Vicent Mompó, presidente provincial del PP, formación que sumará una nueva alcaldía en Barxeta. /LAURA FLORENTINO
Vicent Torregrosa, candidato a alcalde de Barxeta en la moción de censura que se votará este lunes. /EPDABarxeta, localidad de la comarca de la Costera que ronda los 1.600 habitantes, vivirá este lunes la sexta moción de censura que se votará en el actual mandato en la provincia de Valencia. Será la quinta con partido local de por medio y la tercera tras la dramática DANA o riada que se desencadenó el 29 de octubre y que todo lo metamorfoseó. O casi todo, porque no lo hizo con la práctica política (y democrática) de las citadas mociones de censura.
También será la tercera alcaldía que sumará el PP por esa vía junto a las de Montserrat (primera cronológicamente del serial a cuenta del joven Sergio Vilar con el respaldo del grupo local AIGUA -Agrupación Independiente General de Urbanizaciones y Asociaciones-) y Albaida (segunda, dirimida hace casi justo un año a favor del actual primer edil, Juan Carlos Roses).
El PSPV ha salido triunfante de las dos últimas. Primero, de la presentada en Requena, con caída sonada de la por entonces presidenta de la Federación Valenciana de Municipios y Provincias, Rocío Cortés, en beneficio del exalcalde socialista Mario Sánchez. Este último se ha enredado esta misma semana en una chirriante polémica con el presidente de la Diputación de Valencia, Vicent Mompó, a consecuencia de su aparición sin supuesta cita en una reunión.
Los dos del PSPV
Por otro lado, aunque no lejos geográficamente, se encuentra
Chiva, con la novel alcaldesa del PP,
Amparo Fort, cediendo el testigo al todavía más neófito socialista Ernesto Navarro, en un municipio que constituye el paradigma de la fragmentación política, con hasta siete partidos que se reparten 17 escaños.
Requena y Chiva cambiaron, por voluntad de los decisivos, respectivamente, Partido de Requena y Aldeas y de Activa Chiva, de color político. Las dos formaciones locales, aliadas desde inicio de mandato con el PP, decidieron abandonar primero sus gobiernos y, después, embarcarse en sendas mociones de censura para entregar la vara de mando al PSPV. Son los dos casos posDANA. El tercero será el de Barxeta.
En Sueca, por el contario, la formación local Sueca per Davant rompió con su socio inicial, el PSPV, para recolectar el voto de Compromís –enemistado con la agrupación local socialista desde hace lustros- y de la alcaldable popular en 2023, Carolina Torres, para alzar a su cartel electoral, Julián Sáez, como máximo munícipe en un tórrido pleno de agosto del pasado año. Fue la última moción de censura preDANA.
Una moción de censura al mes
Desde la riada la cuenta sale a una mensual. Cada cual con su intríngulis municipal. La de Barxeta podría resultar predecible por la fragmentación local, ya que el pleno está compuesto por tres partidos (EU, PP y Som Barxeta) con otros tantos concejales por formación y con gobierno, hasta ahora, en minoría del primero.
O quizás no era tan pronosticable por las desavenencias políticas que en municipios pequeños quedan solapadas por las personales (que se lo digan a los dos ex del PSPV que desoyeron las órdenes de su formación votaron al candidato del PP en Albaida hastiados del anterior primer edil de Compromís).
En cualquier caso, salvo sorpresa mayúscula, el desenlace será el mismo que en las cinco anteriores presentadas: que fructifique. Lo hará con el voto a favor de seis concejales sobre nueve, por lo que el margen de imprevistos queda reducido a la mínima expresión. Y con el popular Vicent Torregrosa recogiendo la vara de mando de su homónimo ya previsiblemente destituido Vicent Mahiques, de EU.
Relevo pactado en alcaldía
Dentro de 14 meses se la entregará a la formación local Som Barxeta. Esto ya sucederá en pleno baile de intercambio de alcaldías tras pactarse rotaciones a principio de mandato. Ese episodio dará también para plenos y crónicas en localidades tan relevantes como Moncada o Manises –en ambos casos de salida de PSPV y entrada de Compromís-. En cualquier caso, aquí ya se tratará de sustituciones acordadas y no, teóricamente, traumáticas ni forzadas.
Serán historias del futuro. El presente, ya con año y medio de mandato y con tiempo de sobra para las desilusiones y los desapegos políticos entre socios de gobierno, lo marcan las mociones de censura. Sean anteriores o posteriores a la DANA de aquel fatídico 29 de octubre. Porque las inclemencias políticas llevan su propio curso sin que les afecten las meteorológicas o sus consecuencias.
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