Cañas en las playas de Valencia. / EPDALas playas que se extienden desde Cullera hasta la ciudad de Valencia, tradicionalmente destinos predilectos para locales y turistas, muestran este verano una cara menos idílica. Restos vegetales como cañas secas y ramas cubren amplias zonas del litoral, consecuencia directa de la última Depresión Aislada en Niveles Altos (DANA) que azotó la provincia el 29 de octubre de 2024.
Las intensas lluvias torrenciales arrastraron miles de kilos de residuos vegetales desde los cauces de los ríos, especialmente del Júcar y el Turia, hasta desembocar en la costa. La imagen es especialmente evidente en zonas como la playa de la Garrofera o El Saler, donde los bancos de cañas se mezclan con la vegetación natural de las dunas, alterando la estética habitual del paisaje y, en algunos tramos, dificultando el acceso directo al mar.
Pese a la presencia de bañistas y sombrillas que vuelven a llenar la arena bajo el sol de junio, la limpieza de las playas no avanza al ritmo que muchos desearían. El Ayuntamiento de Valencia ha señalado que, al tratarse en su mayoría de restos naturales y al estar ubicados en áreas protegidas por su valor ecológico, la retirada debe hacerse con extrema precaución para no dañar la flora dunar ni alterar los ecosistemas locales.
“Entendemos que visualmente no es lo ideal, pero también hay que recordar que estas playas forman parte de un parque natural. No se trata solo de limpieza, sino de conservación”, declaró un portavoz de Medio Ambiente. Sin embargo, una vecina de la Garrofera ha señalado a El Periódico de Aquí que ‘’no hay excusa casi 8 meses después. Las administraciones tampoco en esto han hecho su trabajo’’.
Mientras tanto, asociaciones vecinales y colectivos ecologistas piden mayor agilidad y recursos para coordinar acciones que respeten el entorno sin sacrificar la calidad turística del litoral. Muchos visitantes, especialmente quienes no conocen la zona, interpretan estos restos como suciedad o abandono, sin entender el origen natural del fenómeno.
La situación reabre el debate sobre la gestión de las playas tras eventos meteorológicos extremos, cada vez más frecuentes por el cambio climático. El reto, una vez más, será encontrar el equilibrio entre conservación y uso público de uno de los tesoros naturales más emblemáticos de la costa valenciana.
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