Amparo Zaragozá, con D. Jose Alonso y Tica Domenech en el Monasterio del Cister de Benaguasil. /EPDANunca, nunca estamos preparados para recibir estas noticias. Nos impactan los accidentes, los terremotos, las tragedias, pero cuando la muerte es tan próxima te deja sin palabras.
María Amparo Zaragozá, era una compañera de curso en aquel Instituto Nacional de Bachillerato que hace pocos días celebrábamos su cincuenta aniversario. Amparo, fue nuestra compañera en los primeros años de la década de los setenta, en 1976 cada uno emprendimos un camino y Amparo en un piso compartido en Valencia dio sus primeros pasos en La Facultad de Medicina.
Todo esfuerzo merece su recompensa y así vio laureada su trayectoria obteniendo el merecido título y su ilusionante orla repleta de profesores, compañeros y amigos que junto a ella recorrieron el camino.
Su trayectoria profesional le hizo captar la admiración y simpatía de amigos y pacientes, colmando su vocación atendiendo las Urgencias en el Hospital de Requena. Hoy no es día de hablar de méritos, por muy grandes que los tenga, hoy es el día de recordar y homenajear a Amparo, la estudiante, la mujer, la amiga…
Amparo te has ido de una forma tan discreta que nos has dejado sin palabras. Yo te escribo como ese compañero que te conoció en el INB y que hace unos años nos volvimos a encontrar para seguir viviendo lo que hace años comenzó.
Ya no peinabas coletas, ni lucíamos peinados seductores, las canas se habían apoderado y la madurez era el detonante. Allí estabas Amparo, con más de ochenta compañeros y profesores y allí nacieron nuevos encuentros y nuevas oportunidades de confraternizar.
Pronto fuimos a Fez, a Utiel, Navarrés, Alzira, Marines y otros tantos lugares que guardamos en la memoria y en el corazón, siempre pensando en el próximo encuentro.
Amparo siempre estuviste disponible para todos, tú sonrisa era una garantía de tranquilidad, su sabiduría era un aval ante la enfermedad y tu cariño era el sello de tu buen hacer.
Hoy te encontramos dormida, serena , silenciosa y difuminada en el espacio. Nos dejas aturdidos porque cuando perdemos a una buena persona, perdemos algo de nuestra vida. Así es, solo puedo decir que te queremos, te recordamos y será difícil olvidarte.
Tu vida ha dejado una estela de paz, es imposible olvidar tu risa, oír tu voz, contemplar tu mirada y saber que ya no estás en esta tierra.
Amparo, solo te pido que nos cuides desde la eternidad, no te olvides de tus compañeros que entrando en edad, necesitamos de médicos que nos receten el amor que tú derramaste en tu vida.
Escribo en nombre mío y en el de todos aquellos que crecimos contigo, alumnos y profesores del INB 1972-1976. Y eso si… espéranos en el cielo.
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