Juan A. Reig (d) en la toma de posesión de Casimiro López (i) Fue el 14 de abril de 1996 cuando la Catedral de
Segorbe lo consagró como obispo y los recibió como prelado de la Diócesis de
Segorbe-Castellón en la que estuvo por un periodo próximo a los diez años.
Aunque muy criticado por sus convicciones sobre el
aborto y los gays, lo cierto es que en su relación con Segorbe se mostró como
un obispo comprometido,
tanto con la ciudad, como con las gentes, con la categoría de la Catedral
-primer templo de la diócesis-, con los colectivos más desfavorecidos...
Juan A.
Reig Pla reservó para la Catedral y para Segorbe la mayor parte de los actos de
relevancia o que tuvieron trascendencia puntual para la diócesis como varias
ordenaciones sacerdotales, el inicio del proceso de canonización del Obispo
Serra y otros, recibimiento de los restos de Santa Teresita del Niño Jesús,
funerales por la muerte del papa Juan Pablo II, la organización de misas por el
rito mozárabe, misas crismales, la clausura del Gran Jubileo del año 2000...
También aquellos en los que él fue protagonista como su consagración episcopal
cuando hacía siglos que la Catedral no acogía una ceremonia de tales
características, o el mismo anuncio de su traslado a la Diócesis de Cartagena.
En su
actuación municipal, destaca muy especialmente su decidida apuesta por la
restauración y conservación patrimonial. Resalta sobre todo su respaldo y
disposición para todos los proyectos que hicieron posible la exposición de la
Luz de las Imágenes. No hay que olvidar que fue miembro del patronato de la
Fundación de la Comunidad Valenciana de la Luz de las Imágenes y que como tal
propició la restauración de la Catedral, del Seminario y de las iglesias de San
Martín y Santa Ana, de 390 obras de pintura y escultura, 120 piezas de
orfebrería, 46 bienes textiles y 80 documentos y partituras con una inversión
total superior a los 6 millones de euros. La exposición fue visitada por cerca
de 204.000 personas.
Igualmente
vendió al Ayuntamiento por un precio simbólico el edificio conocido como
portería de las monjas, permitiendo así la restauración de la muralla medieval
y la ampliación de la replaceta de la Judería.
Regaló a la
Catedral un evangeliario de gran valor artístico, según los especialistas, un precioso cáliz y su retrato.
Asimismo
adquirió la iglesia de San Martín y su contenido tras la marcha de las
Agustinas Descalzas, evitando la posibilidad de que pudiera pasar a manos
privadas, dotándola además de actividad religiosa con la llegada de las
Ermitañas Eucarísticas del Santísimo Sacramento.
Posibilitó
la apertura provisional del Museo Catedralicio con los primitivos retablos
góticos instalados en las capillas del claustro.
Llegó a un
acuerdo con la Generalidad Valenciana para concluir las obras de rehabilitación
del llamado claustro alto para instalar allí el resto de piezas museísticas y
completar la colección museográfica de la Catedral.
Rehabilitó
el palacio episcopal.
Por
último, propició la creación en el antiguo convento de Franciscanos de un
taller para la restauración de las obras de arte de la diócesis, en el que se realizaron
numerosos trabajos.
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