Manifestación a favor de la legalidad del aborto. EPDA Este
artículo fue escrito en marzo, antes de que estallase la situación que todas y
todos conocemos bien. Aun así, he decidido publicarlo casi intacto. Nunca es
tarde para el feminismo.
El
domingo 8 de marzo no fue día de pelis. El domingo 8 de marzo salimos a la
calle. Porque ya se sabe que la realidad supera a la ficción y queda mucho por
hacer. Como el feminismo es aprendizaje, quise conocer las reivindicaciones de
las mujeres latinoamericanas. Recordemos que nuestra lucha es plural,
interseccional, transversal. Que en la consigna “si tocan a una, nos tocan a
todas” el complemento directo abarca a las mujeres de todo el mundo. Sometidas
a un mismo sistema que, no obstante, manifiesta sus amenazas de muchas y
distintas formas.
La
marea verde argentina es un ejemplo de tesón. En mayo de 2019, la Campaña
Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito presentó por octava
vez su proyecto de ley ante el Parlamento, después de que el Senado lo tumbase
en agosto de 2018. Bajo el lema “educación sexual para decidir, anticonceptivos
para no abortar, aborto legal para no morir”, llevan desde 2005 luchando por
despenalizar el aborto en Argentina, reconocido legalmente solo en dos
supuestos: violación y riesgo para la madre. Las argentinas inundaron las
calles de verde en el pañuelazo federal celebrado el 20 de febrero con la convicción
de que, en 2020, “el aborto va a ser ley”.
El
pañuelazo argentino fue encabezado por Las Tesis, colectivo feminista chileno
que viralizó a finales del pasado año la performance 'Un violador en tu
camino'. Reapropiada por diferentes contextos y traducida a diferentes idiomas,
la letra de El violador eres tú ha traspasado fronteras. Nos llegó
también a València, pero merece especial mención su interpretación en Estambul,
donde las fuerzas del orden cargaron contra las manifestantes y detuvieron a
algunas de ellas. Aunque cosechado accidentalmente, pues la idea inicial era
adaptar una tesis de la antropóloga argentina Rita Segato a una obra teatral,
el éxito de este cántico deja patente que la violación sigue siendo un problema
estructural a nivel global. Que “la culpa no era mía, ni dónde estaba ni cómo
vestía”. Y que la justicia aún tiene lagunas.
Prueba
de ello son los 980 feminicidios con los que cerró el año 2019 en México, según
datos oficiales. Y aunque la cifra asciende a más de mil dependiendo de la
fuente consultada, hay un número que se repite: 10 mujeres asesinadas al día.
El caso de Ingrid Escamilla desató protestas en las calles por la difusión de
imágenes de la joven descuartizada en la prensa sensacionalista y las redes.
Tan solo una semana después, aparecía el cuerpo de la niña de 7 años Fátima,
desnudo y torturado. Tras estos asesinatos, varias organizaciones feministas
convocaron un paro nacional de mujeres el 9 de marzo, bajo el lema '¡El nueve
ninguna se mueve!' y el hashtag #UnDíaSinNosotras.
En
conversación con mi profesora uruguaya, decíamos que tal vez una de las
variables diferenciadoras del feminismo latinoamericano es el papel que juegan
las mujeres indígenas. Al respecto, surgió el nombre de la activista
italoestadounidense Silvia Federici, que retrató en su obra Calibán y la
bruja el rol de la mujer en el mantenimiento de la comunidad y, por tanto,
el uso que de su cuerpo hizo el capitalismo para instaurarse como modelo de
vida. Sin duda, una lectura que tengo pendiente.
Lo
que no puede quedar pendiente es la lucha. Nos vemos, compañeras.
El Grupo El Periódico de Aquí y Viu València ofrece a los latinos que habitan en la capital del Turia esta sección:
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