Carolina Fuertes. EPDA Ha llegado febrero y, con él, el mes más deportivo. Y sí, esto es así porque se celebra la XIX Gala del deporte o XIX Gala de l’Esport -no dejemos que nadie se sienta no incluido/a-. Dicha Gala es uno de los actos más importantes, entre otros, porque se da no solo a conocer sino a reconocer a las y los deportistas más influyentes, que más se han sacrificado y a los clubs que más promocionan y fomentan el deporte a todos los niveles y para todos los géneros, independientemente de su objetivo real, por supuesto.
Y esta es muy interesante y curiosa, a mi parecer. De hecho, genera una sensación entremezclada de emociones, de dualismos, como si de un conflicto cognoscivo se tratase. Como si tuviéramos a Sabina recitándonos que los gimnasios están llenos pero que las librerías siguen vacías e incluso hace referencia a que hemos llegado al momento en el que hay que elegir entre lo correcto y lo que es más fácil.
Quizá el leer esto no evoque nada puesto que se trata de una celebración y las celebraciones están para disfrutarlas y no para acibararlas con algunas realidades enojosas. Es curioso ver cómo se premian a clubs por su fomento al deporte pero que, paradójicamente, sus instalaciones son deplorables o ni tan siquiera algunas están acabadas -excluyendo este año la modalidad de pesca porque se nos ha caído el Pantalán y la pesca en acequia, aún, no es una modalidad-; también es sugerente ver cómo se loa al deporte pero que, antagónicamente, los ciudadanos/as prefieran realizarlo en otras instalaciones públicas cercanas a nuestro pueblo debido a las instalaciones que tenemos.
Finalmente, agradecer a las y los premiados que, aun con los medios e instalaciones tan ínfimas que se tienen, consigan tantísimo con tan poco. Ellos/as son, en sí, la esencia del deporte.
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