La discoteca Barraca, actualmente en uso. / LAURA FLORENTINO
La discoteca Puzzle. / LAURA FLORENTINO
Instalaciones actuales de la discoteca Chocolate. / LAURA FLORENTINO
La abandonada Villa Adelina. / LAURA FLORENTINO
Instalaciones actuales de la discoteca Chocolate. / LAURA FLORENTINO
Estado actual de la discoteca Spook. / LAURA FLORENTINO
Discoteca Heaven en El Perelló,actualmente en funcionamiento. / LAURA FLORENTINO Últimamente, ‘La Ruta del Bakalao’ está teniendo cierto protagonismo mediático dado que Atresmedia ha estrenado la serie denominada “La Ruta” sobre este gran fenómeno. La comarca de la Ribera Alta y Baixa fue escenario de moda debido a la ruta de las discotecas de la zona durante los ochenta y los noventa aunque no existe una fecha de inicio clara. Hoy en día continúa hablándose sobre ello, sobre lo bueno y lo malo.
Las discotecas que formaban parte de la Ruta del Bakalao de toda la provincia de Valencia eran: Zona en la Pobla de Vallbona, Espiral en L’Eliana, N.O.D. en Riba-roja, Arena Auditorium, A.C.T.V. y Distrito 10 en Valencia ciudad, The Face y Spook en Pinedo, Heaven y Puzzle en El Perelló, Isla en l’Alcúdia, y Chocolate, Barraca y Villa Adelina en Sueca.
Alrededor de 1984 comenzaron a proliferar estos locales y se prolongaron hasta las década de los noventa. Algunas de ellas quedaron en el recuerdo y otras siguen en funcionamiento actualmente.
Aunque inicialmente tuvo un nombre diferente ‘Ruta Destoy’ tras la repercusión que tuvo en los diferentes medios de comunicación locales empezó a proliferar el término ‘bakalao’, por lo que fue vox populi entre los diferentes jóvenes y adolescentes, cambió y se denominó ‘Ruta Bakalao’.
La “movida valenciana” actuó como potente catalizador para que una ingente cantidad de grupos extranjeros, principal e inicialmente británicos, se dieran a conocer en toda España a través de Valencia, desde donde dieron su primer paso en la península para después dar el salto al resto del país. A finales de la década de 1970, en plena transición española y durante la era post-punk y new romantic, la llamada era new wave, la ciudad de Valencia empezó a florecer, no solo musicalmente, sino también culturalmente. Empezaron a aparecer grupos musicales autóctonos con una marcada tendencia vanguardista y de una manera menos mediática que en la capital, Madrid.
Se hablan de diferentes causas y circunstancias que acabaron con este movimiento. Los telediarios y medios de comunicación comenzaban todas sus cabeceras y titulares con accidentes que provocaban muertes entre los asistentes durante todas las semanas hasta su decadencia. Esta forma de ocio nocturno entre miles jóvenes se cobró muchísimas vidas muy tempranas. Si bien hay una parte de la población que recuerda todos estos años con gran melancolía por los distintos momentos de diversión y alegría que vivieron entre su grupo de amigos, existe otra vertiente entre la sociedad que opina todo lo contrario y lo recuerdan como un fenómeno que se llevó a mucha gente muy joven debido a accidentes de tráfico provocados por la cantidad de drogas que ingerían.
Algunos integrantes de este conocido movimiento han asegurado en muchas ocasiones que comenzaban a salir de fiesta un jueves y hasta el lunes no volvían a sus casas.
Podía decirse que el cielo y el infierno tomaron la ciudad de Valencia. Dos palabras totalmente opuestas en cuanto a significado religioso y que las han querido plasmar casi a la perfección en la serie de Atresmedia ‘La Ruta’, una combinación de música, drogas, fiestas y accidentes “sin edulcorar”.
La actriz Claudia Salas, quien da vida a Toni, reconoce que los creadores, Borja Soler y Roberto Martín Maiztegui, querían contar la Ruta “tal y como fue en realidad, sin intención de romantizar nada”: “No se han cortado a la hora de meter detalles, está todo, con pelos y señales, tanto lo bueno como lo malo. Querían una representación real de lo que fue la Ruta y la fiesta de esa década”, argumenta.
El primero de los ocho capítulos de esta ficción de 50 minutos arranca en 1993, con un grupo de cinco amigos de El Perelló, que ya con 30 años están a punto de despedirse de la noche valenciana y de su fiesta. El espectador recorrerá sus vidas en sentido inverso, es decir, desde que el movimiento entraba en su fase final hasta los orígenes mismos, en el albor de 1981 con una imagen muy distinta a la que tiene el colectivo sobre la Ruta.
Ya en 1991 llegó a producirse un verdadero movimiento social de dimensiones extraordinarias. Más de 30.000 jóvenes de todas partes del país se congregaban solo en las diferentes discotecas de la Ruta Destroy, para pasar fines de semana inolvidables. Se habla de 50.000 en sus fines de semana más relevantes. Muchos de ellos hacían casi cada semana cientos de kilómetros solo por vivir la llamada fiesta valenciana. Adicionalmente, empezó a hacerse muy común el hecho de fletar autobuses desde cualquier punto de la península para un desplazamiento más cómodo y barato junto con gente del mismo sitio. Pero aunque este año y el siguiente marcaron el final de una época gloriosa, el boom de jóvenes llegados de todas partes continuaría hasta 1994. A partir de 1995 el descenso fue en picado.
La pérdida de pureza de la droga y otros factores, como la atracción de gente conflictiva, ocasionan cada vez más problemas de peleas y mal ambiente. Muchos de los trabajos de puerta de discotecas se les empieza a encomendar a individuos agresivos que realmente aumentan la sensación de inseguridad.
En definitiva, ya a finales de los 90, casi ninguna sala dedicada a sonidos derivados y evolucionados de esta movida, es capaz de superar con éxito la prueba hoy en día difícilmente superable del ambiente de casi absoluta cordialidad, y la violencia y la agresividad empiezan a ser una tónica habitual en esa clase de locales.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia