Leopoldo Bonías Robert Redford debutó a mediados de los noventa
como director cinematográfico con el film “Quiz Show” , una película basada en
el mayor tongo de concursos televisivos realizado en los años cincuenta por la
prestigiosa cadena NBC norteamericana, el VEINTIUNO, que alcanzó una audiencia récord logrando su
punto álgido cuando el profesor universitario Charles Van Doren derrotó al que
hasta entonces era el campeón Herbert Stempel, un judío que vivía en un barrio
humilde al que se le convenció para que perdiese fallando una pregunta sencilla
que todo el mundo conocía mediante falsas promesas. La fórmula de la
alternancia de ganadores entre judíos y gentiles siempre ha funcionado a las
mil maravillas en la sociedad de las oportunidades en donde cualquiera puede llegar
a presidente.
Gracias al VEINTIUNO Van Doren se convirtió en un
héroe nacional y un icono de la cultura contestando programa tras programa
todas las preguntas que se le formulaban desde una cámara acorazada para aislar
al concursante al cual se le habían
facilitado previamente las respuestas hasta que se descubrió el engaño.
Extraordinario papel el de John Turturro (Herbert Stempel en el film) que fue
nominado para el Óscar como mejor actor secundario.
Algo parecido se sospecha está pasando actualmente
en algunas pruebas de acceso a los Cuerpos de Policía Local. En Arganda del Rey
se denuncia ante la opinión pública que cuatro de las ocho plazas de Policía
Local convocadas han sido obtenidas por familiares de personas vinculadas a la
Corporación de entre casi mil aspirantes presentados.
No tan lejos, en la
provincia de Alicante, la Fiscalía investiga el comportamiento de personas
encargadas de vigilar la realización de los exámenes para ocupar plazas de
Técnicos Superiores y que parece ser colaboraron con alguna opositora que
entregó el examen en blanco para que se
hiciese el cambiazo. Llueve sobre mojado en la ciudad de los rascacielos de la
Costa Blanca tras el también llamado escándalo de las pruebas de Policía Local
de Benidorm.
Lejos quedan los tiempos en que los exámenes de
las oposiciones eran públicos de verdad y en donde el aspirante por
insaculación extraía una bolita con el número del tema que tenía que “cantar”.
Después, al acabar la exposición verbal, el Tribunal le pedía cuantas explicaciones
considerase conveniente para comprobar que no sólo había memorizado el tema sino que comprendía
su significado y que sabía relacionar conceptos , interpretarlos y aplicarlos
correctamente.
Recuerdo en 1983, cuando me presenté a la plaza de jefe de la Policía
Local de Xirivella, en el salón de la antigua Casa de la Cultura repleta de
personas (hasta mi padre fue a presenciarlo apareciendo allí de improviso y
mira que le dije que no fuese), o cuando obtuve la Jefatura de la Policía Local
de Paterna en 1989 en una exposición de los temas efectuada en el salón de
Plenos del Ayuntamiento de Paterna también con bastante público en el mismo.
En
este tipo de pruebas orales a la vista de todos, los hundimientos son
espectaculares y hasta muchos opositores se levantan sin pronunciar palabra
retirándose del examen tras conocer los temas caídos en suerte.
En 1985, cuando faltaba poco más de un año para
que se jubilase el jefe de la entonces Policía Municipal de Valencia, se creó
otra plaza de idéntica categoría para que el que fuese a sustituir al hasta
entonces jefe fuese conociendo el funcionamiento de la tercera capital de
España.
Las lecturas de las memorias proyectos de los aspirantes fue pública en
el hemiciclo de la Casa Consistorial y un gran número de policías de Valencia y
otras poblaciones asistieron a la exposición de las mismas y a las posteriores
preguntas realizadas por los miembros del Tribunal a los aspirantes. El
enciclopédico D. Manuel Jordán Montañes, entonces jefe de la Policía Municipal,
puso su sello preguntando a uno de los opositores si para la detección de
sustancias prohibidas era mejor la utilización de perros machos o hembras.
Fue la primera vez que hubo en el Cuerpo de la
capital del Turia más de un funcionario ocupando la máxima categoría profesional
existente, pues hasta entonces la misma se reservaba al jefe de la Policía
Municipal en exclusiva.
Ahora, en plena época de la transparencia, tras
la enésima modificación de la normativa en materia de Policía Local con la
eliminación del curso previo habilitante para poder presentarse a los Cuerpos
de Policía Local de la Comunidad Valenciana, también desaparece la exposición
pública del tema a desarrollar.
De cualquier forma, las exposiciones ya no eran
públicas, al menos en la practica, pues en lugar de realizarse en Salones de
Plenos u otros recintos espaciosos, se llevaban a cabo en pequeñas habitaciones
que hacían inviable la presencia del resto de los opositores o de simples
profesionales que quisieran ver cómo se desarrolla la prueba selectiva. Se
considera que lo más objetivo es un test donde se ha de contestar la respuesta
correcta de las que figuran en el examen. La posibilidad de la filtración flota
en algunas ocasiones en el ambiente.
Pero lo peor de todo es que se está aceptando con
resignación este descontrol legislativo en que nos hallamos inmersos dentro de
las Policías Locales en la Comunidad Valenciana. Al final se va a conseguir que
el desánimo se apodere de todos, o, peor aún, que se empiece a tomar a risa el
asunto y la gente deje de indignarse del desbarajuste rampante.
Y es que esta esta situación ya empieza a
recordar a la anécdota que se le atribuye al tirano siracusano Dionisio El
Viejo. Nacido en el año 430 antes de Cristo y muerto en el 368, fue un hombre
sagaz y profundo conocedor de la naturaleza humana que llegó a tener de
consejero al mismísimo Platón, del que se cuenta que habiendo impuesto a sus
súbditos una fuerte contribución y, visto que ellos se lamentaban del impuesto,
lo aumentó. Entonces los súbditos no se lamentaron más y tomaron la cosa a
broma.
Esto es signo - observó Dionisiso - de que el
impuesto es verdaderamente excesivo. Si ríen es porque saben que no podrán
pagar y por ello no tienen nada que perder.
Y redujo el impuesto.
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