Embalse de Benagéber en la actualidad. / Turisme CV
Vista del pueblo de Loriguilla antes de la construcción del pantano en La Serranía. / FB
Antigua Iglesia de Loriguilla y complejo turístico inaugurado en 2008. / AYTO. LORIGUILLA
Restos del pueblo de Benagéber en La Serranía. / Asociación Benagéber, el Hijo del Monte
Vista de San Antonio de Benagéber en el Camp de Túria. / GOOGLE EARTH
Vista actual del pueblo de Loriguilla y su área industrial en el Camp de Túria. / CVI La construcción de pantanos a mediados del siglo XX marcó la historia, no solo de España, sino de todo el mundo. Entre 1930 y 1970, se construyeron la mayoría de los más de 58.700 grandes embalses nuevos. Estas infraestructuras fueron creadas por la falta de agua, un bien necesario para generar electricidad, abastecer a regadíos, industrias y poblaciones y asegurar los caudales ambientales del río. El 60% de estas presas están situadas en el continente asiático. China, India, Japón y Corea del Sur encabezan la lista mundial, por delante de Estados Unidos y Brasil.
En España, se construyeron 1.064 embalses, de los más de 1.200 existentes. Se trata del país europeo con más número de presas y el décimo a nivel mundial. La Comunitat Valenciana y, en especial, sus comarcas de interior, también fueron escenario de estas construcciones. Además, durante esta época y en la mayoría de ocasiones, primó la construcción de las infraestructuras hidráulicas frente a los pueblos que ocupaban esas tierras. Viviendas, edificios públicos y recuerdos quedaron sumergidos en estas nuevas aguas, obligando a su gente a dejar sus raíces y empezar de cero en otro lugar que, aunque llevaría el mismo nombre, nunca volvería a ser el mismo, el que les vio nacer, crecer y vivir.
Para reubicar a buena parte de la población desplazada, se creó, en 1939 y bajo el régimen franquista, el Instituto Nacional de Colonización (INC). Este organismo se encargó de crear nuevos pueblos y zonas rurales, además de transformar zonas de secano en cultivos de regadío, hasta llegar a construir 300 pueblos nuevos.
BENAGÉBER
Benagéber, situado en el siglo XX en la comarca de La Serranía, fue uno de los municipios que quedó sumergido por la construcción del embalse que hoy lleva su nombre —Embalse de Benagéber—, aunque también es llamado Embalse de Blasco Ibañez y Pantano del Generalísimo.
Hace ya más de 90 años que la vida cambió para sus vecinos. Concretamente, el 6 de abril de 1932, cuando se firmó el acta para el inicio de las obras, aunque la presa no se inauguraría hasta 20 años más tarde —ya que la Guerra Civil retrasó las obras del embalse—, momento en el que los entonces 450 vecinos de Benagéber tuvieron que abandonar sus casas. Algunos de ellos se instalaron en los pueblos colindantes —Chelva, Sinarcas o Utiel—, mientras que otros se trasladaron al poblado nuevo de Benagéber, situado a unos cinco kilómetros de distancia en dirección a Utiel, junto al caserío de Nieva.
El INC creó nuevos pueblos y zonas rurales donde reubicó a buena parte de la población desplazada de Benagéber. Es el caso de San Isidro de Benagéber —en la localidad de Moncada, en la comarca de l’Horta Nord— y de San Antonio de Benagéber —en el Camp de Túria—. En concreto, 75 familias se instalaron en San Antonio de Benagéber, 65 en San Isidro y 16 en Benagéber.
Actualmente y según el Instituto Nacional de Estadística (INE), Benagéber cuenta con un censo de 170 habitantes, San Antonio de Benagéber con 9.874 y San Isidro de Benagéber con 399. Unas diferencias marcadas por la nueva localización de estas poblaciones. Mientras que el pueblo ‘nuevo’ de Benagéber sigue luchando contra la despoblación en La Serranía, San Antonio de Benagéber, situado cerca de Valencia y en una zona de expansión industrial, no para de aumentar su población.
Benagéber es hoy un municipio que conserva un patrimonio natural y medioambiental muy rico y atractivo. Su término municipal se extiende a ambos lados del río Turia, sobre una sucesión de montes y barrancos, entre parajes de pinares de gran belleza. El pueblo de Benagéber se levanta junto a la antigua aldea de Nieva, construido hacia 1950 con calles rectilíneas y casas blancas en torno a una plaza.
Por su parte, San Antonio de Benagéber se constituyó como una Entidad Local Menor el 5 de agosto de 1957, dependiente del Ayuntamiento de Paterna. El 8 de abril de 1997 fue segregado y constituido como municipio independiente. Hoy, se encuentra en una situación privilegiada debido a su proximidad con la capital y su accesibilidad a través de la autovía de Ademuz (CV -35). Además, se rodea de espacios naturales como la Vallesa o el Parque Fluvial del Túria; un entorno atractivo y tranquilo para residir y disfrutar del municipio.
San Isidro de Benagéber, en cambio, es hoy un barrio dependiente y totalmente integrado en la localidad de Moncada, aunque logró ser Entidad Local Menor entre 1957 y 1972. Las obras de construcción empezaron en 1947, convirtiéndose en el primer pueblo de colonización del INC en la Comunitat Valenciana.
LORIGUILLA
Otro de los municipios de La Serranía que tuvo que abandonar su localización original fue Loriguilla, por la construcción del Embalse que da nombre al pueblo. En ese momento, el municipio estaba formado por 469 edificios, la mayoría de ellos pajares, casas de labor y corrales; además de 204 viviendas habitadas por un total de 841 habitantes.
En 2023, se ha celebrado el 55 aniversario del traslado de Loriguilla viejo a Loriguilla nuevo. Fue en febrero de 1968, cuando 794 vecinos dejaron sus casas para trasladarse a su nueva ubicación en la comarca de Camp de Túria, por entonces, territorio de Riba-roja, a 22 kilómetros de Valencia.
Desde entonces, Loriguilla es un municipio entre dos tierras, entre el llano de su ubicación actual, una zona estratégica e industrial, y la antigua, en La Serranía, convertida en un enclave turístico rural. Tras 40 años de abandono, el Ayuntamiento de Loriguilla inauguró en 2008 un Complejo Turístico Rural que pretende recuperar el entramado urbano del antiguo pueblo y poner en valor su gran patrimonio natural, histórico, cultural y etnológico.
Entre los lugares de interés que se pueden encontrar todavía en el antiguo término destaca, sobre todo, por su buen estado de conservación, la Antigua Iglesia de San Juan Bautista, del siglo XVIII y de clara inspiración neoclásica. Al otro margen del río, se encuentran los restos de la Antigua Ermita de la Soledad y la Fuente de la Soledad.
Por su gran valor etnológico y patrimonial, destacan también los conjuntos de corrales de las Casicas de Medién o de Dorce, el Corral del Fandarín y el Corral de la Dula, estos dos últimos de fundación medieval morisca. Justo al lado del pueblo, en el pequeño altozano conocido como el Alto de las Cruces, se sitúa la Casilla de Pilatos, que data del siglo XIV. Se trata de un pequeño habitáculo de planta circular, realizado en piedra en seco y con cubierta de teja morisca, que hacía la función de ermita para cobijar la imagen de Cristo cuando subía por la senda del calvario en el Vía Crucis.
Un poco más arriba del Alto de las Cruces se encuentra la Balsa de las Mulas, un charco natural donde el ganado solía beber y descansar. Y debajo, a unos metros de la Casilla de Pilatos, crece uno de los árboles singulares del municipio, la Garroferica de las Cruces. Fue sede de reunión de los pastores y, después, lugar de recreo y retiro para comer la mona de Pascua.
La actual Loriguilla, situada en una zona estratégica, se encuentra en pleno proceso de expansión de su zona industrial, que atrae a empresas, trabajadores y ciudadanos, y cuenta con una población total de 2.100 habitantes, según el INE. Casas blancas, zonas verdes, curvas y rampas caracterizan a esta ‘nueva’ localidad, que ha empezado este año a renovar sus calles y aceras, intactas desde el traslado en 1968, según asegura la alcaldesa de la localidad, Montserrat Cervera.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia