Altar improvisado tras el fallecimiento de Rita Barberá. EFE “Lo primero que haré cuando sea alcaldesa de Valencia será hacer alcaldesa honoraria a Rita Barberá”, así lo anunció la presidenta del Partido Popular en la ciudad de Valencia, María José Catalá, en su intervención al inicio del XV congreso regional de la formación de centro-derecha, que se llevó a cabo recientemente en el Palau de les Arts.
Y es que, el pasado 5 de julio se cumplían 30 años desde que Rita Barberá, la exalcaldesa de Valencia, cogiera la vara de mando en el Consistorio del cap i casal durante la friolera de 24 años. Ahora, cinco años después de su fallecimiento y de una forzada salida por la puerta de atrás (pues fue suspendida de militancia del PP y reprobada en las Cortes Valencianas) el tiempo parece haberla exonerado. Los populares están dispuestos a poner en valor la figura de la que llegaría a ser llamada, “alcaldesa de España”
Alcaldesa por sorpresa
Llegó a la alcaldía de manera inesperada. De hecho, en su propia formación, entonces todavía Alianza Popular, tampoco guardaban demasiadas esperanzas para ella después de que en 1987 la responsable no llegara a alcanzar, si quiera, la mitad de los votos logrados por el PSOE a la presidencia de la Generalitat Valenciana. Por ello, ya en el año 1991, cuando se presentó a la alcaldía de Valencia, tanto valencianistas como conservadores apostaban por Vicente González Lizondo, entonces candidato de Unió Valenciana, para liderar el bipartito que desbancara a Clementina Ródenas, la alcaldesa socialista que quería revalidar su cargo de primera edil en el Ejecutivo.
El acuerdo fue firmado en un despacho del periódico Las Provincias, donde pactaron apoyarse tras las elecciones locales: el más votado sería el alcalde de la ciudad. Finalmente, tras los últimos días de una campaña de infarto, Barberá adelantó por la derecha al candidato valencianista y logró sumar 9 frente a 8 concejales. Pese a algunos intentos de UV por lograr una alcaldía rotativa, finalmente los valencianistas apoyaron a la popular como máxima autoridad a cambio de diferentes cargos estratégicos dentro del organigrama municipal. Barberá sería desde entonces inamovible en el cargo hasta 2015.
Reconquista de la derecha
La victoria de Barberá abriría la puerta a la reconquista de la derecha en la Comunitat Valenciana. La responsable logró prácticamente un milagro tras años de victorias socialistas en todo el territorio valenciano.Posteriormente, con Rita en la alcaldía, Zaplana en la Generalitat y Aznar en el Gobierno Central, las holgadas mayorías electorales fueron creciendo no solo en la capital del Turia, si no también en prácticamente la totalidad de grandes ayuntamientos de las tres provincias, que pasaron a ser un feudo consolidado para el centro-derecha.
Desde ese momento Barberá pasaría a ser uno de los grandes pesos pesados del PP, del cual obtendría el carnet número de 3 tras su refundación. La primera edil aglutinó diferentes puestos y llegó a ser el cargo público que más cobraba de toda España, superando los más de 100.000 euros anuales por sus puestos en el Ayuntamiento de Valencia, el parlamento autonómico, el grupo popular, la Autoridad Portuaria y la Delegación del Gobierno.
A pesar de todo, la alcaldesa de rojo (el color que guardaba para las grandes victorias), siempre defendió su pasión por Valencia.
En diferentes ocasiones fue tentada a dar el salto a la política nacional y autonómica. De hecho, en 2014 hubo toda una declaración de intenciones para que Barberá sustituyera a Arias Cañete en la cartera de Agricultura y poner un broche de oro a su carrera política cuando ya se veía muy complicada una nueva victoria local. Ella rechazó la invitación. Quería seguir en Valencia, la plaza donde se sentía cómoda y donde había desbancado a grandes apellidos como Clementina Ródenas, Carmen Alborch o Joan Calabuig.
Transformar la ciudad
Durante su larga estancia en el Consistorio, Barberá no cedió en su empeñó por conseguir dos grandes objetivos: poner Valencia en el mapa y transformar la capital. Algunos de sus proyectos estrella serían el Palacio de Congresos, la Marina de Valencia, el Parque Central, la declaración de las Fallas como Patrimonio de la Humanidad, la proyección de la Mostra de Cine, la ampliación del Palau de la Música, el Parque de Cabecera y el Bioparc. También hubieron iniciativas fallidas, como el Nou Mestalla (aún paralizado), o el intento truncado por ampliar la avenida de Blasco Ibáñez hasta el mar.
Pero más allá de estas iniciativas, la primera edil logró posicionarse siempre en la foto e hizo suyas decenas de victorias que trascendían mucho más allá de la política municipal. Bajo su mandato se llevaron a cabo una gran cantidad de dotaciones administrativas, educativas, sociales, medioambientales y sanitarias, entre ellas el nuevo Hospital la Fe, el complejo municipal la Petxina, la Ciudad Adminisitrativa 9 d’Octubre o Tabacalera.
Sin embargo, la popular consiguió también sacar músculo de proyectos como la Ciudad de las Artes y las Ciencias, Feria Valencia, el AVE Valencia – Madrid, así como los grandes eventos que la Generalitat impulsó en la capital en un elaborado proyecto por abrir, de par en par, las puertas de Valencia al mundo.
Las dos ediciones de la Copa América, el Gran Premio de Europa de Fórmula 1, el V Encuentro Mundial de las Familias, el Open 500 de Tenis, la Valencia Fashion Week, la Campus Party, la Global Champions Tour de Hípica o el MTV Winter fueron algunas de los encuentros que se dieron cita en Valencia.
Especialmente, con el valenciano Francisco Camps en la presidencia de la Generalitat, Rita encontraría a la horma de su zapato. Un idilio sin parangón que terminaría de manera abrupta tras la dimisión de Camps y la llegada de Alberto Fabra al poder, con quien la popular no guardaba demasiada sintonía.
Caída en desgracia
El techo político de Rita Barberá llegaría en 2007, cuando el PP logró sumar 21 de los 33 concejales del hemiciclo municipal. En 2011, con todos los puntos a favor para el partido de la gaviota, la candidatura de la responsable retrocedió un escaño pese que el PSPV estaba en horas bajas por la crisis económica, lo que permitió la entrada de EU y de Compromís en el hemiciclo. Ya entonces la corrupción política que rodeaba al Partido Popular valenciano le pasaría factura.
Los bolsos de Louis Vuitton regalados por miembros de la trama Gürtel se convertirían en el símbolo de los ataques de sus adversarios políticos. Sin embargo, Barberá conseguiría esquivar muchos de los asuntos oscuros en los que se vio envueltos por entonces el partido de centro-derecha.
No se vio involucrada en el caso Emarsa, ligado al saqueo de la depuradora de Pinedo, pese a que el Ayuntamiento eligió directamente al gerente y cabecilla de la trama. El Caso Nóos, que puso bajo la lupa los congresos organizados por Urdargarín en la ciudad, tampoco la abatió, aunque forzó la caída de su siempre mano derecha y vicealcalde, Alfonso Grau. La enemistad les acompañaría desde entonces. Finalmente, este quedaría exonerado.
El jaque a la alcaldesa llegaría a través de «Ritaleaks», una denuncia de Compromís por los innumerables gastos de alcaldía durante los peores años de la crisis económica.
No tendría ningún impacto penal, sin embargo, el ruido mediático del caso días antes de las elecciones sería el banderillazo final a una candidata que se encontraba en horas bajas y a la que ya acompañaban por cada rincón su discurso del ‘Caloret’ y los escraches de decenas de entidades sociales como Salvem el Cabanyal!, Primavera Valenciana, la Intifalla o las Víctimas de Metrovalencia.
La ‘hostia’ de 2015
Los resultados electorales fueron un batacazo sin precedentes. El Partido Popular ganó las elecciones perdiendo 10 concejales y a tan solo 10.000 votos de Compromís. “¡Qué hostia!”. Fueron las palabras que Rita Barberá trasladaba a su equipo en la sede del Partido Popular en la noche de las elecciones. La portavoz trató de impulsar “un pacto de Estado frente al radicalismo”. Pero, ni si quiera el apoyo de Ciudadanos hubiese servido para frenar un tripartito de izquierdas.
El PSPV apoyó finalmente a Joan Ribó como alcalde de Valencia y junto a ‘Valencia en Comú’ emprendieron una nueva era de izquierdas en el Consistorio, a la vez que las formaciones progresistas asaltaban también el Palau de la Generalitat, desterrando a Alberto Fabra.
Caso Taula y muerte
La responsable finalmente renunciaría a su acta como concejal en el Ayuntamiento y dejó su cargo en les Corts Valencianes. Pese a sus idas y venidas, finalmente acabaría como representante en el Senado, donde el caso Taula, la denuncia por presunto blanqueo de capitales contra Barberá y su equipo, la dejaron arrinconada. Tras meses de idas y venidas, con gran parte de su equipo local investigado y un aforamiento que retrasaba sus consecuencias judiciales, la alcaldesa fue citada a declarar como imputada en el Supremo.
Señalada por la oposición y hasta por su propio partido, la responsable renunció a la militancia del PP bajo enormes presiones y se pasó al grupo mixto. Las Cortes Valencianas llegarían a reprobar a la responsable y, con el voto del PP a favor, la invitaron a dejar su cargo en el Senado. Un asunto del que la propia Isabel Bonig se tuvo que disculpar antes de salir por la puerta de atrás del PPCV.
“Con total discreción, sin tratar de herir ninguna sensibilidad, saben ustedes que aprobamos una reprobación en les Corts. Hoy, públicamente, digo que nos equivocamos. Me equivoqué y pido perdón”, dijo en su despedida.
Finalmente, la exalcaldesa fallecía el 23 de noviembre de 2016 en un hotel de Madrid, en la víspera de su declaración ante el alto tribunal. La todopoderosa alcaldesa fallecería asediada por una presión política y mediática sin precedentes que le habían generado una enorme depresión. Ahora el primer juicio del caso Taula tiene, por fin, fecha. Se celebrará en un total de 19 sesiones en 2022.
Alcaldesa honoraria
Pese a que el proceso judicial sigue abierto, el Partido Popular parece convencido en hacer a Rita Barberá alcaldesa honorífica de la ciudad de Valencia. “Es de una enorme miopía política y evidente inseguridad no reconocer este año la labor de un apersona que transformó Valencia”, aseguró Catalá.
“Tenemos que restablecer la memoria de Rita Barberá”, sentenció la escudera de Mazón. El plan parece complicado, al menos hasta que el cambio político sea una realidad en el Consistorio. En este sentido Joan Ribó, el actual alcalde de Valencia por Compromís, ha sido muy claro: hace menos de seis años que falleció Barberá, y es “poco tiempo” para nombrar una alcaldía honoraria. “Nos dicen las normas que la declaración no ha de generar problemas y creo que el paso del tiempo es muy positivo en este tema porque ayuda a que los posibles problemas que haya puedan pasar; el tiempo limpia y normaliza las cosas”.
De hecho, algunos ven en la ansiada declaración para Rita Barbera intereses políticos en un momento en el que tanto Catalá como Mazón necesitan consolidarse en la nueva ejecutiva del PPCV y reencontrarse con muchos de los antiguos votantes que ahora se habrían fugado a Vox. Fuere como fuere, la declaración de la “alcaldesa de España” tendrá que esperar, al menos, por el momento.
Pacto de PP y UV en 1991. EFE
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