Estado actual del Nou Mestalla. /EPDA La decisión de la FIFA de agrupar todas las candidaturas que aspiraban al albergar el mundial 2030 en un torneo que se celebre en tres continentes ha cambiado completamente la batalla política y social que se está viviendo ante el enésimo intento de retomar las obras de paralizado Nou Mestalla. La alcaldesa María José Catalá, y el concejal de grandes proyectos, Jose Mari Olano, habían iniciado una ronda de contactos con políticos, aficionados e incluso medios de comunicación, para dar a conocer su visión sobre el futuro de un estadio que lleva tanto tiempo parado (15 años cumplirá en tan sólo 4 meses) que ha dejado caducar los beneficios urbanísticos.
Las conclusiones de esas consultas es que alcanzar el consenso no iba a ser una tarea fácil. Básicamente tanto los partidos políticos como los aficionados valencianistas se dividen en dos posturas: los que creen que hay que acabar el estadio como sea porque una vez realizado el negocio inmobiliario Lim tendrá más fácil vender el club y abandonar por fin su gestión, y los que creen que hay que impedir que el magnate singapuriense haga negocio inmobiliario con el estadio le obligará a vender ante la insostenibilidad de club.
La decisión de la FIFA de un mundial multicontinental a priori es una buena noticia para la finalización del estadio, se podría aspirar a ayudas públicas que ayudarán a completar la financiación del nuevo coliseo y acercaría a los grupos políticos en el ayuntamiento para evitar que la ciudad de Valencia se quede fuera del torneo. Pero la realidad no es tan sencilla como parece.
Los problemas con el mundial
El principal problema al que se va enfrentar la candidatura de Valencia es que ahora España necesita menos sedes. El mundial 2030 se celebrará en España, sí, pero también en Portugal y Marruecos, como estaba inicialmente previsto, pero a los estadios de estos países habrá que añadirles Uruguay (que albergará el partido inaugural para celebrar el centenario del torneo), más Argentina y Paraguay , paises que ya iban en la candidatura uruguaya que se ha fusionado con la propuesta ibero-marroquí que abandoraba España). Que la FIFA haya anunciado que se vaya a celebrar solo un partido en cada una de las sedes sudaméricanas, no quita que eso suponga una sede menos en el resto de continentes, y eso siempre que el conflicto de Ucrania se acabe y la federación de fútbol del país vuelva a reengancharse a la candidatura europea de la que formaba parte originalmente.
Si en la pre-lista de estadios españoles que podían albergar partido presentada en su día por la candidatura de la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) ya sobraban 2 sedes, ahora sobrarán entre 3 o 4 y diarios con fuentes cercanos a la RFEF como es Marca ya ha señalado que tras esta decisión solo Barcelona, Madrid y Sevilla tienen asegurados partidos, y que la cuarta ciudad saldrá de Euskadi aunque aún no está claro si será Bilbao o San Sebastián. Valencia con un proyecto que aún ni siquiera tiene fecha no de finalización de las obras sino directamente de arranque de las mismas tiene un panorama muy complicado para poder pasar el corte.
Los problemas con Lim
Hasta ahora el panorama parece sombrío pero nada que no pueda resolverse con voluntad política y un esfuerzo de las instituciones, sin embargo los problemas no acaban ahí.
El principal problema es la losa enorme de la financiación de las obras. Es cierto que Meriton cuenta con un crédito de la Liga (el famoso fondo de CVC que, recordemos, el Real Madrid ha llevado a los tribunales), y un proyecto low cost que prescinde de elementos como la fachada, o crea “terrazas de bar” en los fondos para abaratar costes. Pero aún así en los cálculos más optimistas faltan, sobre el papel, entre 30 y 40 millones para acabar el estadio. Sin embargo está por ver si esas cifras son reales.
Por un lado hay que tener en cuenta que tras 14 años paradas el estado del armazón del Nou Mestalla puede albergar más de una sorpresa desagradable que obligue a recalcular el presupuesto, y que todas las obras tienen sobrecostes que pueden verse disparados por la inflación actual y los efectos económicos de los vaivenes en Ucrania.
Esto sólo son posibilidades, hay quien diría que pesimistas, pero se traducen en algo muy real como es el interés de Meriton en reducir la capacidad del estadio para poder abrirlo sin las sillas acordadas. Si al gobierno progresista de Rialto se le planteó la posibilidad de zonas tapadas con lonas donde ya se pondrían o no sillas en función de las necesidades del estadio, una opción con la que los de Singapur trataban de convencer a una inflexible Sandra Gómez sobre las bondades de realizar un estadio mucho más pequeño que el prometido en su día; a los nuevos ocupantes de las administraciones valencianas, tanto en el ayuntamiento como en la Generalitat, se les habla de un plan urbanístico cuyos beneficios se vayan “desbloqueando” a medida que Meriton cumpla “hitos”. Una expresión técnica y rimbombante que se traduce en un plan urbanístico que sea el previsto inicialmente pero en el que Lim pueda decidir que partes cumple y cuales no. Es decir Meriton podría hacer un estadio del tamaño y servicios a la ciudad que el decidiera, a cambio de recibir menos beneficios urbanísticos a la hora de vender el solar del viejo Mestalla.
La urgencia del mundial quizá facilite el acuerdo por el miedo a un mundial sin Valencia, pero está por ver que decidirá el imprevisible Lim: si dejar el legado de un estadio que albergó partidos del mundial o seguir su política de no invertir ni un dólar más en el club que ha hundido económica y deportivamente.
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