Sabina Escrig Hemos pasado un año de
incertidumbres, de dudas y de pérdidas, un año en el que aprendimos nuevas
palabras acompañadas ya no sólo de sentimientos, sino de hechos que ya son
historia, esa historia que, por desgracia, se repite. En los carnavales de
Venecia son características esas máscaras picudas, vestigio de la peste negra,
que nos recuerdan que la necesidad de protegernos ha estado presente en las
diferentes pandemias que ha vivido la humanidad. Por desgracia, la
irresponsabilidad de algunos deja consecuencias irreparables de las que, como
sociedad, debemos avergonzarnos.
Y si el año 2020 nos ha dejado
una nueva forma de vivir, el año 2021 comienza con la preocupación por la otra
pandemia. Se está forjando una pandemia fascista, donde la supremacía avanza
sin control. De nuevo se repite la historia. No fue una broma que, hace un año,
la derecha y la extrema derecha española no quisieran aceptar un Gobierno de
progreso y coalición. Por eso rodearon el Congreso de los Diputados y se
manifestaron contra la voluntad del pueblo. Es más, la extrema derecha y su
estómago agradecido, Santiago Abascal, incluso alentó al pueblo al acoso e
intimidación del diputado de Teruel Existe, que tuvo que dormir fuera de casa y
con protección policial, y otros diputados y diputadas recibieron amenazas a
través de correos electrónicos para cambiar su sentido del voto e impedir un
nuevo Gobierno. Esto no es democracia, es fascismo. Un fascismo que, como la
marabunta, se extiende por el mundo inyectando odio. Y a esa pandemia fascista
la vimos actuar, de nuevo, intentando impedir que se cumpliera la voluntad del
pueblo estadounidense.
Y mientras esa marabunta
alienta el racismo, la homofobia, el machismo, la aporofobia y el negacionismo,
tanto el Gobierno de España como nuestro Consell han luchado desde el minuto
uno contra las consecuencias de la COVID-19, poniendo medidas económicas,
sociales y sanitarias para aliviar los efectos de la pandemia. Y por fin se
reconocen los esfuerzos económicos de la Comunitat Valenciana: por eso, el Gobierno
central enviará 1.254 millones de euros de los fondos europeos REACT para
seguir luchando contra la crisis económica, social y sanitaria que estamos
viviendo. Mientras tanto, la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, se
quejaba de que la Comunitat Valenciana recibía el mismo volumen de fondos que la
Comunidad de Madrid. El centralismo de la presidenta Ayuso contra nuestra
tierra no es nuevo, pero ¿dónde estaba y está la presidenta y síndica del
Partido Popular, Isabel Bonig? ¿Defendiendo los intereses valencianos frente a
los ataques del PP de Madrid? Ni respuesta, ni defensa. De nuevo ha quedado
claro el partidismo de Bonig.
Esa es la gran diferencia
entre la líder del PP y nuestro president, Ximo Puig, que ha defendido,
defiende y defenderá los intereses de los valencianos y de las valencianas ante
el Gobierno central, exigiendo lo que le corresponde a nuestra tierra. No es
nacionalismo periférico, es equidad y justicia. Y gracias al trabajo, gestión y
exigencia del president y su Gobierno, la Comunitat va abriendo camino hacia
una financiación justa, porque sin ella no puede haber justicia social.
No olvidaremos esas lágrimas
desde los balcones que se convirtieron en una habitación más de la casa, ni el
trabajo, el esfuerzo y la valentía de todo el personal sanitario, fuerzas y
cuerpos de seguridad del Estado, trabajadores y trabajadoras de todos los
sectores que en los momentos más difíciles nos facilitaron la vida, de los
voluntarios y voluntarias que ofrecieron su tiempo a cambio de nada, y de
tantas y tantas personas anónimas que han sido esenciales para el bienestar de
familias y personas solas. Han sido y son momentos muy duros, pero las lágrimas
se han sumado a los esfuerzos, al trabajo y a la cooperación entre países
transformándose en esperanza: la esperada vacuna
El pasado 27 de diciembre,
tras la adquisición de las vacunas contra el virus, comenzó la primera de las
tres etapas establecidas en la estrategia de vacunación, que prioriza cuatro
grupos de población: los usuarios de residencias, el personal sanitario y
sociosanitario en estos centros de personas mayores, el personal sanitario de
primera línea y los grandes dependientes.
Y mientras los charlatanes de
pacotilla siguen emitiendo odio con su verborrea fascista, el Gobierno del Botànic
ha comenzado a inyectar la esperanza a través de unas vacunas que insuflan
vida.
La esperanza se inyecta,
abriendo camino a la reconstrucción, la resiliencia y el futuro.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia