La Piscina de las Mareas. FOTO VALENCIANO
Interior de la estación de tren de Oporto, con mosaicos con la historia de Portugal. FOTO VALENCIANO
Uno de los imponentes bidones de la bodega Cálem. FOTO VALENCIANO
Una pareja disfruta de las vistas de Oporto desde la catedral. FOTO VALENCIANO
La catedral de Oporto. FOTO VALENCIANO Oporto, en Portugal, es un lugar ideal -y muy económico- donde perderse un fin de semana. A poco más de una hora desde Valencia, Barcelona o Sevilla en avión, la ciudad está regada por el Océano Atlántico, donde desemboca el Río Duero. Precisamente, océano y río confieren a la ciudad portuguesa una de sus notas distintivas, con temperaturas muy inferiores a las que acostumbra el Mar Mediterráneo en verano.
Nada más llegar a Oporto, lo primero es adquirir una tarjeta de transporte para turistas -7 euros un día, 15 euros tres días a fecha de junio de 2014-, que te permite coger autobús, metro y tranvía, aunque la ciudad invita a pasear por sus callejuelas empinadas. ¡Y tan empinadas! Además de disfrutar de sus peculiares casas, muchas de las cuales están destruidas y no hay visos de rehabilitación, te aseguras unas vacaciones en forma y un fortalecimiento seguro de tus piernas.
Uno de los puntos más turísticos es el río Duero y sus imponentes puentes que llevan hasta las famosas bodegas de Oporto, con esa variedad de vino único en el mundo, que pueden ser visitables con cata incluida. Vale la pena. Ahora bien, recuerda que sólo puedes comprar vino si facturas maleta, pues, de lo contrario, la tendrás que abandonar en el aeropuerto si supera los 100 ml.
En la misma zona se pueden comprar billetes para dar una vuelta en algún barco por el Río Duero hasta el delta que desemboca en el Océano Atlático o coger un funicular que lleva hasta el Monasterio Serra do Pilar, con unas vistas espectaculares de la ciudad, el río, los puentes y el océano al fondo. Normalmente venden un pack con viaje en barco, uso del funicular y entrada a alguna bodega.
Las playas de la segunda ciudad de Portugal son ideales para surfistas por el viento y las olas, pero también hay algún rincón para el turista que busca sol y relajación, como Leça de Palmeira, junto al puerto marítimo. No hay que perderse la Piscina de las Mareas, de agua salada, junto al océano. Increíble combinación a menos de media hora del centro en metro.
En cuanto a la gastronomía, Oporto ofrece gran variedad de pescados y mariscos, productos de gran calidad y buen precio, sin olvidar el bacalao, que se ofrece de mil maneras. Muy recomendable el restaurante
Lagostim (Praça de
Dona Filipa de Lencastre, 198). Caldos de la tierra para todos los gustos, de gran nivel, tintos y 'brancos' para acompañar cualquiera de los extraordinarios productos locales. Recuerda: ¡¡marisco!!
La vida nocturna es muy agradable, con un centro de la ciudad repleto de pubs y discotecas. Los fumadores están de enhorabuena porque en junio de 2014 todavía estaba permitido fumar en estos locales. La vida nocturna es similar a la de muchas ciudades españolas. De hecho, más de la mitad del turismo es español, por lo que os vais a sentir como en casa.
Aunque es típico de Bélem -cerca de Lisboa-, busca el típico pastel de nata. ¡Inenarrable!
Y un último consejo: ve de aquí para allá, pero elige bien con quien viajas. Fundamental.
(Cuéntanos tu experiencia en Portugal enviando tu comentario a pere_valenciano@elperiodicodeaqui.com y lo incluiremos en esta crónica por orden de llegada)
El puente Luis I. FOTO VALENCIANO
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