicaciones terrestres no están cubiertas y esto supone que los tiempos y costes de desplazamiento son mayores”, defiende Jordi Tormo, técnico de Promoción Económica del Centro Europeo de Empresas Innovadoras de Valencia.
La Serranía, pese a los avances en materia de turismo rural, sigue teniendo una conectividad deficiente si lo comparamos con el resto de comarcas de costa. En estas, debido a la mayor densidad de población, la conectividad y el turismo de playa, se puede observar una concentración empresarial que deja fuera a los lugares del interior. Tormo también destaca que en muchos casos hay una falta de atención a los emprendedores dentro de los municipios de interior. Según datos del CEEI, de las 184.418 empresas situadas en la provincia de Valencia, 1.029 se localizan en La Serranía. Es decir, un 0,55% de empresas, teniendo en cuenta que la mayoría son pequeñas o medianas empresas. Destacan las relacionadas con la hostelería, la construcción y el pequeño comercio. Así pues, la ola de digitalización e inversión en las TIC que se vive en otros lugares de España aún camina a paso lento dentro de esta comarca.
“La pandemia ha hecho que perdiera mi anterior trabajo, así que ahora dedico todo mi tiempo a mi nueva empresa, que está yendo bien”. Son las palabras de Natalia Martínez, de Villar del Arzobispo, que apostó por crear una empresa de personalización en el pueblo tras la desaparición de la última que quedaba. De Puntetes. Primero, comenzó con una idea genérica: que los clientes pudiesen pedir objetos personalizables. Ahora, ha ido un paso más allá, y se podría decir que ha creado su propio distintivo. “En enero de este año tuve la idea de sacar una gama de productos con palabras propias de La Serranía que se estaban perdiendo, porque la gente joven ya no las utiliza tanto”, añade. De momento, ha puesto a la venta sudaderas y camisetas, pero planea expandirlo mucho más. Una idea que bebe de otras empresas de la Comunidad Valenciana, y que ha podido tener su expansión gracias a Internet: “Hemos crecido gracias a Instagram, porque empecé tan solo en La Serranía, pero ahora puedo llegar a más gente. Hemos mandado cosas a Madrid y Granada, incluso a Reino Unido”, cuenta.
La pandemia ha puesto sobre la mesa una tarea pendiente en muchas empresas del interior, como es la necesidad de la venta online y la digitalización, aunque en gran medida, muchas no están preparadas ni formadas para dar este salto, que necesita de una visión estratégica. Desde el Alto Turia y el CEEI se han intentado poner en marcha algunas soluciones. Por ejemplo, con el programa “Emprendeaventura”, destinado a formar a los empresarios del mundo rural, así como la creación del Espacio Coworking de la Mancomunidad destinado a crear nuevas empresas. “La Serranía es una de las zonas con diversos programas financiados por la Generalitat a través del IVACE. Organizamos el Focus Pyme y Emprendimiento, que será online este 2021, o los programas de apoyo junto con la Diputación de Valencia y el GAL Turia-Calderona, que son muy activos”, argumenta Jordi Tormo.
Financiación
No obstante, uno de los problemas más evidentes es la falta de financiación, que hace que en muchos casos muchos posibles emprendedores no den un paso adelante, y se encuentren con el primer obstáculo nada más plantear su idea. Desde la realización de la estrategia hasta la entrega del producto, son muchos los factores a tener en cuenta, y no todos pueden asumirlos. Para Natalia, el escenario parecía aún más complicado, porque según cuenta, su empresa tiene un carácter estacional, dependiendo de los días especiales y los regalos personalizados. “Nosotros no hemos recibido ninguna ayuda, ni para empezar ni nada. Hemos pedido ayudas a autónomos y ayuntamientos, pero todo ha salido de nuestro bolsillo”, recuerda. “Ha sido complicado empezar desde cero, porque necesitábamos toda la maquinaria para hacerlo”.
Lo mismo critica María Ángela del Castillo, directora de la única Escuela Cosmofisica en la zona. Desde Titaguas, se le ocurrió potenciar un recurso que diferenciaba al Alto Turia: sus estrellas. Así, creó un espacio en el que los visitantes pudiesen ver la vía láctea a través de un observatorio, para luego quedarse a dormir gracias a su condición de albergue, y que no tuviesen que volver a la ciudad de noche. Esta idea innovadora ya se venía dando en otros lugares del mundo, potenciando lo que se conoce como astroturismo. “Yo soy física y siempre me ha gustado mucho la astronomía, y me ilusioné por crear una escuela que pudiese captar la atención de futuros profesionales de la ciencia”, comenta Del Castillo. La Serranía era una zona perfecta para crearlo, por ello tenían una ventaja competitiva frente a las ciudades: “Hay gente de la ciudad que nunca ha visto la vía láctea, pero esta es una zona muy oscura, porque además de ser reserva de la biosfera, pertenecemos a la reserva Starlight, ya que al estar tan oscuro se pueden ver las estrellas”.
Sin embargo, no todo fue fácil. “Yo empecé con esto porque Europa lanzó las Ayudas Leader, pero acabó siendo un anzuelo para que invirtiera”, lamenta. “Nos sirvió para pagar los miles de papeleos que te obligan a hacer, además de las mejoras, porque incluso para pintar una pared, tenía que ser con contrataciones”, añade. Aunque le parece bien que también se fomente la contratación de otros trabajadores dentro del proceso de emprendedurismo, argumenta que esto puede limitar la capacidad y el crecimiento de las pequeñas empresas. Por otra parte, critica que en la Comunidad Valenciana no se reciba un porcentaje alto de los costes en las ayudas: “A mí me dieron un 33% de la inversión, porque pertenezco a la Comunidad Valenciana, mientras que en otras zonas de España, que se supone que están más alejadas de los núcleos urbanos, llegan a facilitarte un 80%”. Tan solo la construcción le supuso una inversión de 600.000 euros. “En su día ayudaron a las costas de Gandia o Benidorm para fomentar el turismo de hotel, pero se debería hacer también en el interior, porque aunque no tenemos playas tenemos unos cielos y bosques maravillosos”, concluye.
Jordi Tormo es consciente de que muchas de las oportunidades que tiene La Serranía aún están por desarrollarse, como “el turismo especializado, el deporte de montaña, la agroindustria o la alimentación ecológica”. También defiende el papel de las ayudas Leader, como una “buena oportunidad para fomentar y fortalecer a las empresas con subvenciones directas”. “Las zonas rurales están menos dotadas de recursos básicos y condiciones para el desarrollo empresarial, pero por el contrario no hay una discriminación positiva en en cuanto a la carga fiscal, y esto puede limitar su desarrollo”, lamenta.
Del territorio
Hay quienes, con este escenario, optan por opciones sencillas pero que también pueden ser innovadoras en la comarca, como Juajo Illueca, que ha creado su propia marca, Turianature, con crema de turrón y crema de cacao elaborado mayoritariamente con productos del Alto Turia de gran calidad. “Yo tengo un restaurante, pero la hostelería de la España vaciada se limita a los fines de semana, así que tenía que reinventarme para seguir trabajando los fines de semana, y surgió esto”, relata. Su producto se realiza de forma totalmente artesanal, por lo que prácticamente no ha tenido que hacer inversiones, “aunque los ingredientes son caros, con pequeños procesadores para realizar las mezclas me sirve”. y el lugar de distribución o degustación suele ser su propio local. “Lo pongo en la barra del restaurante para que la gente lo pruebe, y siempre me preguntan ‘esto quién lo hace’, tiene mucho éxito”, cuenta.
De momento, su distribución va a base de encargos, puesto que es un producto muy específico y que pretende resaltar su calidad, “no tiene un precio para poner en cualquier pequeño comercio”, con productos de kilómetro cero. “La semana pasada se lo llevaron para hacer detalles en una comunión y luego me dijeron que querían más. Esto no compite con los productos de untar de un supermercado, esto es de otro nivel”, señala. Como ya contaba con los registros sanitarios del restaurante, asegura que la tramitación de la marca y el producto fue muy sencilla, creada hace ahora tres años.
Tras el coronavirus, se abre una nueva ventana de digitalización, así como un aumento del turismo rural. La financiación para las empresas es clave para el desarrollo en futuro de La Serranía, y con ello, la posible paralización del éxido rural que viven. “Como normal general, es común que los municipios con mayor población tengan un mayor número de empresas instaladas, Es por ello natural que Villar del Arzobispo, Pedralba, Chelva y Tuéjar tengan mayor dinamismo que otros municipios de La Serranía. Por el contrario, en las zonas industriales se puede dar el caso contrario, pues un municipio de interior con poca población si dispone de terrenos amplios, preparados y buena conexión por carretera puede desarrollar áreas industriales de gran tamaño. Un ejemplo es Atzeneta d’Albaida, que con 1.162 habitantes dispone de una zona industrial de 324.000 metros cuadrados”. Así, ahora son las instituciones las que deben dar el siguiente paso, para asegurar la supervivencia de los emprendedores.