Sin
duda, uno de los conceptos que más hemos podido leer y/o escuchar en
los medios de comunicación es el de “salud
pública”.
De
acuerdo con la OMS,
“la salud pública es la respuesta organizada de una sociedad
dirigida a promover, mantener y proteger la salud de la comunidad, y
prevenir enfermedades, lesiones e incapacidad”.
Es
decir, que la salud
pública se ocupa del estudio de la salud y las enfermedades de una
determinada nación.
Por eso, en nuestro país, la salud pública se encuentra regida por
diferentes organismos públicos, teniendo su máxima autoridad en el
Ministerio de Sanidad.
¿Para
qué sirve la salud pública?
De
este modo, además de proveer de recursos y personal médico, dentro
de la salud pública, la
divulgación tiene un carácter fundamental.
Un claro ejemplo: todos los carteles, anuncios y noticias -que hemos
podido ver durante estos meses- sobre el uso de la mascarilla y la
importancia de lavarse las manos, al entrar en contacto con
determinadas superficies.
La
salud pública ha logrado grandes hitos como la vacunación masiva,
la planificación familiar, el acceso a agua potable (fluorización),
la identificación del tabaco como agente perjudicial, el control de
enfermedades infecciosas, una mayor seguridad en el empleo…
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la salud laboral también forma parte de la salud pública.
Las
pandemias, también son asunto de la salud pública
Y
como es obvio, si la salud pública cuida la salud de un país; si
hablamos de “pandemia”, la salud pública va a estar presente sí
o sí… del mismo modo que en una epidemia. Pero, ¿tenemos claro la
diferencia entre pandemia y epidemia?
Por
un lado, “epidemia”
designa a la descripción de la salud comunitaria, que se da cuando
una enfermedad se propaga en un gran número de la población y en un
lugar determinado.
No
obstante, cuando
esta epidemia traspasa fronteras o la sufren casi toda la población,
ya estaremos hablando de “pandemia”.
De ahí que cuando la COVID-19 llegó a Europa y dejara China, se
decretara ya el término de “pandemia”.
Formas
de ejercer una buena salud pública
Por
consiguiente, preservar
la salud pública de una nación es imprescindible. A
continuación, una serie de actividades esenciales en salud pública
para disponer una comunidad sana:
- Prevención
y control de epidemias.
- Llevar
a cabo tareas de divulgación sobre estilos de vida saludables (por
ejemplo, en centros escolares).
- Apostar
por la investigación científica.
- Realizar
diferentes pruebas de laboratorio, a través de muestras de la
comunidad.
- Dar
servicios médicos a la comunidad.
- Realizar
un seguimiento y supervisión sobre los distintos servicios de
salud.
- En
caso necesario, movilizar a la población para la acción.
- Crear
un ambiente seguro y saludable (medir las aguas, higiene en las
calles…).
- Dar
un alcance comunitario y generar alianzas comunitarias.
- Llevar
adelante un diagnóstico de salud comunitaria.
Queda
demostrada la importancia de la salud pública para un país. Sin
ella, sus ciudadanos están desprovistos y con más posibilidades de
enfermar. La salud pública es un bien necesario para cualquier
sociedad.
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