Olocau y Gátova son considerados destinos turísticos seguros donde se puede disfrutar del pasado íbero de ambas localidades. / EPDA A pesar de que los brotes de coronavirus arrecian por doquier, lo cierto es que en la comarca de Camp de Túria existen dos municipios que se han convertido en los fuertes bastiones, frente a la situación que se vive en el resto de localidades comarcales.
Se trata de Gátova y Olocau, que curiosamente son vecinos, separados apenas por unos 12 kilómetros. Aquí, todos sus habitantes siguen afrontando cada día, el reto de resistir sin un sólo caso positivo por COVID-19. Si bien es cierto que se trata de localidades con un bajo índice de habitantes, también es verdad que hay municipios con similares cifras de empadronados que sí que han registrado casos de contagios por coronavirus. Concretamente, Olocau cuenta con casi 1.800 vecinos, mientras que Gátova no llega a los 400.
Un aspecto que facilita el hecho de conseguir durante más de 5 meses no registrar ni un solo contagio.
Por este motivo, tanto Olocau como Gátova se han convertido en destinos turísticos seguros para los aventureros que quieran conocer de primera mano los vestigios de nuestros antepasados íberos y para los amantes de la historia.
Sin embargo, la situación en la comarca en cuanto a contagios no es tan halagüeña, más bien responde a lo que tristemente está sucediendo cada día con la detección de nuevos infectados.
Concretamente, el Ayuntamiento de Benaguasil emitía hace unos días un comunicado oficial para informar a la población de un brote detectado en una empresa hortofrutícola de la localidad. Son, en principio, 3 contagiados registrados en el ámbito laboral. Además, desde Conselleria de Sanitat se han confirmado en los últimos días nuevos casos positivos; 4 en L’Eliana, 1 en Bétera, 1 en Llíria y 1 en Vilamarxant. Desde que estallara la pandemia se han registrado algo más de 400 contagios en la comarca de Camp de Túria y 38 fallecidos, según los datos que publica periódicamente la Conselleria para seguir la evolución de la pandemia.
En este sentido y ante la situación de rebrotes, son muchas las personas que temen un nuevo confinamiento que no solamente tendría consecuencias económicas sino también psicológicas para muchos. Así lo explicaba Carmina Llopis, neuropsicóloga y especialista en psicología clínica y forense que señalaba que “un nuevo confinamiento sería una experiencia vital difícil y mucho más complicada que la anterior, realmente devastadora. La sociedad más vulnerable de cara a un nuevo confinamiento la constituyen los ciudadanos que lo afrontarían con carácter depresivo, resultado del frenazo en la salida del túnel en el que nos encontramos actualmente. Las expectativas de terminar se aplazan y eso provoca decepción, tristeza, cansancio y una cierta inquietud por no ver la luz al final. Otro grupo son las personas vinculadas a la inhibición social, al aislamiento y reclusión como respuesta fóbica a la nueva emergencia del virus. Se eluden contactos sociales, familiares y se suspenden las salidas de vacaciones porque se impone la desconfianza en los otros e incluso el miedo.
Finalmente, encontramos la rabia que se manifiesta como irritación, indignación, desobediencia a las indicaciones de la Administración, y en su límite puede incluso generar conductas violentas. Es una rabia dirigida a lo que se percibe como irresponsabilidad, sea de otras personas que no guardan las distancias ni cumplen las medidas”.
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