Enric Palanca, alcalde de La Pobla de Farnals, en una imagen de archivo. / Celeste Barria Entramos en la ‘nueva normalidad’ después de meses de estado de alarma y confinamiento, ¿considera que habrá suficiente responsabilidad o la ciudadanía se está relajando?
Más que hablar de responsabilidad -que hasta el momento la ha habido atendiendo a los datos estadísticos del municipio- hay que hablar de cansancio. La ciudadanía no está acostumbrada a situaciones de alerta durante tanto tiempo y el cansancio induce a cometer errores.
¿Como afrontan en La Pobla esta situación respecto a la apertura de servicios o la celebración de eventos?
Con prudencia y especial atención a las recomendaciones. No queremos ser los más populares ni destacar por nada en concreto que no sea seguir lo mejor posible con nuestras vidas y no tener que lamentar más pérdidas. Para eso es importante buscar siempre la coordinación. Creo que en estos casos la autonomía local es un espejismo.
Usted ha sido de los alcaldes que no ha querido precipitarse en estas aperturas hasta que no ha considerado que podía garantizar la seguridad de la población, por ejemplo en las playas. ¿Cuesta a veces que los ciudadanos entiendan estas decisiones de sus gestores?
Siguiendo con el mismo argumento, ser prudentes a menudo puede generar estupor e incluso enfado entre las personas que se resisten a entender la realidad de la pandemia. Comenzar un poco más tarde, si es para afianzar la seguridad de vecinos y visitantes, estoy convencido que redunda beneficios a medio y largo plazo.
¿Le preocupa especialmente la situación en la que han quedado los comercios locales, empresas y autónomos del municipio de La Pobla de Farnals?
Pues sí y mucho. Lo fundamental no es cerrar un mes o dos, algo que por otro lado los gobiernos autonómico y central han sido muy audaces atajando las consecuencias a nivel social. Lo esencial es que no sabemos el cambio de patrones de consumo y oferta que van a hacer viables algunos negocios y otros se verán obligados a cerrar. Se combinan sentimientos, sustento de las familias, puestos de trabajo, riqueza...Y los gobiernos de momento solo podemos anticipar tiritas y vendaje. Los cambios pueden ser estructurales. Esto es un verdadero desafío para el estado del bienestar.
¿Han adoptado alguna medida para ayudarles a salir cuando antes de esta situación?
Hemos aprobado entre todos los partidos una serie de ayudas que cubren muy bien los huecos que han dejado el gobierno autonómico y central. Decir que autónomos y PYMES locales podrán acceder a ayudas de hasta 1500 euros y asesoramiento gratuíto para solicitar ayudas y créditos, y decir que está dotado con 60.000 euros de presupuesto para un pueblo de 8000 habitantes, es decir que nos estamos preocupando mucho por la reconstrucción económica y social. En cuanto a las coberturas sociales no estamos reparando gastos.
¿Es fundamental que las entidades públicas continúen con las inversiones previstas para ayudar a reactivar la economía?
Es evidente que el modelo neoliberal ha tenido su propio “Chernobyl” durante esta pandemia. Solo caben dos modelos intervencionistas: el socialdemócrata y el nacionalista. Todo lo que sea liberal se hunde porque la oferta y la demanda está distorsionada por la expansión del virus y el miedo. Nacionalistas o socialistas, al menos el socialismo entiende que hay que buscar soluciones ámplias, a ser posible globales.
¿Qué otros colectivos han requerido más atención?
Los grupos de riesgo como tercera edad y en buena medida las famílias con menores. En cuanto a los primeros no ha faltado el suministro de bienes y servicios a domicilio sin considerar rentas debido a la emergencia (15.000 euros en reparto a domicilio). En cuanto a las familias sobre todo en materia de conciliación laboral y familiar. Hemos invertido 20.000 euros en becas de comedor a parte de las que ya ofrece directamente la Generalitat y estamos proyectando ayudas para el próximo curso para la adquisición de nuevas tecnologías para las familias con más dificultades. A los más excluídos se les ha aportado 18.000 euros en ayudas directas al margen de otras subvenciones o ayudas.
Los alcaldes han sido el principal soporte, el más cercano, para muchas personas. ¿Cuáles han sido los temores que más le han trasladado?
No saber. Ese es el primer y principal problema. Meterse en casa o cerrar un negocio es algo que puede acatar casi todo el mundo ¿Pero saber lo que hay que hacer a continuación? Los vecinos quieren saber y las normas son cambiantes, las informaciones confusas ¿Quién atiende? El vecino acude al ayuntamiento y encuentra las puertas cerradas: todo es telemático y aumenta la brecha tecnológica....
¿Cómo ve el futuro inmediato?
Con optimismo. Durante unos meses se ha frenado toda la actividad por decreto. Ahora seguramente asistiremos a un frenesí por recuperar el tiempo perdido. Está por ver si será algo pasajero o no.
Cambiando de asunto, ¿qué ha ocurrido con la bandera azul este año?
El año pasado cerramos 48 horas la playa norte de la población por un vertido de aguas fecales a la acequia de Valero. Fue un hecho puntual pero tuvo repercusión mediática y ADEAC, la empresa que gestiona el galardón ha preferido garantizar el prestigio en general, a mi entender sacrificando la objetividad en los casos de menor alcance político y económico. El año que viene estaremos listos para recuperar la Bandera Azul porque la calidad de la playa es y será la de siempre.
¿Qué decisiones se van a adoptar al respecto?
Hemos acordado con la Dirección General de Aguas de la Conselleria de Medio Ambiente acciones puntuales y se ha abordado el problema a nivel estructural de la comarca. Vamos a desviar posibles vertidos puntuales a zonas inundables que laminen la llegada de contaminantes al mar y se ha anunciado una ampliación de la capacidad de la depuradora que atiende las aguas residuales de los municipios ubicado en el norte de la comarca.
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