Los alumnos regresan al colegio tras la DANA. EPDALas familias del alumnado del CEIP Vil·la Romana de Catarroja, organizadas a través del AMPA, alzan la voz ante lo que califican como la inaceptable situación de abandono que sufre el centro desde hace más de seis meses. Las obras de reconstrucción, necesarias tras los graves daños causados por la DANA del 29 de octubre de 2024, avanzan a un ritmo "desesperadamente lento, afectando gravemente a la comunidad educativa". Por ello, han convocado una concentración el próximo viernes a las 9:15 y a las 16:45.
Durante estos seis meses, los estudiantes han sido repartidos en tres centros diferentes, con especial impacto en el alumnado más vulnerable. Los cursos de 2º, 3º de primaria y el aula UEECO (que atiende a alumnos con necesidades educativas especiales) están actualmente desplazados al colegio Jaume I y el alumnado de infantil y 1º está en el colegio Bertomeu Llorenç. Esta situación no solo dificulta el día a día logístico de las familias, sino que ha provocado problemas emocionales serios en algunos menores, incluyendo alteraciones de conducta.
Las familias advierten de que desde la Conselleria de Infraestructuras de Valencia se han lanzado diversas promesas incumplidas: primero aseguraron que las obras estarían listas tras Semana Santa, después fijaron la fecha para el mes de mayo. Sin embargo, ya en el mes de mayo, lo único que observan las familias es a obreros detenidos en la puerta del centro, presuntamente por falta de material.
A día de hoy, aún faltan por construir los baños y colocar las puertas en las aulas, elementos básicos para un mínimo funcionamiento del colegio. Por ello, "exigimos a las autoridades competentes una respuesta inmediata y la finalización urgente de las obras. Seis meses deberían haber sido más que suficientes para concluir unos trabajos que afectan directamente al derecho a la educación de nuestros hijos e hijas".
Desde el AMPA señalan que "estamos hartos y hartas. Queremos soluciones, no más excusas. Nuestros niños y niñas necesitan volver a su colegio, a su rutina, a su vida normal, y lo necesitan ya".
"La DANA se
llevó
nuestra
vida"
Entre los testimonios está el de una madre con dos hijos. Su narración es desgarradora y pone de manifiesto lo que implica para la familia tener que cambiar de ambiente tras haberlo perdido todo con la DANA.
"La DANA llegó sin piedad, arrasando con todo. En cuestión de horas, nuestra casa quedó sumergida hasta el techo. Tuvimos que salir corriendo con lo puesto: mi marido, nuestros hijos, nuestra perra y yo… Ni una maleta, ni una foto. Solo nosotros. Todo lo demás, nuestros recuerdos, nuestras cosas, nuestras raíces, desapareció bajo el agua como si nunca hubiera existido".
"Tuvimos que marcharnos. No porque quisiéramos, sino porque ya no teníamos dónde volver. Dejamos atrás no solo paredes rotas, sino un hogar lleno de momentos. Nos mudamos a otro pueblo, intentando empezar de cero con el corazón hecho trizas. Pero llegar a un lugar nuevo cuando no has cerrado la herida es como vivir a medias", señala.
Tras el cambio de domicilio, "nos sentíamos fuera de sitio, como piezas que ya no encajan. Extrañábamos a nuestros amigos, a los profes, las rutinas, los rincones por donde pasábamos cada día".
Por eso, explica, "no pedimos solo reconstruir un cole, pedimos reconstruir nuestra comunidad, nuestra historia, nuestra esperanza. Levantar un nuevo edificio no es solo poner ladrillos: es devolvernos un pedazo de lo que el agua nos robó. Es demostrar que aún importamos".
"Seis meses después, seguimos sin casa. Uno de mis hijos ha vuelto a Catarroja al colegio Jaume I porque no podía más sin sus amigos, sin sus profes. Mi otra hija sigue desplazada en otra localidad, porque aquí ya no hay instituto, y con septiembre acercándose, la incertidumbre sigue siendo nuestra única certeza".
Otra familia afectada señala que "hemos normalizado ir a un colegio que no nos corresponde, con la separación de hermanos en muchos casos en centros diferentes, con lo que supone para organizarnos y pedir ayuda para poder hacer frente".
"Si para cualquier niño es difícil un cambio de colegio, para mi hija con necesidades educativas especiales, que necesita una rutina, un simple cambio la desestabiliza completamente", explica otra madre. "Ella sigue pasando por su cole y preguntando por su aula y ni yo ni nadie podemos decirle cuándo va a volver y menos aún hacérselo entender".
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