Fallece el primer guardia urbano de Casinos. EPDA.Un nueve de abril de 1972, día de San Vicente Ferrer, siendo Alcalde de Casinos, Francisco Yerbes Mañes, estrenó entonces el Ayuntamiento la plaza denominada como Guardia Urbano, lo que más tarde se llamó Policía Municipal, y que había aprobado tras superar las consiguientes pruebas nuestro finado Eugenio Esteve.
Son cuarenta y nueve años lo que nos separan de aquella fecha, que un joven Eugenio, hijo de padres casinenses, vestía el uniforme de “guardia urbano”, el primer acto al que asistió fue al Comulgar de impedidos, de la mañana del lunes de la octava de pascua, y a partir de ese momento, la imagen que garantizaba la seguridad y el orden en el tráfico por vez primera en nuestra pequeña urbe la asumió Eugenio.
Las figuras de vigilantes nocturnos o serenos, iban pasando a un segundo plano, y quienes las habían ostentado hasta la fecha, la edad de jubilación les llegaba paulatinamente, por tanto empezaba una regeneración.
El movimiento demográfico de 1971 mostraba treinta y un nacimientos, de los que eran diez niños y veintiuna niñas, hubieron nueve enlaces matrimoniales, y veintisiete defunciones: once mujeres y diez y seis hombres. En el mes de febrero se duplico la capacidad telefónica del Centro de Casinos, atendiendo toda la petición pendiente con una importante ampliación en la red. Casinos estaba cambiando, creciendo, y la figura de un guardia, era necesaria.
Poco a poco con el paso de los años, esa plantilla de Policías, fue en aumento, pero el primer Guardia-Policía de Casinos, fue Eugenio. Los años van pasando, las normas cambiando, poco a poco se va estructurando la modernidad de los pueblos. Cualquier persona que participa en estas tareas, es digna de mención y recuerdo.
La frialdad del momento, anuncia la muerte, una nota, un bando es suficiente, pero detrás de cada nombre, detrás de cada horario, hay una persona, una vida, unas circunstancias y una historia. En mis años de Alcalde, tuve la ocasión de facilitar que Eugenio, por motivos de salud pudiera atender una “segunda actividad”, hasta con el paso de los días llegar a disfrutar de la jubilación. Aquellos años de trabajo, la figura del “guardia” era como un comodín, igual miraba el consumo del agua, que atendía y controlaba el tráfico en la carretera, o en la Torre seca, los días de Pascua.
A cada cual nos llega el momento, pero en esta nota de despedida hay dos aspectos que no quiero pasar por alto, el primero es el valor de la familia, Eugenio y su esposa Nieves, criaron una familia, atendían una tienda en el Barrio de San Roque; Nieves fue una mujer valiente que también supo adaptarse a los tiempos y superar las pruebas con trabajo, sabiendo ganarse el respeto de una clientela y de un pueblo.
Una vez jubilados los dos, y este es el segundo aspecto que quiero dejar escrito, Eugenio y Nieves, eran los cuidadores de la Ermita de San Roque, de tal modo que todas las tardes las pasaban sentados en los frescos bancos de piedra a la puerta de la Ermita. Los fieles guardianes estaban pendientes de todos los detalles. Su celo fue tan grande, que tenían una llave de la Ermita, y las personas que allí acudían a diario, podían visitar y venerar la imagen de San Roque y del resto de imágenes tan nuestras que acompañan al santo defensor de Casinos.
Un día de verano en el año 2005, unos ladrones entraron a hacer daño en ese preciado recinto, destrozando el altar, la pila del agua bendita y el centro de la puerta. Nieves y Eugenio devolvieron prudentemente la llave ante el temor de futuros daños; fue un momento desagradable, no por el daño causado, sino por las botellas que rompieron en el suelo, y el estado que dejaron aquel lugar que con tanto esmero a diario atendían nuestros vecinos.
En el mes de marzo del año 2006, hace ahora quince años, su esposa Nieves dejó este mundo, en la puerta que cubre su sepultura en el cementerio de Casinos, desde lo lejos se descubre la imagen de San Roque… Seguramente, allí reposará también Eugenio, lo que ellos custodiaron y amaron en vida, será su guardián hasta la eternidad, porque la vida son detalles, en muchas ocasiones, los cementerios nos devuelven los porqués a muchas preguntas de la que no nos podemos imaginar la respuesta.
Solo hay un motivo que una a este matrimonio con lo que fue el final de su vida terrena, y ese motivo es gozar de la vida, mientras sopla el viento a la sombra de los pinos, frente al blanco encalado de las paredes de la Ermita de San Roque, en el monte de Chiner.
Descansa en paz Eugenio. El entierro es hoy miércoles día 31 de marzo a las 17 horas en la Parroquia de Santa Bárbara de Casinos.
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