Laurence Lemoine. EPDA Uno de mis grandes problemas existenciales, tema recurrente e inagotable de reflexión y de interrogación es el del Tiempo. ¿Os pasa lo mismo o ya tenéis las ideas claras? Creo que no hay ni un día sin que me vengan a la cabeza preguntas sin respuesta sobre ese amplio tema. El confinamiento, de hecho, ha sido un momento peculiar para nuestra relación con el tiempo: de repente las jornadas se hacían largas, se confundían los días de la semana con los del fin de semana y muchos dejamos de llevar reloj… los días parecían más largos que nunca, el presente se hacía a veces eterno pero visto ahora, por el retrovisor, al final, esos 3 meses de confinamiento pasaron rápido y parecen lejanos ya… La pandemia nos cambió la vida (¡“y lo que te rondaré morena”!) y seguramente nos cambió nuestra relación con el tiempo. Si el pasado se queda donde estaba, el presente se vive a lo mejor con más intensidad ahora porque el futuro se ha vuelto más borroso que nunca. ¿Me equivoco o, ahora, el futuro, se ha llenado de incertidumbre que le da al presente más valor aún?
La única cosa que tengo clara, es que el tiempo tiene un valor increíble pero no nos damos siempre cuenta de ello, por eso a veces lo desperdiciamos. Sigo soñando con tener abajo de casa, una de esas máquinas expendedoras donde, en vez de comprar unas rosquilletas o una coca-cola, se podría comprar horas de sueño u horas normales: perfecto para esos días en los que no has podido dormir (porque has trabajado mucho o te has ido de juerga o ¡ambas cosas!) y si has dormido bastante, te podrías comprar horas extra para añadir a las 24h que tiene un día (pues a veces tener unas horas de más no vendría mal ¿¿verdad ?? unos eurillos a cambio de un poco más de tiempo molaría ¿¿no??… Porque cuando estoy, por ejemplo, en una librería, sueño con comprar todos los libros pero también el tiempo para poder leerlos. Incluso, cuando quiero algo, suelo decir : “daría 1 mes o 2 años de mi vida para tener tal o tal cosa (puede ser sólo un vaso de agua fresca en pleno verano, pero como sé que no funciona así, ¡no me arriesgo mucho!)…Total que con los años, entendí que el tiempo era algo inmaterial, intransferible, perecedero, limitado y sobre todo valioso. Nacimos con un capital de tiempo X (¡esa ecuación además no la podemos resolver con antelación!) y debemos cuidarlo y gestionarlo como si fuera nuestro más importante patrimonio.
Comparte la noticia
Categorías de la noticia