Juan Francisco Pérez Llorca/EPDA “El turismo es un gran invento” es una comedia española de finales de los años 60 protagonizada por Paco Martínez Soria, José Luis López Vázquez y Antonio Ozores. Los más mayores la recordarán y los más jóvenes, a pesar de las diferencias culturales, sociales e históricas, igual deberían conocer el mensaje implícito de su título. En ella se reivindicaba el turismo de sol y playa en una España hambrienta y en los inicios del desarrollo económico.
Este año de pandemia me la han recordado algunos de aquellos que hicieron de la Costa Blanca el lugar que es hoy. O que era hasta que llegó la COVID-19.
Por eso, como aquellos pioneros que trajeron aquí los primeros turistas, me duele que se ponga en duda la extraordinaria fábrica de crecimiento para este país que ha sido y es el turismo. Ni los dueños de los hoteles, ni los camareros de los restaurantes, ni las empresas de limpieza, ni los distribuidores, ni el personal de mantenimiento, ni tantas y tantas empresas que dependen indirectamente del turismo tienen la culpa de esta pandemia. Aunque hoy, ellas y ellos, y todas sus familias, paguen directamente las consecuencias de esta crisis.
Por eso, desde Finestrat, un pueblo privilegiado por compartir mar y montaña; por estar a los pies de una pequeña cala pegada a Benidorm y a las faldas del emblemático Puig Campana; por contar con un desarrollo urbanístico
de calidad y en continua expansión, quiero reivindicar una estrategia nacional para salvar aquello que nos hizo ser un país desarrollado y europeo. Quiero exigir una política clara, ágil, eficiente y que piense en las personas, una a
una, desde el pequeño o gran empresario hasta el más humilde trabajador. Que sea capaz de ver más allá de los llamados intereses generales o políticos y que permita a esas miles y miles de familias salir de esta crisis y creer que
el turismo tiene aún, en este país, mucha historia por escribir.
Soy alcalde de un pueblo que ha sabido transformarse extraordinariamente durante las últimas décadas. Y lo hemos hecho siempre apostando por un crecimiento que aprovechara las bondades de nuestro clima, de nuestras playas y nuestro entorno pero que se adaptara a los cambios imparables de un mundo en constante transformación tecnológica, con respeto al medio ambiente y con una apuesta firme por la sostenibilidad.
Eso nos ha permitido garantizar un destino seguro e inteligente. Ofertar un turismo sostenible y en plena naturaleza, el Puig Campana como la primera montaña inteligente de este país es un ejemplo de ello. Poner a su disposición
una playa con todos los servicios, desde los más intangibles como el wifi gratis o la conectividad para cada uno de nuestros visitantes, a los más arrebatadores, como les aseguro que es nuestra gastronomía afincada y elaborada desde la más auténtica tradición. Exhibir uno de los bulevares comerciales más completos de nuestra costa. Aquí lo tenéis todo y aquí os invito a venir. Con amigos, con la familia o en soledad. Porque en mi pueblo, como en todos los pueblos donde el turismo es motor de vida y futuro, no nos cansaremos de esforzarnos para volver a ser lo que a aquellos iluminados tanto les costó hacer. Y lo hicieron porque siempre creyeron que el turismo era y es un gran invento que hay que saber cuidar.
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