A propósito del Coronavirus
Desde que se tiene registros literarios de la
humanidad hay abundantes noticias de epidemias y pandemias, pestes, en el
mundo. Una de las antiquísimas fuentes que hace referencia a ellas es la
Biblia, especialmente el Antiguo Testamento, que atribuye su origen a la
intervención divina y es la herramienta que utiliza Dios para exterminar a un
pueblo (Ex.9,15; Num, 14,12; Sal. 78,50; Ez. 14,19, etc…) La peste, con su
rápida propagación y trágicas consecuencias, junto con la guerra y el hambre
son los tres grandes azotes de Dios a la humanidad. En el Nuevo Testamento, el
azote añadido sería el de los terremotos (Mt. 24,7; Lc.21,11; Ap 6,8…)
En sus filosofías y textos, Ovidio, Platón, Plutarco, Tito Livio, Plinio creían también que la
peste era consecuencia de la cólera divina por el comportamiento del ser
humano. Llegó Hipócrates y comenzó a
formalizar la medicina. Observó que la peste se propiciaba en las estaciones
cálidas y húmedas, afirmaba que el estado del aire y los cambios de estación
engendran la peste.
De las primeras más conocidas tenemos la peste de
Atenas (428 a.C.). Las epidemias se han sucedido de forma imparable a lo largo
de la historia con efectos devastadores. En el siglo III, hubo una peste
originada en Egipto, que pasó a Grecia e Italia que "se iniciaba por un
fuerte dolor de vientre que agotaba las fuerzas. Los enfermos se quejaban de un
insoportable calor interno. Luego se declaraba angina dolorosa; vómitos se
acompañaban de dolores en las entrañas; los ojos inyectados de sangre. (...).
Unos perdían la audición, y otros la vista. En Roma y en ciertas ciudades de
Grecia, morían cerca de 5.000 personas por día", describe Cipriano, obispo de Cartago.
En el siglo XIV, 1347, aconteció la peste negra, peste
bubónica, peste septicémica. Con origen en Asia, llegó a Valencia a través de
Italia en los barcos procedentes de Génova. Y aquí se desplegó por todo el
territorio en 1348 de la peste,
luego se reprodujo en 1362, 1374, 1375, 1380, 1383, 1384 y 1395. En esta
época surgió la devoción, veneración y culto de la “Virgen contra la peste”, a
la que se dedicó capilla en la catedral de Valencia. Acudían a ella regueros de
habitantes de la ciudad y poblaciones cercanas para que les preservara de la
epidemia. La imagen era una talla de la Virgen que desapareció de su lugar con
motivo de los trabajos de limpieza y adaptación que se hizo para la boda de Felipe III en 1599.
En el siglo XVII, renació la peste negra. En 1647, llegó la epidemia a Valencia
desde el Magreb por mar. Murieron 30.000 personas. Quedó afectado por la
epidemia hasta el propio Virrey, el Conde
de Oropesa, quien curó milagrosamente al mandar le llevaran a palacio en
procesión de rogativas la imagen de la Virgen de los Desamparados, a raíz de lo
cual hizo promesa de levantarle capilla.
La aparición y recrudecimiento de la epidemia hizo que
de nuevo pusieran su pensamiento en la Virgen contra la Peste de la Catedral,
que entronizó un óleo de la Virgen contra la Peste en su capilla, obra
atribuida a alguien de la Escuela de Ribalta, donde aparece, cuenta F. Pedrell, “Jesucristo afligiendo al
mundo con los rigores de la peste, figurado con lenguas de fuego, y a la Virgen
y a san Vicente Mártir, implorando su piedad. Cobijados por una especie de
lienzo que sostienen la Virgen y san Vicente, aparecen arrodillados Babán, los
infantes de la capilla y algún individuo de su familia”. Otros autores creen no
es san Vicente mártir quien aparece en la tela, sino san Esteban mártir. Llama
la atención que aparezca con bigote.
Babán era Graciano
Babán, maestro de capilla en la Catedral de Valencia desde el 27 de abril
de 1657 hasta su muerte, “compositor muy fecundo y respetado en su época”, dice
Ruiz de Lihory, del que existe “un
retrato suyo verdaderamente curioso: sobre un lienzo pintado al óleo aparece la
Virgen (llamada contra la Peste) cobijando bajo su manto al maestro Babá y a
los cantores de su Capilla, que miran aterrados cómo Jesucristo castiga al
mundo con los rigores de la peste… cuadro de composición parecida, salvo los
retratos que hay en san Nicolás, en la capilla de Nuestra Señora de las
Fiebres. Es verosímil que el citado cuadro fuera costeado por el maestro, en
acción de gracias de haber salido libre de la epidemia, que en aquella sazón
hizo en Valencia numerosas víctimas”.
Hoy, en plena epidemia del coronavirus, el lienzo “La
Virgen contra la Peste” no está en ningún altar de la Catedral, sino en el
Museo de la Catedral, restaurado y rotulado con la advocación de Virgen contra
la Peste o “Virgen de las Epidemias”, un lienzo que pasa casi desapercibido a
los visitantes, mayoritariamente turistas que visitan el interesante espacio
cultural religioso.
El Papa acaba de invocar a la Virgen María impetrando
su protección en esta catástrofe humanitaria. También lo ha hecho el Cardenal
Arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares. Un gesto bonito, recuperando la
historia, tradición y religiosidad del pueblo valenciano, sería sacar del Museo
de la Catedral tan hermosa, valiosa y sentida pintura, y devolverla a la
capilla que en su época tuvo, o colocarla en lugar accesible para que los
fieles, creyentes o angustiados pudieran ante ella presentar sus oraciones.
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