La irrupción de la inteligencia artificial (IA) ha supuesto un antes y un después en prácticamente todos los sectores. La educación superior no es ajena a esta transformación: la manera en que se enseña, se investiga y se evalúa se encuentra en plena revisión.
En este contexto, Miguel Arrufat Pujol, director general de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR), advierte de que las instituciones que no integren esta tecnología de manera estratégica corren el riesgo de quedar rezagadas.
Más allá de la reflexión institucional, el verdadero cambio pasa por el profesorado universitario. Son los docentes quienes deben adaptarse a un escenario en el que la IA no es un recurso puntual, sino un eje estructural en la enseñanza.
La visión institucional de UNIR frente a la IA
En diferentes foros académicos, Arrufat ha subrayado que la IA debe incorporarse con una estrategia clara, alineada con los objetivos de calidad educativa. Según su planteamiento, no basta con usar herramientas tecnológicas de forma aislada. Es necesario que formen parte de la gestión, de la planificación de los programas y de la experiencia de aprendizaje de los estudiantes.
Su idea central se apoya en un hecho evidente: la sociedad demandará profesionales capaces de trabajar de manera eficiente con la inteligencia artificial. Por tanto, la universidad tiene la obligación de preparar a su alumnado para un futuro en el que estas competencias serán esenciales.
Ética, pensamiento crítico y responsabilidad
Otro de los aspectos que destaca la dirección de UNIR es que la adopción de la IA no puede desligarse de la formación ética. El alumnado debe aprender a utilizarla con responsabilidad, desarrollando al mismo tiempo habilidades de pensamiento crítico. De esta manera, la tecnología se convierte en un apoyo que complementa el criterio humano, en lugar de sustituirlo.
El profesorado de UNIR ante los nuevos desafíos
Para que estas ideas se materialicen, el profesorado de UNIR tiene por delante un reto ineludible: la formación especializada. La integración de la IA en la docencia requiere comprender tanto el potencial como las limitaciones de la tecnología. Esto incluye desde el uso de asistentes virtuales hasta la creación de entornos de aprendizaje personalizados.
La universidad ya impulsa iniciativas de capacitación interna, pero el verdadero cambio dependerá de la disposición de cada docente para actualizarse de manera constante. La obsolescencia digital es un riesgo real si no se mantiene una actitud de aprendizaje permanente.
Adaptación metodológica y pedagógica
El impacto de la inteligencia artificial va más allá de lo técnico. Supone repensar las metodologías de enseñanza. Las clases tradicionales pueden enriquecerse con sistemas de tutoría virtual, análisis de datos en tiempo real o evaluaciones automatizadas.
Sin embargo, estas herramientas no sustituyen al profesor. En realidad, lo convierten en un guía más estratégico, capaz de personalizar la enseñanza y atender a la diversidad del alumnado.
Resistencias y obstáculos internos
Por supuesto, esta transición no está exenta de dificultades. Algunos docentes pueden mostrar resistencia al cambio por temor a la pérdida de autonomía o por falta de confianza en las herramientas digitales. Además, la carga laboral es otro de los frenos más mencionados: integrar la IA implica tiempo para explorar, probar y adaptar materiales.
En este sentido, el apoyo institucional es importante. La universidad debe ofrecer recursos, asesoramiento y espacios de innovación para que el profesorado se sienta respaldado en este proceso.
Buenas prácticas y proyectos en marcha
Cursos de verano y espacios de reflexión
UNIR ya ha dado pasos en esta dirección. Un ejemplo lo encontramos en los cursos de verano celebrados en El Escorial, donde se analizó el papel de la IA en la gestión de la calidad universitaria. Estos encuentros sirven como espacio de reflexión y actualización para los docentes, que pueden debatir con expertos y trasladar esas ideas a sus asignaturas.
Incorporación en programas y calidad académica
El empleo de la IA también se extiende al diseño curricular y a la evaluación de titulaciones. Gracias a la colaboración con agencias de calidad, se estudia cómo la inteligencia artificial puede agilizar procesos de acreditación y mejorar la transparencia en la medición de resultados. Para el profesorado, esto supone trabajar con estándares más claros y herramientas que facilitan la recogida y análisis de datos.
Colaboración con expertos y comunidades académicas
Otro de los aspectos destacables es la apertura hacia alianzas externas. El centro fomenta el contacto con entidades tecnológicas y comunidades académicas internacionales, lo que permite a los docentes compartir buenas prácticas y aprender de experiencias de otros centros. Esta dimensión colaborativa es esencial para evitar el aislamiento y avanzar hacia un modelo educativo global.
Implicaciones prácticas para el profesorado de UNIR
Recomendaciones para los docentes
A partir de estas iniciativas, se pueden extraer recomendaciones claras para los profesores:
Apostar por la autoformación constante, explorando las últimas herramientas de IA aplicadas a la enseñanza.
Experimentar con proyectos piloto en sus asignaturas, evaluando resultados de forma crítica.
Utilizar la tecnología como apoyo a la evaluación y la retroalimentación, sin delegar completamente el juicio académico.
Transmitir al alumnado no solo competencias técnicas, sino también un criterio ético y responsable sobre el uso de la IA.
Rol de la institución
El éxito de esta transformación no depende solo del esfuerzo individual. UNIR tiene la responsabilidad de proporcionar infraestructura tecnológica sólida, guías metodológicas y políticas claras que garanticen un uso responsable y transparente de la inteligencia artificial. Solo con este respaldo, el profesorado podrá desplegar todo su potencial.
El camino hacia la integración de la IA en la educación superior es inevitable. La reflexión de Miguel Arrufat pone el acento en un aspecto clave: las universidades que no se adapten quedarán rezagadas frente a las demandas sociales. Pero más allá de la visión institucional, el verdadero motor del cambio está en los docentes.
El profesorado tiene en sus manos la oportunidad de liderar una transformación que, más que mejorar la calidad académica, también prepara a los estudiantes para un futuro marcado por la tecnología. La clave será encontrar el equilibrio entre innovación, ética y rigor pedagógico.
Si la universidad y sus profesores avanzan juntos, UNIR responderá a las exigencias sociales actuales y se consolidará como un referente en la formación online adaptada a los retos del siglo XXI.