Portada del libro de Salvador Catalá La represión franquista y la memoria histórica condenó a Jose Aragonés a
ser un tallador de lápidas en la calle de la Reina, al que sus vecinos
consideraban como un poco desequilibrado. Nadie se paró a pensar en su
pasado, ni tan siquiera la sacrosanta Transición. Xàtiva recuperó la
democracia, y organizó homenajes institucionales a compañeros artistas de
su generación, como Bolinches, Renau, Carreño…, pero increíblemente se
olvidó de Jose Aragonés.
Aragonés fue un intelectual, escultor y pintor de un arte revolucionario,
como instrumento de cambio social, defensor de la educación en valores, de
la enseñanza profesional, de la coeducación, la igualdad de sexos, del
pacifismo, de la necesidad de erradicar la violencia en la escuela, los
hogares, y la política, defendió la eugenesia, la planificación familiar, y
que sólo España sería una verdadera democracia política y social, con una
República de izquierdas.. Encarnó el espíritu de aquellos jóvenes
republicanos que lucharon por un país mejor. La modernidad de su
pensamiento lo sitió a la vanguardia intelectual de los años 30, hasta que
llegó la guerra, donde impulsó el arte antifascista. Fue corresponsal de
guerra, escritor de trinchera, y altavoz en el frente, para arengar por la
unidad de toda la izquierda frente al fascismo.
Condenado a muerte, se le conmutó por una pena de prisión donde sufrió la
tortura psicológica del juego de ser fusilado, luego padeció destierros,
hasta que pudo volver a Xàtiva bajo vigilancia. El miedo desequilibró para
siempre su mente, y le llevó a visitar el psiquiátrico en numerosas
ocasiones. Se le condenó a morir en vida. No pudo escribir más en defensa
del arte revolucionario, y participó en la vida artística de la ciudad como
un artesano sin mensaje.
En los años sesenta intentó crear una sociedad valencianista que rescatará
el arte y la cultura local, y en los años 70 viajó a México, para saludar
al compañero Siqueiros, el pintor al que ayudó a salir de España. Él no
quiso tomar el camino del exilio en México por amor. No quiso dejar sola a
Cinet Camús, la mujer y compañera de aquellas luchas, en defensa también de
la igualadad de género.
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