Teresa Ortiz Antes, durante y tras todo lo sucedido con los indultos del "procés", de los que di buena cuenta en mi artículo anterior, el Gobierno del país no ha dejado de sorprendernos, cuando no alucinarnos, con toda una serie de anuncios y decisiones y las consecuencias derivadas de estas acciones en la sociedad. En el conjunto de estos hechos hay una serie de representantes públicos del gobierno que están destacando, por lo negativo, de manera evidente y continua.
Por una parte, el Ministro Ábalos generando sostenidamente en el tiempo una inquietud con sus provocadores globos sonda, diseñados para golpear el presente y el futuro de los españoles. Parece que a este "servidor público le origina satisfacción personal generar distorsión en la tranquilidad social del país. A todos nos gustaría pensar que nos encontramos en un supuesto Estado del Bienestar del que instituciones supranacionales y el propio Gobierno de la nación cuidan y preservan, pero los golpes mediáticos de Ábalos sirven para despertarnos de este pensamiento. Ignoro si es por sadismo personal o por voluntad de servir a un amo psicopatológico como es Sánchez, pero lo cierto es que Ábalos se está extralimitando continuamente en su papel.
En el teatro político nacional, "malos de guion" ha habido históricamente siempre. Recuerden a Guerra, Cascos o Hernando, entre otros. Pero La diferencia de Ábalos con los demás es que cuando este ministro comparece ante la opinión pública, miente públicamente mucho más que sus antecesores. Recuerden cuando hace unos meses anunció que había una exigencia de la Unión Europea para implantar peajes en nuestro país, condicionando esta circunstancia a la obtención de los Fondos Europeos de Recuperación. Esta misma semana, desde Bruselas, han desmentido a Ábalos, diciendo que no es ninguna exigencia de la Comisión Europea. De hecho, la propia comisaria europea de Transportes ha negado por escrito que haya ni siquiera propuesto al gobierno de España esa medida de pago en las carreteras, aunque no la rechazaría si la idea le viene del propio Sánchez, que es lo que parece que realmente ha sucedido.
Por otra parte, tenemos a la actual vicepresidenta primera y ministra de la Presidencia, Carmen Calvo, cuyo mayor enemigo, además de ella misma, es la misma presidencia a la que representa ahora. Esta ministra tiene su larga historia en la memoria colectiva de los españoles, pues en 2004 ya representaba la cartera de Cultura (sí, de cultura), en el "Gobierno Vogue" de Zapatero haciéndose desafortunadamente famosa, entre otros hitos, por su frase sobre la nula propiedad del dinero público. En este periplo de infortunios en los que la ministra ha participado últimamente hay que reseñar lo concerniente a todo el proceso de la subida de la tarifa eléctrica en relación a los horarios de uso, en el que la ministra se permitió bromear innecesariamente sobre quién ha de planchar de madrugada para pagar menos luz en vez de mostrar empatía con el robo continuo que su gobierno perpetra contra los españoles en materia de servicios y suministros básicos como la energía eléctrica o los combustibles. De todas formas, con el fracaso de su oposición a la Ley Trans y los signos de traición que le está mostrando Sánchez, parece que esta ministra puede acabar siendo devorada en la próxima remodelación de Gobierno, si no es que dimite antes en un arranque de dignidad, que dudo le quede.
No puedo acabar este artículo sin señalar y destacar en este infortunio continuo ministerial la labor de la ministra de Igualdad en materia de generar división y de hacer sentir vergüenza ajena al país entero. La hilaridad que continuamente provoca Irene Montero sale demasiado caro a los españoles, tanto económicamente en forma de presupuesto inflado de su ministerio, como por la imagen de España en el exterior a causa de sus actuaciones.
La ministra Montero, en adelante "ministre", está llevando a escala de su ministerio la política de odio que su marido, o quizás su ex-marido ya de facto, ha intentado llevar a cabo a escala total del país, por suerte sin éxito. El guerracivilismo que esta "ministre" rezuma por los poros, está calando incluso entre los cimientos del movimiento feminista, con imágenes lamentables de enfrentamientos callejeros entre grupos del propio movimiento por aspectos concretos de la Ley Trans. Toda una dinámica perniciosa, originada por una representante pública que primero odia y luego verbaliza ese odio mediante eslóganes políticos.
El odio a quien no piensa igual, al orden constitucional, a las instituciones del Estado de Derecho, a quien vela por el orden como la policía, no puede ser ni un minuto más expandido desde un ministerio ni desde un Gobierno. No es propio de países maduros democráticamente hablando. Estamos gobernados por personas que solo velan por su propio sillón presidencial y ministerial a costa de generar división entre los españoles. Los ciudadanos debemos tomar nota de lo que nunca más ha de volver a pasar para tener un país mejor y un futuro más próspero. No nos podemos permitir un minuto más de enfrentamientos provocados por las ambiciones e intenciones de malos gobernantes y peores personas.
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