Vista de los jardines del Turia. /EPDA
Los jardines del Túria, el auténtico pulmón verde de Valencia. /EPDA
Antonio García Celda /EPDAValencia Capital Verde Europea. El título, o el apellido sumado al topónimo, da caché. No obstante, la clave radica en qué significa. O en qué ha representado, porque la metrópoli fue el eje verde europeo en 2024, año que irremisiblemente ha quedado marcado por la dana del 29 de octubre y que se llevó por delante el remate de las celebraciones de la capitalidad, previstas para noviembre y diciembre.
Ciudades como Nantes, Eslovenia o Tallin, precursoras de Valencia en esta designación, destacan con orgullo, pasados los años, su nombramiento. La principal urbe de la Comunidad Valenciana no va en esa misma línea. El Periódico de Aquí ha conversado con Antonio García Celda, director general de Capitalidad Verde Europea.
Este ingeniero en telecomunicaciones e informático dejó su trabajo en el área de Desarrollos Inteligentes de la Universitat de Valencia para centrarse en esta dirección general que depende directamente de alcaldía. Además de estar al frente de los más de 400 actos celebrados por esa capitalidad en lo que ya es pasado, se ha fijado como objetivo que el legado de ese año 2024 marque las políticas de sostenibilidad del futuro.
“Llevamos a cabo numerosas acciones concretas, pero la base consiste en desarrollar otras a largo plazo, como el Parque de Desembocadura, que es un proyecto de legislatura y que se encuentra vinculado a la Capitalidad Verde. Esta última se ha basado en recuperar espacios para la ciudadanía. En ganar, por ejemplo, 2.000 árboles donde había alcorques vacíos”, reflexiona García Celda mientras contempla el claustro del Palacio de Exposiciones, lugar donde tiene su despacho.
Detrás, en la pared de fondo, ha colocado dos carteles en los que prima la V, la inicial que comparten Valencia y Verde, con el apellido de sostenible. Ese tema lo abordaremos más adelante en la conversación, porque, respecto a los árboles, surge una duda: ¿cuáles son los más habituales en la ciudad de Valencia?
“Tenemos 35 especies de árboles. Plantar cada uno cuesta, por término medio y sumando todos los parámetros, unos 450 euros. Esa cantidad se eleva hasta los 2.000 en el caso de las palmeras ornamentales”, apunta como inciso mientras continúa la conversación.
La base de la capitalidad, de obtenerla, la constituyó el Jardín del Turia, “el espacio verde lineal más grande de Europa”, recalca. Aspira, cuando esté culminado el Parque de Desembocadura y sume 100.000 metros cuadrados de espacio marcado por la naturaleza, a alcanzar los 12 kilómetros continuos en término municipal de Valencia. A una distancia no alejada se elevará el futuro Parc Central –también previsto para 2027- con otros “100.000 metros cuadrados recuperados para la ciudadanía”.
En esta línea, y ya lanzado a enumerar futuros espacios verdes, García Celda alude al bosque urbano radicado al finalizar Blasco Ibáñez, en la rotonda con Serrería. De momento apenas se atisba. Llegará con el tiempo.
“Una calle sombreada por árboles te baja la temperatura entre 3 y 4 grados en verano y te proporciona cobertura en caso de lluvia. Lo mismo ocurre en los patios de colegios, ya que estamos con un proyecto de plantación de árboles junto, por ejemplos, a pistas de fútbol-sala”, señala el director general de la Capitalidad Verde Europea en el Ayuntamiento de Valencia..
¿Y cuánto baja la temperatura en el Jardín del Turia respecto a su entorno urbano? Surge una nueva curiosidad a la que responde con matices García Celda. “Puede llegar hasta 8 grados, depende del tramo”, responde, para insistir en su objetivo. “Se trata de tener una ciudad más humana, que se disfrute en condiciones para todos y en cualquier momento. Que se cumpla esa regla de que desde cualquier ventana puedan verse 30 árboles y que desde cada casa se pueda llegar a un parque recorriendo menos de 300 metros”, contabiliza.
Más de cifras. “Hemos pasado de 7,5 a 8,6 metros cuadrados de espacio verde por ciudadano. Si contáramos la Devesa-Albufera llegaríamos a 15,5, pero no lo vamos hacer. La meta consiste en llegar a 10 en 2030. Ha cambiado la política de la ciudad; ahora miramos más en verde”, explica al máximo responsable de la capitalidad.
Junto a lo que supone de sostenibilidad, de compensación de emisiones de CO2, de percepción o de estética, añade otro factor que se ha convertido en vital después de dana. “La alcaldesa ha incluido el concepto de seguridad. La Albufera sirvió de esponja y nos salvó de mayores daños. Se trata de estar preparados para vivir con efectos cada vez más extremos, de que el entorno verde nos permita drenar mejor grandes lluvias. Por ejemplo, ahora en lugar de alternar alcorques con acera impulsaremos los lineales, con plantas, que permitirán ese más adecuado drenaje”, especifica.
Estas circunstancias resultan más colaterales a la capitalidad. O suponen una adaptación de ese hecho. Volvemos a la práctica. A lo que ha significado. “Es como llevar una estrella en la camiseta por haber ganado el mundial. Valencia lo consiguió a la primera y gracias a ste hecho también nos hemos puesto de acuerdo todos los municipios afectados para pedir el título de reserva de la biosfera para la Albufera”, responde, a lo que añade otro reto: “somos ciudad misión, que significa descarbonizar en 2030”.
REFERENTE EUROPEO
Con todos estos logros, por qué la ciudad no luce más su título de referente europeo verde, su capitalidad en 2024. Nantes o Ljubliana, antecesoras de Valencia, lo muestran con orgullo. “Hemos colocado un cartel en la entrada desde Barcelona y en las oficinas de turismo, pero no lo vamos a hacer extensivo. Los guías locales han contado con formación a este respecto, o se ha repartido información a quien ha venido al maratón”, señala este ingeniero devenido a director general en el consistorio.
No obstante, esa respuesta se queda corta. No termina de convencer al entrevistador. “Vamos a insistir más en el concepto de ciudad sostenible, en que la gente se dé cuenta de las mejoras que ha comportado en movilidad, cultura, deporte… en la interacción huerta-ciudad, que ha constituido uno de los fundamentos y las singularidades de la capital. El legado consiste más en mirar lo que ha variado y en que se ha intensificado la velocidad para alcanzar la descarbonización”, insiste García Celda.
El director general de la Capitalidad Verde Europea recalca el cambio del paradigma como fruto más palpable de lo logrado. “La política de la ciudad ha variado. Ahora hablas con el área de Cultura y piensa en verde, promueves Participación y priman proyectos de sombreado, o de quitar asfalto. La gente aprecia la política de los pequeños hechos, de multiplicar, por ejemplo, los bancos de plástico reciclado”, resume.
¿Y respecto a la imagen exterior de Valencia? “Nos encontramos en uno de esos momentos dulces en los que las ciudades se sienten guapas. La capitalidad verde constituye una distinción que gusta en general. Todo el mundo quiere saber qué hace Valencia. Y no es que andemos por caminos distintos, sino que se trata de que lo que hacemos lo desarrollamos pensando que se puede conseguir”, considera.
“La gente nota que la capitalidad verde ha servido para algo, que el objetivo continúa. Ahora hay que concienciarse de que se pueden alcanzar muchas más metas progresivamente”, recalca García Celda para apostillar un último legado.
“Valencia ha sido ejemplo de resiliencia ante la adversidad. La lucha en su momento para lograr que el antiguo cauce no fuera una autopista y se haya convertido en el mayor parque lineal de Europea o el drenaje de la Albufera lo confirman”, añade este ingeniero que dejó sus quehaceres universitarios para aceptar una dirección general que “me ofrecía una oportunidad para dejar huella en la ciudad”.
Como la de la capitalidad verde europea, un hito que la dana y la falta de multiplicación de señales sobre lo conseguido pueden haber opacado, pero que se encargarán de recordar cuatro puntos iluminados por las noches en el jardín del Turia. En cualquier caso, como insiste Antonio García Celda, el auténtico logro se basa en el cambio de mentalidad.
Rotonda boscosa junto a Benimaclet. /EPDA
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