Alfred Costa, en el centro flanqueado Màxim Huerta y otras caras visibles presentando la nueva programación de À Punt.
À Punt tiene un problema. La nueva televisión valenciana está pagando la elección de Empar Marco y el desarrollo de televisión que impulsó con el beneplácito del Consell Rector de la Corporació Valenciana de Mitjans de Comunicació y el sustituto, Alfred Costa, lo está teniendo muy difícil -casi imposible- para darle la vuelta a unos paupérrimos datos de audiencia. Más allá de días tormentosos y noticiosos en lo metereológico, más allá de los informativos de las 14 horas, Terra Viva, Atrapa'm si pots y la enésima redifusión de L'Alqueria Blanca, más allá de este puñado de programas -y alguna campanada como la película sobre el asesinato de Guillem Agulló-, el resto es un absoluto fracaso. El viernes dos de los buques insignia de la cadena pública valenciana, Bona Vesprada y A la Ventura, tocaron fondo, con un 1% de cuota de pantalla y un 1'9%, respectivamente. En espectadores, el programa presentado por el ex ministro Màxim Huerta sólo fue visto por 14.000 personas, poco más de la población de Utiel, mientras que el espacio de debate, tertulia, análisis y entrevista de la noche que presenta Marta Ventura se conformó con 33.000 espectadores, algo menos de la población de Ontinyent.
À Punt no levanta cabeza. Enero finalizó con una décima menos de cuota de pantalla que en diciembre y febrero va camino de terminar peor que en enero, salvo que haya alguna nevada, algún viento huracanado o algún fenómeno del estilo. Eso sí, de lunes a viernes, porque los fines de semana no hay plantilla suficiente para cumplir con el servicio público de proximidad, como sucedió con Filomena. Mientras Telemadrid hacía una programación especial y arrasaba durante el fin de semana, en À Punt se emitían películas en valenciano y deportes minoritarios. Desaprovechó una oportunidad para atraer espectadores cuando los valencianos más necesitan un referente informativo audiovisual autonómico. No estuvo a la altura.
La culpa no es sólo de Alfred Costa y su equipo, que están intentando abrir la televisión y hacerla más plural para sintonizar con más valencianos y valencianas. La nueva dirección lo puede hacer mejor, pero está pagando el sinfín de errores y empastres desde que el Consell Rector nombró a Empar Marco como directora general, que el Tribunal Superior de Justicia acabó anulando, pero la semilla del mal ya está plantada y ha germinado rápida. Comenzó mal la programación, sectaria, reduccionista y miope. Todos los procesos de selección de plantilla y cargos directivos han convertido en muy poco tiempo en otro búnker a À Punt, echando por tierra la ilusión de quienes querían impulsar un potente medio audiovisual moderno, que impulsase un desaparecido sector valenciano tras el final abrupto de Canal 9.
Culpables también quienes desde el Gobierno valenciano han permitido todos esos errores, los han justificado aun sabiendo que se estaban haciendo las cosas muy mal, y, por supuesto, los periodistas y medios de comunicación que han perdido su capacidad crítica por un plato de lentejas.
El viernes, como decía, se asistió al desastre de los dos buques insignias de la nueva programación. Como apunté recientemente en un artículo anterior, A la Ventura está bien hecho, su presentadora destaca, pero el día no es el más adecuado. Simple y llanamente está mal programado, amén de que algunos contertulios sobran. Un viernes, con dos espacios de entretenimiento de éxito en estos momentos en Telecinco y Antena 3 -Got Talent España y El Desafío-, dos películas en La 1 de TVE y Cuatro y dos espacios informativos en laSexta, como laSexta Columna y Equipo de Investigación, no dan opciones a A la Ventura. Canal 9 emitía los viernes Carta Blanca y Calle vosté, parle vosté, dirigidos por otro candidato a dirigir À Punt, Josep Ramon Lluch, quien triunfa en la tele de Murcia y hace negocios con la tele valenciana a través de Secuoya -hasta diciembre con À Punt Directe-, aunque fue vetado presencialmente por Empar Marco, desaprovechando uno de los mejores talentos audiovisuales que ha dado esta tierra. Lluch supo darle el toque de sainete y espectáculo que un programa de debate necesita para triunfar un día, como el viernes, en el que la gente está ya harta de información y tertulia y lo que quiere es desconectar.
Bona vesprada, por su parte, obtiene aún peores datos que su antecesor, À Punt Directe, presentado por Carolina Ferre, muy próxima a Compromís. Su sustituto es el ex ministro socialista, Màxim Huerta, más y mejor recordado como birrey matinal junto a Ana Rosa Quintana. El fracaso de este espacio es especialmente sangrante, porque alguien ha impuesto que la productora esté participada por Antena 3 y Telefónica. Ni con vientos madrileños vuela el programa vespertino, que el viernes se hundió hasta el 1%. La más absoluta de las irrelevancias. Un fracaso total. Es evidente que Huerta es un grandísimo profesional y conductor y Bona Vesprada tiene un extraordinario equipo de profesionales, pero algo falla. También explicaba en otro artículo que la competencia es durísima por las tardes, pero no es excusa. Hay que darle un cambio rápido o habrá que cancelarlo, porque de momento Bona Vesprada ya ha hundido al programa informativo comarcal que presenta Carme Bort y el Notícies Nit, con cifras muy inferiores por culpa del nulo efecto arrastre que les deja Huerta y Compañía.
Las tardes de À Punt necesitan conectar con la sociedad valenciana. No me cansaré de repetirlo. ¿Por qué triunfaba el Show de Joan Monleón? Porque gustaba a quien veía la tele por las tardes. Las minorías elitistas y sectarias ya se encargaron de arrastrar al gran 'Monle' por el fango, pero lo cierto es que el programa que quiera triunfar por las tardes debe parecerse más al de Joan Monleón que a los de Carolina Ferre y Màxim Huerta. El éxito de Monleón por las tardes impulsó el resto de la programación en los primeros años de vida de Canal 9.
Por último, un mensaje para aquellos que al principio de À Punt quisieron que la cadena no se pareciese nada a Canal 9 y acabaron por echar mano de las redifusiones de L'Alqueria Blanca. El viernes 12 de febrero de 2021, la enésima repetición de la icónica serie de Canal 9 obtuvo el segundo mejor 'share' del día, un 8'2%, sólo por detrás del Notícies Migdia (9'1%). Para hacérselo mirar. Sin duda, uno de los principales responsables -culpables- de este desaguisado se llama César Martí, director de Contenidos de À Punt, con más sombras que luces, de las que hablar en otro artículo. Su continuidad con Alfred Costa no deja de ser una sorpresa. Con el lastre de la tarde y la noche, À Punt logró un exiguo 2'7% de cuota de pantalla de media. Sin tardes y noches potentes, À Punt seguirá sin interesar a nadie. Demasiados profesores universitarios en el Consell Rector, que hicieron que À Punt naciera muerta.
De nada.
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