José Trapero, en su restaurante del municipio de Burjassot. / epda José Trapero Martínez está vinculado al mundo de la hostelería desde los años 60. Su familia abrió en esta década el restaurante Trapemar, ubicado en la carretera de Llíria de Burjassot, uno de los negocios de restauración más antiguo del municipio. En la actualidad, es José Trapero quien lleva las riendas de este establecimiento que, como ha sucedido con otros negocios, reabrió recientemente sus puertas tras el obligado cierre por el estado de alarma decretado por la pandemia del coronavirus. Este restaurador, que forma parte además de la directiva de la asociación local Ahora Burjassot, relata cómo ha vivido la crisis un sector que conoce a la perfección.
Décadas en la hostelería, ¿había vivido una situación tan extrema como la de los últimos meses?
Viví la crisis del 1993, después tocó la de 2008 y salimos a flote, pero esta situación que estamos sufriendo ahora considero que va a ser peor. Me da la sensación de que lo peor está por llegar a partir de septiembre. Para que se haga una idea de cómo afecta a la hostelería esta crisis sanitaria, en estos momentos estamos facturando el 30 por ciento de lo que facturábamos en la fecha del 14 de marzo, cuando comenzó el estado de alarma.
¿Cómo han sido los días de confinamiento?
Afortunadamente nos hemos podidó comunicar a diario por videollamada con el resto de miembros de la entidad y otros compañeroa para darnos ánimos. Era dura y sentíamos mucha nostalgia de ver cerrados nuestros negocios, pero está claro que por encima de todo está la salud de las personas. Hemos estado ayudando también a compañeros que no están asociados en Ahora Burjassot, pero era necesario asesorar en todo lo que sabíamos sobre la desescalada. En la asociación buscamos lo mejor para el sector de restauracion.
¿Cuál era el sentir de las personas que regentan negocios en la ciudad?
En todo momento comentábamos que no iba ser abrir y trabajar al nivel que lo dejamos, que nos iba a costar levantar nuestros negocios como así está siendo en las semanas que llevamos en marcha.
¿Le pareció bien que se permitiera abrir con medidas de seguridad desde el inicio de la desescalada?
Me pareció bien, aunque vuelvo a insistir en que lo primero es la salud de las personas y todas las medidas y precauciones son pocas.
¿Está siendo complicado adaptarse a la ‘nueva normalidad’ para su sector?
Como todo en la vida los primeros días fueron un poco complicados. Luego, vas tomando las novedades como una costumbre: el gel, la limpieza desinfectante de baños, mesas, sillas... e, incluso, fumigar la acera. También estar sin servilleteros, sin cartas. Son bastantes cosas nuevas pero nos hemos adaptado bien.
En general, ¿se están cumpliendo las normas de distancia e higiene?
Los primeros días hubo algo de alboroto pero es cierto que la adapción ha sido muy rápida y los clientes colaboran en todo momento. salvo algún despistado. La gente en general es bastante responsable.
¿Cuáles son sus principales problemas?
El principal es al aforo de los días que podemos aprovechar como son los viernes, sábados y domingos, a la vez que adaptar mesas para grupos y, en mi caso, grandes eventos.
¿Sienten el respaldo de las administraciones?
No, para nada. La hostelería fuimos los primeros en cerrar y de los últimos en abrir y con restricciones.
Desde la entidad, ¿mantienen un contacto frecuente con el ayuntamiento?
Dos videollamadas a mitad de mayo y otra a finales.
¿Qué medidas se han adoptado para ayudarles y cuáles se han quedado en el tintero?
El Consistorio suprimió el impuesto sobre las terrazas, es la primera y única medida que tomaron. Hemos echado en falta agilidad y rapidez, que a la hora de abrir los locales no tuviésemos una normativa desde el propio Ayuntamiento para poder montar las terrazas. Se acogieron al 50% sin más. En otros pueblos como Rocafort, Godella o Paterna les han concedido más espacios pero aquí no fue así.
¿Quedan muchos negocios por abrir o ya se ha generalizado la apertura?
Están abriendo todavía. Hay que tener en cuenta que en la primera fase hubo bares que los dejaron con una mesa o dos, si a esto le sumas no poder atender dentro, es complicado. Ahora espero que todos los compañeros vayan abriendo.
¿Cómo ve el futuro?
Los veo negro. Se vislumbra una crisis económica y ojalá me equivoque. Y nosotros somos negocios de ocio y en momentos complicados lo primero es comer, pagar el préstamo u otras necesidades básicas.
¿Podría el sector soportar otro confinamiento?
Sería la hecatombe. No quiero ni pensarlo.
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